Marion corre... en la c¨¢rcel
La prisi¨®n federal de Bryan tiene una pista de algo m¨¢s de 400 metros. Es una pista iluminada en la que por las noches se puede ver a las reclusas caminar. Una pista iluminada y sin p¨²blico, sin flashazos y sin aplausos, sin gloria. Es la pista que durante seis meses pisar¨¢ Marion Jones, la ni?a que a los ocho a?os escribi¨® en una pizarra: "Quiero ser campeona ol¨ªmpica". La joven que gan¨® cinco medallas en los Juegos Ol¨ªmpicos de Sidney 2000. La mujer que, optando por los atajos, convirti¨® su sue?o americano en una pesadilla dopada.
De la pista y del uniforme caqui que se tendr¨¢ que enfundar habla Susan T. en la web prisontalk.com, el foro en el que las reclusas norteamericanas intercambian pistas y consejos. La prisi¨®n de Bryan, en el Estado de Tejas, es uno de los centros m¨¢s tranquilos del pa¨ªs. Est¨¢ a 165 kil¨®metros de la casa de Marion en Austin, donde vive con su marido, Obadele Thompson, y sus dos hijos. Lo mejor que se puede hacer al llegar, recomiendan las reclusas, es ser humilde e intentar pasar inadvertido. En este segundo cap¨ªtulo, Marion lo tiene dif¨ªcil.
"Su caso es una combinaci¨®n ¨²nica de asuntos de dopaje y delito", declara Chris Butler, de la IAAF
A sus 32 a?os, Marion ingresa en prisi¨®n por mentir. Por perjurio. Uno de sus abogados, Henry Depippo, que s¨®lo accede a hablar de temas relacionados con el proceso, explica telef¨®nicamente que al ser una pena de menos de un a?o tendr¨¢ que cumplirla ¨ªntegramente. Ser¨¢n seis meses de reclusi¨®n por mentir ante los agentes federales en el uso de esteroides y en una trama de cheques falsos, m¨¢s 800 horas de trabajo para la comunidad. "Su caso es una combinaci¨®n ¨²nica de asuntos de dopaje y delito", declara telef¨®nicamente Chris Butler, de la Federaci¨®n Internacional de Atletismo (IAAF), y "demuestra que cuando los atletas enga?an, eso acaba afectando a sus vidas".
La que fue la atleta m¨¢s glamourosa de los ¨²ltimos tiempos creci¨® en los suburbios de Los ?ngeles. En el seno de una familia humilde. A los cinco a?os, viendo en la tele la ceremonia de boda de Diana y el pr¨ªncipe Carlos, le pregunt¨® a su madre: "Cuando voy a los sitios, ?por qu¨¦ no me ponen una alfombra roja a m¨ª?". Las alfombras llegaron con los a?os, las alfombras y los premios; tambi¨¦n las alfombras de p¨²as. En 2000, su gran a?o, confes¨® a la revista Time que su voracidad por conquistar medallas tal vez estaba relacionada con la necesidad de impresionar a ese padre que se fue de casa. A ese hombre que trabajaba en una lavander¨ªa y que dijo que no estaba cuando la peque?a Marion se acerc¨® a visitarle. Despu¨¦s llegar¨ªan los d¨ªas de despuntar en el instituto, los d¨ªas de baloncesto en la Universidad de Carolina del Norte, los d¨ªas de decidirse por el atletismo, la pulsi¨®n de conseguir el ¨¦xito, las malas compa?¨ªas, el dopaje, la devoluci¨®n de las medallas, la bancarrota.
"Algunos, por ganar, se atreven a cosas inveros¨ªmiles". Lo dice Juan Manuel Alonso, jefe m¨¦dico de la Federaci¨®n de Atletismo y gran experto en dopaje. La tetrahidrogestrinona (THG), m¨¢s conocida como the clear (el claro, bautizado as¨ª porque no dejaba rastro) es un anabolizante de dise?o que ni siquiera fue experimentado en animales antes de que los atletas lo probaran, cuenta Alonso. "Marion Jones tuvo una evoluci¨®n f¨ªsica un poco rara, su morfolog¨ªa cambi¨® mucho entre principios de los noventa y el a?o 2000". Alonso fue el m¨¦dico que la atendi¨® en Sevilla, en 1999, cuando la atleta americana sufri¨® una peque?a lesi¨®n en la espalda: "Las grandes estrellas a veces son un poco raras, se creen divos, son de dif¨ªcil manejo". Una persona que vivi¨® de cerca aquel episodio recuerda lo altivos y despectivos que fueron los que rodeaban a la estrella norteamericana.
Altiva tambi¨¦n fue durante a?os la actitud de la propia Marion Jones. A?os y a?os de declaraciones desafiantes cuando era preguntada por el uso de esteroides. Hasta que lleg¨® el caso Balco, la investigaci¨®n del laboratorio donde Victor Conte elaboraba el THG. Una investigaci¨®n que alcanz¨® a su entrenador, Trevor Graham. Interrogada por agentes federales el 4 de noviembre de 2004, minti¨® al decir que nunca hab¨ªa visto ni usado THG. Tambi¨¦n al decir que no sab¨ªa nada de la red de cheques falsos en la que estaba involucrado su ex marido, el velocista Tim Montgomery (Jones ingres¨® en su propia cuenta un cheque falso por valor de 25.000 d¨®lares). Todo esto se supo m¨¢s tarde, cuando la atleta, cercada por la evidencia, decidi¨® acudir al juez y confesar. Las im¨¢genes de Marion Jones, en l¨¢grimas, el pasado 5 de octubre, anunciando que hab¨ªa mentido, dieron la vuelta al mundo. "Y as¨ª es como, con gran verg¨¹enza, me presento ante ustedes y les digo que he traicionado su confianza", dijo con voz entrecortada.
"Me dio mucha l¨¢stima que hubiera hecho trampa", dice Bel¨¦n Recio, la campeona de Espa?a en 100 y 200 metros, que recuerda perfectamente esa declaraci¨®n en televisi¨®n. "Era una grand¨ªsima atleta, con un f¨ªsico impresionante. Lo que m¨¢s me gustaba de ella es que se ve¨ªa que disfrutaba compitiendo. Fue una gran desilusi¨®n, se ha roto ese mito". Jill Greer, portavoz de la USATF, la federaci¨®n de atletismo norteamericana, dice que ¨¦sta es una triste historia para el deporte y para Marion Jones: "La gran tragedia es que ella trascendi¨® los Juegos Ol¨ªmpicos; ten¨ªa talento, ten¨ªa carisma. Podr¨ªa haber ganado medallas sin haber usado drogas, pero tom¨® decisiones err¨®neas y acab¨® tir¨¢ndolo todo por la borda, t¨ªtulos, dinero e integridad".
En su libro de memorias, Marion Jones: vida en la calle r¨¢pida, escrito en 2004, la atleta norteamericana relataba c¨®mo fue aquel d¨ªa m¨¢gico, el 23 de septiembre de 2000, el d¨ªa que gan¨® la final de los 100 metros lisos; c¨®mo la v¨ªspera cen¨® espaguetis con su entonces marido, C. J. Hunter; la pel¨ªcula que vieron, Braveheart; el momento de la gran final. En la pen¨²ltima frase del cap¨ªtulo escribi¨®: "Nadie me puede robar ese momento". -
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