Verg¨¹enza en Alicante
En Campo de los almendros (M¨¦xico, 1968), tal vez la mejor novela del exilio espa?ol, Max Aub cuenta magistralmente, con t¨¦cnica casi cinematogr¨¢fica no ajena a la de Manhattan Transfer, el p¨¢nico y el caos de los ¨²ltimos d¨ªas de la Guerra Civil en Alicante... y el horror de los que les siguieron.
En v¨ªsperas del contundente parte final de la contienda del 1 de abril de 1939, ca¨ªdo ya Madrid, abarrotaban los muelles del puerto de Alicante muchos miles de republicanos que esperaban con creciente desesperaci¨®n la llegada de los barcos anunciados que les librasen de la inevitable vesania franquista. Los barcos no llegaron, pero uno que ya estaba all¨ª, el carguero brit¨¢nico Stanbrook, se gan¨® un lugar inmortal en los anales de la decencia humana debido a la valent¨ªa y generosidad de su comandante, Archibald Dixon, que acogi¨® a bordo nada menos que a 3.028 hombres, mujeres y ni?os y zarp¨® con ellos rumbo a Or¨¢n. Algunos de los que hicieron la traves¨ªa la han recordado, con honda emoci¨®n, en el excelente documental de Joan Sella para RTV, Cautiverios en la arena. Una historia del exilio, que se incluy¨® en la serie El laberinto espa?ol, conducida por Jorge M. Reverte y emitida el a?o pasado.
Frenos al monumento a las v¨ªctimas del campo de concentraci¨®n franquista
A los que no lograron escapar de la ratonera alicantina -y que no optaron por el suicidio, que hubo muchos, como narr¨® en su momento el testigo presencial Eduardo de Guzm¨¢n-, les esperaban, entre otros paraderos siniestros, el infierno del campo de concentraci¨®n que dar¨ªa su nombre a la mencionada novela de Aub. Un documento de los nacionales fechado el 3 de abril de 1939 ya daba fe de las espantosas condiciones que exist¨ªan en aquel lugar de infausta memoria, situado en la carretera de Alicante a Valencia entre La Goteta y Vistahermosa.
En noviembre de 2004, la Comisi¨®n C¨ªvica de Alicante para la Recuperaci¨®n de la Memoria Hist¨®rica solicit¨® al Ayuntamiento, con mayor¨ªa absoluta del Partido Popular, un monumento que recordara el tr¨¢gico fin de la Guerra Civil en la ciudad. Al d¨ªa siguiente, el Pleno acord¨® por unanimidad crear una comisi¨®n temporal para estudiar el asunto. Ante la prolongada inactividad de la misma, la Comisi¨®n C¨ªvica solicit¨®, en mayo de 2006, una parcela concreta de suelo p¨²blico en Los Almendros, de unos mil metros cuadrados, acompa?ando la necesaria documentaci¨®n. La solicitud fue reiterada cuatro veces a partir de entonces y hasta finales de 2007, sin ser atendida por el Ayuntamiento. Entretanto, la Comisi¨®n C¨ªvica consigui¨® una subvenci¨®n del Gobierno de Espa?a para edificar el memorial, subvenci¨®n que vencer¨¢ a finales de marzo de 2008.
El domingo 20 de enero de este a?o se convoc¨® una manifestaci¨®n en el Campo de los Almendros -hoy en d¨ªa mayormente urbanizado- con la finalidad de reclamar, una vez m¨¢s, la construcci¨®n del memorial. Seg¨²n el testimonio de varios presentes, fue un acto emotivo: hablaron algunos supervivientes del campo (ya quedan pocos) de su experiencia de aquellos terribles d¨ªas, y luego se plant¨® un simb¨®lico almendro florecido.
Pocas horas despu¨¦s el ¨¢rbol fue arrancado. Sobre el cartel que lo acompa?aba alg¨²n energ¨²meno hab¨ªa pintado la palabra "asesinos" al lado de una esv¨¢stica.
El alcalde de Alicante, Luis D¨ªaz Alperi, preguntado por su opini¨®n acerca del proyecto, manifest¨®: "La culpa la tienen ellos, porque, ?a qui¨¦n se le ocurre pedir una subvenci¨®n sin tener previamente el permiso del Ayuntamiento?". "?Entonces se construir¨¢ el memorial?", insisti¨® el periodista. "Cuando Dios quiera", repuso el edil. As¨ª es el talante del Partido Popular en Alicante, y ello a las pocas semanas de aprobada en las Cortes la llamada Ley de la Memoria Hist¨®rica.
Comentando el triste asunto en la secci¨®n Cartas al director de este diario (EL PA?S, 13 de enero de 2008), Juan Manuel Men¨¦ndez de las Heras recrimin¨® a los populares alicantinos, con raz¨®n, su falta de sentido de la solidaridad, de la justicia y de la humanidad. ?Ser¨ªa demasiado esperar a estas alturas que reconsiderasen, que rectificasen? Quiero creer que no. Si fuesen capaces de hacerlo ser¨ªa no s¨®lo un acto de valent¨ªa, sino el mejor homenaje posible al esp¨ªritu de reconciliaci¨®n de la Constituci¨®n de 1978. Y tambi¨¦n a Max Aub, escritor cada vez m¨¢s admirado en Espa?a y fuera, que tiene en tierras levantinas, concretamente en Segorbe, la fundaci¨®n que lleva su nombre.
Ian Gibson es hispanista.
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