El Juli, contra viento y marea
Se cortaron cuatro orejas, que bien pudieron ser m¨¢s y en justicia y seriedad debieron ser menos. Pero la plaza era ayer una bullanga continua. Todo val¨ªa, que val¨ªa todo. Se aplaud¨ªa lo poco bueno que hubo, lo bastante de regular y vulgar que pas¨®, y lo mucho de malo que regalaron dos de los espadas de turno. Pero daba igual. Todo val¨ªa, que val¨ªa todo. M¨¢s que nunca, ayer era necesario un curso acelerado de educaci¨®n para la ciudadan¨ªa, taurina, claro.
Comparar lo que hizo El Juli con lo que practicaron Rivera y El Fandi, es una ofensa. Un sacrilegio. Pero daba igual. Todo val¨ªa, que val¨ªa todo. Y en medio de tanto guirigay y algarab¨ªa, surgi¨® el toreo serio, responsable y profesional de El Juli. Una diferencia abismal. Pero a El Juli le perdonan pocas cosas. Por ejemplo, que no ponga banderillas. Mas para eso ya est¨¢ la exhibici¨®n atl¨¦tica de El Fandi o la vulgaridad voluntariosa de Rivera. El Juli va a otra cosa.
Jandilla / Rivera Ord¨®?ez, El Juli, El Fandi
Toros de Jandilla, justos de presencia, c¨®modos y muy manejables. Rivera Ord¨®?ez: palmas y vuelta. El Juli: oreja protestada y oreja. El Fandi: silencio y dos orejas. Plaza de Valencia, 15 de marzo. 9? de Feria. Lleno.
Ayer, El Juli tuvo un trato injusto. Casi despreciable. Fue mordido en su amor propio a ra¨ªz de protestarle la oreja cortada al segundo y en el brindis que hizo en el quinto. Aquella oreja, es verdad, fue de generosa concesi¨®n. Encogido el toro, sin entrega, todo lo puso el madrile?o. Faena trabajada. Consentida. Sin brillo pero de alto vuelo profesional. Ya con el toro muy a menos, esa labor tambi¨¦n muri¨® de muerte natural. Con el quinto sac¨® El Juli la verg¨¹enza torera. No consinti¨® que se mancillara su honor. Una lecci¨®n de honradez. Tir¨® del toro, muy pesado a la hora de tomar la muleta, sin trampa ni ventajas. Labor sorda, sin ruido, pero aut¨¦ntica. El toro embebido en la franela. Ganando terreno en cada muletazo y tambi¨¦n la voluntad del toro. Cuando el pescado fresco estaba vendido, El Juli ech¨® mano de la manta del efectismo. Pero hasta los circulares invertidos del remate tuvieron distinto sabor. Esta vez nadie protest¨® la oreja concedida. Fue de justicia.
Las dos orejas le cort¨® El Fandi al sexto. No se sabe bien por qu¨¦. Cuatro pares de banderillas, de portentosa exhibici¨®n, debieron ser motivo suficiente. Con la muleta, un recorrido de ca¨ªda libre por gran parte del ruedo. Y todo al son de una fanfarria carnavalesca que se sac¨® de la batuta el director de la banda. Tal para cual. En su primero, tras otra exhibici¨®n con los palos, muchas precauciones. Inseguridad. No saber qu¨¦ hacer. Parado el toro, El Fandi termin¨® por colgarse el cartelito de "fuera de servicio".
Rivera se puso efectista con el toro que abri¨® plaza. Superficial y rampl¨®n. Banderille¨® f¨¢cil y habilidoso al cuarto. Con la muleta, ¨¦l por un lado y el toro por otro. O, quiz¨¢s, ni juntos ni separados. Todo anodino. Pero todo val¨ªa, que val¨ªa todo.
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