Las encrucijadas del PNV
Los resultados del domingo han deparado en Euskadi algunos resultados significativos. No creo que pueda pensarse que el PSE no estaba en buena disposici¨®n para ser el partido m¨¢s votado, pero s¨ª que resultados tan brillantes no eran del todo esperados por los dirigentes socialistas. En la pr¨¢ctica electoral, es habitual que el PSE obtenga sus mejores resultados en las elecciones generales, mientras que al PNV le cuesta plasmar su ideario y su praxis pol¨ªticas en estos comicios. Por regla general, el PNV ha tenido en este tipo de elecciones objetivos m¨¢s limitados, como si desde su direcci¨®n se interiorizase que no son el terreno donde jugar la partida m¨¢s ambiciosa. No obstante, la direcci¨®n nacionalista tiene claro que contar con grupo parlamentario en Madrid es una condici¨®n para su estrategia pol¨ªtica.
Las urnas siempre hablan. Pero hay que escuchar y leer bien lo que dicen.
Transmite imagen de fragilidad, de no saber por qu¨¦ estas cosas le ocurren
Los resultados dibujan un mapa interesante, diferente. Hay partidos que desaparecen del Congreso, otros reducen su presencia y s¨®lo dos, CiU en Catalu?a y el PNV en Euskadi mantienen sus grupos. Termina dibuj¨¢ndose un sistema de bipartidismo imperfecto con dos grupos mayoritarios (PSOE y PP), dos grupos nacionalistas (CiU y PNV) y el caj¨®n de sastre que es el grupo mixto.
En el Pa¨ªs Vasco, el bipartidismo imperfecto lo es con menos intensidad. El ¨¦xito -sin precedentes en la reciente historia electoral- del socialismo condiciona los resultados de todos los dem¨¢s, incluidos los de aquellos que se creen a salvo de este tipo de influencias. Dir¨ªamos que, excepto el PSE, nadie ha ganado y todos pierden. Lo ha hecho en sus caladeros habituales de voto y en territorios menos proclives a la inercia ganadora, sobre todo en Vizcaya. Llaman la atenci¨®n otros hechos. El primero es que los partidos que sostienen al Gobierno salen tocados de este proceso. S¨®lo los dos nacionalistas (PNV y EA) pierden casi 150.000 votos respecto a 2004. Podr¨ªa tener menos importancia si fuese un dato coyuntural, pasajero. Pero las cifras acumuladas en los comicios dicen lo contrario: el descenso se vio en las elecciones auton¨®micas, en las municipales y vuelve a apreciarse en las generales.
Es decir, el ciclo electoral sostiene la idea de que algo le pasa al nacionalismo institucional. Este vive en el descenso en el n¨²mero de votos, paliado parcialmente por la impresi¨®n que transmite de control institucional en los tres territorios. Su posici¨®n tiene que ver con la habilidad para moverse en situaciones de minor¨ªa electoral y con las dudas que asaltan a sus contrincantes, pero la situaci¨®n no se corresponde con los resultados electorales. Es como si el PNV se hubiese acostumbrado a ganar aun cuando pierde.
Este hecho no relaja la perspectiva de que es el partido central en la din¨¢mica social y pol¨ªtica vasca. Pero, dicho esto, conviene avanzar algunas hip¨®tesis que ayuden a explicar "qu¨¦ le pasa" al partido jeltzale. Hay hechos que deben tenerse en cuenta. El primero es que las campa?as importan. Importan a los ciudadanos y debieran importar m¨¢s a los partidos porque, en muchos casos, es la forma racional de trasladar su perspectiva a ciudadanos que no entran en contacto con ellos sino en estas circunstancias. El PNV ha hecho una campa?a ¨¢tona, sin nervio ni creatividad, como si hubiese aceptado por adelantado los resultados electorales. Temas queridos para ¨¦l no han aparecido en campa?a y s¨®lo se han escuchado las soflamas menos pragm¨¢ticas ?Por qu¨¦ no hablar, por ejemplo, del medio ambiente, de seguridad, justicia, educaci¨®n, emigraci¨®n y Europa en sus m¨ªtines? ?Por qu¨¦ esconder su poder como partido bajo un discurso vac¨ªo, como si el programa estuviese sin programa? El segundo hecho es que los l¨ªderes son esenciales en campa?a. ?Sobre qui¨¦n pivotaba la del PNV?
Los resultados ponen de manifiesto otras cuestiones de las que aparentemente el PNV cre¨ªa estar exento. En la sociedad vasca emerge un tipo de votante que individualiza el voto, opta por uno u otro partido dependiendo de los intereses y de la percepci¨®n que se construye de ellos. Para este ciudadano, la oferta electoral opera en un mercado en el que puede elegir lo que le interese, o quedarse en casa si nadie le convence o si cree que su voto da lugar a equ¨ªvocos. Vamos a ver en el futuro c¨®mo afloran votantes sin complejos, sin definiciones a priori, pol¨ªticamente no enredados en bloques, pragm¨¢ticos, que miran la pol¨ªtica de frente, exigen explicaciones y no formas ni decisiones dadas por supuesto, dispuestos a participar en los actos electivos y eligiendo los candidatos y partidos que mejor representan sus intereses.
La imagen de la imbatibilidad del PNV ha salido da?ada de estos procesos electorales. Es verdad que los casi treinta a?os de gobierno le conducen a una situaci¨®n donde mantener el poder cada vez es m¨¢s dif¨ªcil -en Europa s¨®lo hay un partido que lleva m¨¢s a?os gobernando que el PNV, el Partido Social Cristiano de Baviera- y que, probablemente, se le nota cierta "fatiga de materiales". En contraste con su anterior fortaleza, el partido jeltzale transmite en los ¨²ltimos comicios imagen de fragilidad, de no saber por qu¨¦ estas cosas le ocurren. Probablemente no se trata, de simples p¨¦rdidas aritm¨¦ticas, sino que afecta a la imagen de confianza e imbatibilidad que hab¨ªa trasladado a la sociedad vasca. Y esto le obliga a pensar si no le ha llegado la hora de modernizar su proyecto pol¨ªtico porque las bases sobre las que hab¨ªa asentado el anterior -fortaleza municipal y auton¨®mica, austeridad, confianza en sus posibilidades y pol¨ªtica de alianzas donde ¨¦l era el que eleg¨ªa- se resquebrajan en parte. Las inc¨®gnitas se ciernen sobre este partido centenario porque se aprecian dudas, demasiadas dudas, sobre los caminos a seguir.
Lo que no puede hacer el PNV es obviar esas realidades. Es demasiado importante para la sociedad vasca como para permitirse tales lujos. Otra cosa es que algunas cuestiones que est¨¢n pendientes, entre otras, la consulta que auspicia el lehendakari, pueda ser el horizonte estrat¨¦gico del partido. Es significativo que las fuerzas que sostienen esta estrategia han salido perjudicadas de las urnas. Este dato podr¨¢ enmendarse e incluso "no verse", pero pesa como una losa sobre decisiones de tal calibre ?C¨®mo sostener una estrategia de esta naturaleza cuando las bases sociales y electorales sobre las que pretend¨ªa asentarla se van reduciendo progresivamente, elecci¨®n tras elecci¨®n?, o ?qu¨¦ decir de un tripartito castigado, una y otra vez, en las urnas? Las elecciones nunca son inocuas, siempre hablan. Otra cosa distinta es escuchar y leer bien lo que dicen.
Ander Gurrutxaga Abad es catedr¨¢tico de Sociolog¨ªa de la Universidad Pa¨ªs Vasco (UPV-EHU).
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