Colombia acorrala a la guerrilla
200 combatientes abandonan cada mes las FARC, que vive su peor momento - Los expertos aseguran que la organizaci¨®n rebelde empieza a desintegrarse
Nadie ha reclamado a¨²n el cad¨¢ver de Iv¨¢n R¨ªos, uno de los jefes de la guerrilla colombiana. Pablo Montoya, alias Rojas, el lugarteniente que le peg¨® el tiro en la frente y le cort¨® la mano derecha para entreg¨¢rsela al Ej¨¦rcito, asegura que no va a ser el ¨²ltimo dirigente de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) abatido por sus subalternos. "Ha cambiado la historia. Van a caer", dice. El despotismo de R¨ªos, el cerco militar al Frente 47 y la perspectiva de una recompensa determinaron el brusco desenlace. Pero otros muchos combatientes est¨¢n abandonando las filas de la guerrilla de forma menos expeditiva.
Cada mes, unos 200 hombres se acogen silenciosamente a los programas de reinserci¨®n creados por el Gobierno. Muchos fueron reclutados siendo casi ni?os, y est¨¢n cansados de las privaciones, los malos tratos y la falta de horizontes. En total, 2.500 guerrilleros (cada vez m¨¢s mandos medios entre ellos) se han incorporado hasta ahora a la vida civil.
Desde 2002, los atentados anuales han pasado de 1.645 a 328
"Ojo con el triunfalismo", advierte un alto cargo de la OEA
Acorralada militarmente y dispersa, las FARC, dicen los expertos, empieza a desintegrarse.
El pasado 1 de marzo, el Ej¨¦rcito colombiano "daba de baja" en suelo ecuatoriano a Ra¨²l Reyes, el n¨²mero dos de la guerrilla. Con la muerte de Iv¨¢n Rojas, las FARC han perdido en una semana a dos de los siete miembros del secretariado, el m¨¢ximo ¨®rgano. Varios integrantes de su Estado Mayor -como Popeye, Jota Jota, el Negro Acacio o Mart¨ªn Caballero- han ca¨ªdo en los ¨²ltimos meses. La infiltraci¨®n y la intercepci¨®n de las comunicaciones por parte de la inteligencia colombiana est¨¢n quebrando la log¨ªstica del grupo armado.
"Las FARC son hoy bandas itinerantes y dispersas. Tienen serios problemas de comando y control. El jefe m¨ªtico es Tirofijo, pero no hay mando unificado, que es lo que intentaba reconstruir Ra¨²l Reyes. Hay muchas rivalidades entre ellos", se?ala un alto funcionario del Gobierno.
Cuando el presidente, ?lvaro Uribe, lleg¨® al poder, en 2002, la vieja guerrilla marxista, convertida con los a?os en un cartel de droga, estaba en su apogeo. Se hab¨ªan hecho fuertes en el Cagu¨¢n, una regi¨®n del tama?o de Suiza que el ex presidente Andr¨¦s Pastrana (1998-2002) mantuvo desmilitarizada tres a?os para lograr un acuerdo de paz que nunca lleg¨®. En el Cagu¨¢n, las FARC recib¨ªan armas y manten¨ªan a sus secuestrados. Los colombianos recuerdan con pavor los a?os noventa. El pa¨ªs estaba a su merced. M¨¢s de 300 alcald¨ªas estaban cerradas. Los secuestros masivos en las carreteras (las "pescas milagrosas") eran retransmitidos por televisi¨®n. Bogot¨¢, cercada por varios frentes, sufr¨ªa el embate de brutales atentados con bomba. La guerrilla contaba entonces con 19.000 guerrilleros repartidos en 70 frentes.
Hoy, la situaci¨®n ha dado un vuelco. Los efectivos de las FARC se han reducido a la mitad. Los frentes no pasan de 45, algunos con un pu?ado de hombres. En seis a?os, los secuestros anuales han bajado de 2.883 a poco m¨¢s de 500. Los atentados, de 1.645 a 328. Las carreteras principales son de nuevo transitables. El Estado ha retomado el control del territorio, que era el principal objetivo de la Pol¨ªtica de Seguridad Democr¨¢tica dise?ada por Uribe. Y lo ha hecho a base de m¨¢s presencia de las fuerzas de seguridad y de m¨¢s acci¨®n social.
"Uribe ha puesto a las FARC a la defensiva", asegura un alto funcionario de la Organizaci¨®n de Estados Americanos (OEA) en Colombia. "Nunca han estado tan mal desde el punto de vista militar en sus 44 a?os. Pero ojo con el triunfalismo. La selva y la monta?a son refugios impresionantes, y ellos tienen una gran capacidad de adaptaci¨®n".
Por su componente mafioso y el poder del narcotr¨¢fico, las FARC no son una guerrilla convencional. Consciente de ello, el objetivo del Gobierno no es tanto liquidar a las FARC, tarea harto improbable, como forzarla a negociar sin condiciones. Pero el apoyo log¨ªstico y pol¨ªtico prestado a la guerrilla por Ecuador y Venezuela (que ha enviado armas y dinero) puede dificultar el empe?o de Colombia de poner fin a casi cuatro d¨¦cadas de horror.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.