Hacia el en¨¦simo cambio del PSPV
La victoria de ZP y la acomodaci¨®n de los socialistas valencianos a las derrotas electorales -16 sucesivas desde 1993- han mitigado los efectos del reciente batacazo del partido en el ¨¢mbito auton¨®mico. Ya no se habla apenas de los comicios pasados, sobradamente diseccionados en los medios de comunicaci¨®n y cen¨¢culos tertulianos. Ahora, a la espera de que los gestores y analistas del PSPV emitan su dictamen oficial, queda por responder una pregunta: ?sin la concurrencia de la vicepresidenta y ministros al frente de las listas hubiera sido mayor el desplome? Siendo as¨ª que no se ha producido el efecto llamada esperado cabe pensar que al menos haya funcionado el efecto contenci¨®n, que en ning¨²n caso maquilla siquiera la anemia de esta federaci¨®n perif¨¦rica, tan relajada en el marasmo.
Y ese es a nuestro entender el problema mollar del partido que nos ocupa: su acomodo a la mediocridad de las ambiciones, propias del car¨¢cter subalterno que tiene asumido y que, parad¨®jicamente, algunos de sus dirigentes describen en Madrid como un modelo de estabilidad. Hemos de suponer que el tr¨¢nsito de Mar¨ªa Teresa Fern¨¢ndez de la Vega por estos pagos se habr¨¢ traducido en una informaci¨®n m¨¢s atinada y menos tranquilizadora que la aludida. No es extra?o que, ante tan prolongada postraci¨®n, el mism¨ªsimo PP ind¨ªgena le haya perdido el temor y acaso el respeto al colectivo socialista, reput¨¢ndolo de t¨¢cticamente desnortado, pol¨ªticamente irredento y, encima, descabezado, circunstancia ¨¦sta que ni siquiera se percibe habida cuenta de los muchos a?os que arrastra sin contar con un liderazgo s¨®lido.
Liquidado el episodio electoral, el PSPV ha de afrontar su congreso ordinario al filo del pr¨®ximo verano, en el que te¨®ricamente habr¨¢ de abordarse el en¨¦simo cambio org¨¢nico, pero tambi¨¦n estrat¨¦gico a fin de adaptar el discurso a las transformaciones sociales producidas, como las recientemente diagnosticadas por Ximo Azagra y Joan Romero (Pa¨ªs perplex, Universitat de Val¨¨ncia). La gran cuesti¨®n que suscita este debate pendiente consiste en las proporciones en que se escanciar¨¢n las dosis de centrismo e izquierdismo que el partido postula con el fin de no perder sus ya p¨¢lidas credenciales y pueda, todo al tiempo, morder en las clientelas emergentes y en las menos conservadoras. Una dif¨ªcil alquimia y un desaf¨ªo te¨®rico por m¨¢s que el partido cuenta para ello con sobrados mimbres intelectuales, aunque otra cosa es que sean convocados o tengan ilusi¨®n por involucrarse en un nuevo empe?o.
Por lo general, cuando se invocan cambios en el marco de un partido se asocian a la renovaci¨®n de la c¨²pula dirigente y, sobre todo, de su secretario general, que constituye el cap¨ªtulo m¨¢s belicoso a la vez que indicativo y determinante de lo que ser¨¢ la praxis pol¨ªtica adoptada. Un cap¨ªtulo del que en el PSPV ya se han desvelado algunas p¨¢ginas con las candidaturas anunciadas de Jorge Alarte, Ximo Puig y algunos otros que pulsan su suerte y se tientan los machos. Jordi Sevilla, aspirante a participar en esta brega, ha optado por retirarse despu¨¦s de constatar que "las palancas del cambio est¨¢n oxidadas", lo que no es novedoso y se sobreentiende, pero que requer¨ªa cierta precisi¨®n por parte de tan cualificado observador, pues se?alando con el dedo quiz¨¢ aligerase el mecanismo tan trabado por el chamarileo de familias y padrinos que se resisten como gatos panza arriba a perder su ¨¢rea de influencia aunque sus funciones en estos momentos se limiten a dormitar en el pante¨®n del senado.
Si los socialistas valencianos -?o habr¨ªamos de decir centro-socialistas?- abonasen la esperanza quiz¨¢ deber¨ªamos pensar que han tomado conciencia de cu¨¢n necesario es que se sacudan las rutinas y propicien para su pr¨®xima direcci¨®n a una mujer o a un compa?ero de color, si lo tienen, un remedo de Hillary Clinton y de Barak Obama que sacuda los entusiasmos y abra nuevas expectativas en contraste con esos personajes amortizados que se vienen apuntando. Un ramalazo de viento fresco y verdaderamente renovador, en suma, para encararse con desparpajo y coraje al fatalismo de la derrota y la desoladora sensaci¨®n de que la hegemon¨ªa de esta derecha falaz que nos gobierna constituye el fin de la historia o la culminaci¨®n de mejor mundo posible en este Pa¨ªs Valenciano.
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