El sentimiento de ser brit¨¢nico
Hace falta un documento b¨¢sico de lo que representa pertenecer a Gran Breta?a, que deber¨ªa estudiarse por todos los que aspiran a convertirse en ciudadanos de pleno derecho
Estoy contento de ser ciudadano brit¨¢nico. Me gusta mi pa¨ªs. Hay muchos pa¨ªses que tienen mejor clima, pero pocos a los que me gustar¨ªa m¨¢s pertenecer. En Gran Breta?a hay mucho, en el pasado y en el presente, de lo que enorgullecerse, junto a otras cosas de las que deber¨ªamos avergonzarnos. Sin embargo, no me siento s¨²bdito de la reina; no porque tenga nada contra su majestad personalmente, sino porque me niego a ser s¨²bdito de nadie. El gran historiador suizo Jacob Burckhardt dijo que quer¨ªa que en su l¨¢pida figurasen las palabras "no fue s¨²bdito de nadie". Exactamente. En cuanto a la identidad nacional, mis lealtades emocionales y culturales, las cosas que me emocionan, en poes¨ªa, m¨²sica, historia y deportes, son m¨¢s inglesas que brit¨¢nicas. Incluso cuando la selecci¨®n inglesa de rugby juega tan mal como lo hizo el pasado fin de semana, no siento en ning¨²n momento la tentaci¨®n de ir con Escocia. Pero tengo otras identidades y lealtades, grandes y peque?as, como Oxford, y Londres, y Europa, y el mundo angl¨®fono, hasta llegar a un sentimiento liberal internacionalista de ser ciudadano del mundo.
Estoy contento de ser brit¨¢nico, pero tengo otras identidades: Oxford, Londres, Europa y el mundo angl¨®fono
Cuanto m¨¢s variada se vuelve una sociedad, m¨¢s importante es dejar claro lo que se tiene en com¨²n
Estas m¨²ltiples dimensiones definen y complican el debate sobre la ciudadan¨ªa que asoma de vez en cuando en Gran Breta?a desde hace, al menos, 20 a?os. El debate tiene su origen en la iniciativa Carta 88, que en 1988, para conmemorar el tercer centenario de la llamada Revoluci¨®n Gloriosa brit¨¢nica de 1688, contribuy¨® a iniciar una discusi¨®n sobre la necesidad de considerarnos ciudadanos y no meros s¨²bditos. Adquiri¨® nuevo ¨ªmpetu cuando lleg¨® al poder, en 1997, el nuevo laborismo de Tony Blair, que poco despu¨¦s cre¨® un grupo asesor sobre ciudadan¨ªa presidido por el polit¨®logo Bernard Crick. Al di¨¢logo se han incorporado numerosos elementos, entre ellos el impacto de las transferencias a Escocia, Gales e Irlanda del Norte, la integraci¨®n europea, la inmigraci¨®n, los disturbios raciales y el terrorismo yihadista de car¨¢cter local.
Desde que Gordon Brown se convirti¨® en primer ministro el pasado verano, este debate ha experimentado un crescendo. No pasa un mes sin que alg¨²n ministro, grupo asesor, think-tank o archip¨¢mpano lance una nueva iniciativa sobre "ciudadan¨ªa activa" (el Ministerio de Comunidades y Gobiernos Locales), "ciudadan¨ªa ganada" (el Ministerio del Interior, hablando de los inmigrantes), ciudadan¨ªa con una carta de derechos y responsabilidades (Ministerio de Justicia), ciudadan¨ªa con valores brit¨¢nicos a?adidos (primer ministro), ciudadan¨ªa m¨¢s nacionalismo progresista (David Goodhart, de la revista mensual Prospect), ciudadan¨ªa con identidad, cohesi¨®n y pertenencia a una comunidad (el Institute for Public Policy Research), ciudadan¨ªa con una guarnici¨®n de sharia (arzobispo de Canterbury), ciudadan¨ªa con carne y dos verduras (Partido Conservador), ciudadan¨ªa con patatas fritas, ciudadan¨ªa con pollo tikka masala.
