El genial "hacelotodo"
Antes de nada, me parece imprescindible se?alar que ¨¦sta es la primera exposici¨®n que se exhibe de Kurt Schwitters (Hannover, 1887-Londres, 1948) en una galer¨ªa privada de nuestro pa¨ªs y que lo hace, adem¨¢s, con una selecci¨®n de m¨¢s de veinte obras de su etapa m¨¢s interesante y feraz, entre 1920 y casi la v¨ªspera de su muerte, puesto que la muerte se cierra con media docena de collages fechados en 1947. Por lo dem¨¢s, aunque, seg¨²n creo, puede resultar innecesario "presentar" a una de las figuras mayores de la vanguardia internacional de la primera mitad del siglo XX, como as¨ª queda consignado en todos los manuales acad¨¦micos que estudian el tema, no quiero desperdiciar la oportunidad para resaltar, por lo menos, dos aspectos de su obra y de su proyecci¨®n ulterior. El primero de ellos es la formidable versatilidad creadora de Schwitters, muy bien comentada en el excelente pr¨®logo que le dedica en el cat¨¢logo de esta exposici¨®n Juan Manuel Bonet, que analiza c¨®mo este artista alem¨¢n, nacionalizado brit¨¢nico, no s¨®lo fue pintor y escultor, sino poeta de plural dimensi¨®n, hombre de teatro, fot¨®grafo, m¨²sico y "casi" arquitecto. Es cierto que esta versatilidad tuvo que ver inicialmente mucho con el revolc¨®n identitario al que someti¨® el dada¨ªsmo a la figura del artista, abri¨¦ndolo a casi todo, pero una cosa es predicar y otra, m¨¢s rara y dif¨ªcil, es cumplir con acierto los dictados ideales, como lo hizo, sin duda, Schwitters. El segundo aspecto se refiere a su influencia posterior, que es incalculable, porque sigue hoy operativa, pero, si se la quiere etiquetar, nos puede servir s¨®lo el indicar su conexi¨®n por el pop-art.
Kurt Schwitters
Galer¨ªa Leandro Navarro
Amor de Dios, 1. Madrid
Hasta el 27 de abril
As¨ª y con todo, puede resultar sorprendente que la fama actual de Schwitters sea comparativamente menos acusada que la de otros colegas contempor¨¢neos inferiores a ¨¦l, desajuste que se explica no s¨®lo por su total ausencia de infatuaci¨®n, sino, sobre todo, porque, como Paul Klee, trabaj¨®, m¨¢s que en peque?o formato, en una dimensi¨®n ¨ªntima. La clave de b¨®veda de su m¨¦todo creador fue el collage, pero no tanto o no s¨®lo porque hay muy pocos artistas del siglo XX que lo practicasen tanto y tan bien, sino porque elev¨® esta t¨¦cnica crucial de nuestra ¨¦poca a la categor¨ªa est¨¦tica; esto es: que hizo muchos collages, porque pensaba y creaba en collage. Luego est¨¢, por supuesto, la capacidad del "trapero" Schwitters para convertir cualquier detritus en la obra m¨¢s refinada y hermosa, as¨ª como hacer de cualquier plegamiento espacial un maravilloso venero conceptual. Por poner un ejemplo, siempre he identificado el interior del fant¨¢stico edificio del Guggenheim de Bilbao con la estructura de la famosa habitaci¨®n Merz de Schwitters, aunque obviamente da igual que Gehry fuera deliberadamente consciente de ello.
Con lo hasta aqu¨ª apuntado, es evidente que habr¨ªa muchas m¨¢s cosas que decir a prop¨®sito de la relevancia de Schwitters, pero, ci?¨¦ndonos a lo que se nos propone en la presente convocatoria en la prestigiosa e hist¨®rica galer¨ªa madrile?a donde ahora se exhibe, hay que a?adir que todas se reflejan en esta muestra, muy representativa t¨¦cnica y cronol¨®gicamente, adem¨¢s de muy bien seleccionada, lo que s¨®lo es posible con un gran esfuerzo y haber tocado muchas teclas internacionales. No s¨¦; pero, en este momento de alocados estruendos promocionales, resulta esta cita madrile?a con Schwitters muy especial y cautivadora. Por ¨²ltimo, me ha parecido un acierto que el recorrido de la misma se acabe con la proyecci¨®n sonora del registro de una hist¨®rica performance de este gran artista dotado de una muy bella y muy sorprendente voz. -
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.