Brasil 'cumple' dos siglos

Poco antes de las 12 del mediod¨ªa de ayer el presidente Luiz In¨¢cio Lula da Silva lleg¨® al Gabinete Real de Lectura, una magn¨ªfica edificaci¨®n de casi dos siglos de vida en pleno centro de R¨ªo. Fue recibido por su colega portugu¨¦s, An¨ªbal Cavaco Silva, bajo un sol inclemente. Una banda militar ejecut¨® los himnos nacionales de los dos pa¨ªses, hubo breves y protocolares discursos de Lula da Silva y del mandatario portugu¨¦s, y en seguida empez¨® el almuerzo ofrecido por Cavaco Silva. Fue el cierre de la agenda de los dos presidentes, en el marco de las conmemoraciones de los 200 a?os de la llegada de la familia real portuguesa a R¨ªo de Janeiro el 8 de marzo de 1808, tras una estancia de 45 d¨ªas en Salvador de Bahia.

La corte transform¨® la colonia en un pa¨ªs m¨¢s rico que la metr¨®poli

Las relaciones entre los dos Estados son "altamente positivas", seg¨²n Cavaco

Cavaco Silva lleg¨® a R¨ªo el jueves y cumpli¨® una agenda de actos relacionados con el bicentenario de la transformaci¨®n de Brasil, entonces colonia portuguesa, en el ¨²nico reino europeo instalado en los tr¨®picos. Entre 1808 y 1822, el pa¨ªs fue sede de la corona portuguesa, sin dejar de ser colonia. El traslado de la Corte lusa a Brasil signific¨® una serie de profundos cambios que terminaron por servir como cuna para la construcci¨®n del pa¨ªs.

Con Juan VI llegaron la imprenta y los libros, la bot¨¢nica y la ciencia, el teatro y la arquitectura refinada, los conciertos de c¨¢mara y el primer museo. Feo, miedoso, depresivo, el monarca portugu¨¦s cre¨® la Casa de la Moneda, el Banco do Brasil, la Biblioteca (exactamente el Gabinete Real visitado ayer por Lula da Silva), el Jard¨ªn Bot¨¢nico y toda la estructura administrativa del poder. Tan pronto lleg¨® a Salvador, el 22 de enero de 1808, el rey declar¨® la apertura de los puertos brasile?os a "todas las naciones amigas". Hasta entonces, Brasil no pod¨ªa comerciar con ning¨²n otro pa¨ªs, y exportaba ¨²nicamente para Portugal. La apertura de los puertos es considerada como una de las medidas m¨¢s importantes para el inicio del progreso del pa¨ªs, el comienzo de un nuevo tiempo.

La llegada de la corte determin¨® una nueva transformaci¨®n. De la noche al d¨ªa, los 15.000 integrantes de la misma cambiaron usos y costumbres locales, y con ellos surgi¨® una nueva cultura y fueron sentadas las bases de la econom¨ªa que r¨¢pidamente transformaron la colonia en un pa¨ªs mucho m¨¢s rico que la metr¨®poli.

Todo eso se recuerda ahora con una amplia agenda de exposiciones, seminarios, conmemoraciones y festividades populares por todo el pa¨ªs, pero principalmente en Rio, que por 152 a?os -entre 1808 y hasta la inauguraci¨®n de Brasilia, en 1960- fue la capital brasile?a. Cavaco Silva, quien fue primer ministro de Portugal (1985-1995), defiende ahora que se profundice la cooperaci¨®n bilateral.

En sus conversaciones con grupos de empresarios, intelectuales y pol¨ªticos resalt¨® siempre que "Brasil y Portugal no necesitan demasiado esfuerzo para encontrar complicidades e intereses comunes".

Ayer, en el almuerzo con Lula da Silva, el presidente portugu¨¦s defendi¨® que empresarios de su pa¨ªs incrementen a¨²n m¨¢s sus inversiones en Brasil. Cavaco Silva mencion¨®, adem¨¢s, la importancia de que la fecha de la llegada de la Corte lusa a Brasil sea celebrada en una etapa en que las relaciones entre los dos pa¨ªses se encuentra en un nivel "altamente positivo".

Lula da Silva contest¨® que no s¨®lo es as¨ª, sino que las relaciones actuales son "especialmente privilegiadas", y record¨® que gracias a ello Brasil puede ofrecerse para contribuir a intensificar las relaciones entre todos los pa¨ªses de habla portuguesa.

Todo empez¨® hace 200 a?os, cuando Juan VI supo que Napole¨®n Bonaparte pretend¨ªa invadir Portugal. Para preservar el poder y la corona, en una iniciativa especialmente osada, el monarca decidi¨® trasladarse a la mayor de sus colonias. Con eso transform¨® R¨ªo de Janeiro en una especie de Versalles tropical, donde permaneci¨® -para furia de su esposa, Carlota Joaquina, que odiaba la ciudad, el pueblo y el pa¨ªs, en ese orden- durante 13 a?os.

Adem¨¢s de las explosiones de ira de su mujer, de la demencia senil de su madre y de los atropellos de su hijo mayor, Pedro de Alc¨¢ntara, quien seduc¨ªa a media Corte y creaba un problema tras otro, Juan VI padeci¨® la burla de la poblaci¨®n, que lo describ¨ªa como un rey un tanto tonto, un tanto cobarde, que no hac¨ªa m¨¢s que devorar pilas de pollo asado por no adaptarse a la cocina local.

La historia le hizo justicia.