Esta semana se ha publicado un "informe sobre la ciudadan¨ªa" del antiguo fiscal general Lord Goldsmith. Se nos promete que en los pr¨®ximos meses habr¨¢ una proposici¨®n del Gobierno para que se establezca una carta de derechos y responsabilidades y se inicie lo que se pretende que sea un debate nacional, a instancias tambi¨¦n del Gobierno, sobre una "declaraci¨®n brit¨¢nica de valores" que culmine en una cumbre de ciudadanos y otra propuesta al Parlamento. Con tanta reflexi¨®n sobre lo que significa ser ciudadano brit¨¢nico, no nos queda tiempo para ser ciudadanos brit¨¢nicos.
No obstante, se trata de un debate crucial que est¨¢ produci¨¦ndose en muchos pa¨ªses del mundo. Cuanto m¨¢s variada se vuelve una sociedad, m¨¢s importante es dejar claro qu¨¦ es lo que se tiene en com¨²n. En cualquier naci¨®n definida por una pertenencia c¨ªvica, y no ¨¦tnica, ciudadan¨ªa es el t¨¦rmino fundamental, y en Gran Breta?a, a diferencia de Francia o Estados Unidos, nuestras concepciones expl¨ªcitas de lo que es la ciudadan¨ªa no est¨¢n suficientemente desarrolladas. El informe Goldsmith ha recibido muchas cr¨ªticas en la prensa brit¨¢nica -sobre todo por su sugerencia de que todo el mundo jure lealtad a Su Majestad la reina-, pero la verdad es que contiene ciertos elementos acertados. S¨®lo hay que tener claro lo que puede funcionar en Gran Breta?a y lo que no.
Lo que no funciona en Gran Breta?a es el nacionalismo de estilo estadounidense, de mano en el coraz¨®n y saludo a la bandera, con un nuevo d¨ªa de fiesta nacional (sugerencia que apoya el informe Goldsmith) y la tarea de inculcar la identidad brit¨¢nica mediante una versi¨®n optimista y semim¨ªtica de "nuestra historia nacional (heroica)". No puede funcionar porque: a) Gran Breta?a es una naci¨®n formada por cuatro naciones; b) estamos en el siglo XXI, no en el XIX; c) los historiadores no deben vender mitos, y d) somos brit¨¢nicos, no estadounidenses. Lo siento, Gordon, no vale. Como contaba George Orwell que oy¨® cantar a una muchedumbre cockney en un pub de Londres: "Podr¨¢s hacer eso all¨ª, pero no puedes hacerlo aqu¨ª".
Otra posibilidad completamente impensable es la de extender a todos la obligaci¨®n del juramento de lealtad. Goldsmith anota lo que se supone que tienen que jurar hoy quienes adquieren la nacionalidad brit¨¢nica: "Yo juro por Dios Todopoderoso que, al convertirme en ciudadano brit¨¢nico, ser¨¦ fiel y guardar¨¦ verdadera lealtad a su majestad la reina Isabel II, sus herederos y sucesores con arreglo a la ley...".
Francamente, a m¨ª me gustan bastante las novelas rom¨¢nticas de sir Walter Scott, pero todo eso, en 2008, es un mont¨®n asombroso de bobadas anacr¨®nicas. En primer lugar, m¨¢s vale dejar en paz a Dios, ?no les parece? Segundo, ?qu¨¦ quiere decir "guardar¨¦ verdadera lealtad" a su majestad, y por qu¨¦ voy a tener que mostrar la misma cortes¨ªa con el pr¨ªncipe Guillermo, e incluso con Enrique? Pero es que luego sigue: "Entregar¨¦ mi lealtad al Reino Unido y respetar¨¦ sus derechos y libertades. Defender¨¦ sus valores democr¨¢ticos. Observar¨¦ sus leyes fielmente y cumplir¨¦ mis deberes y obligaciones como ciudadano brit¨¢nico". Mucho mejor. Eso s¨ª que estoy dispuesto a jurarlo solemnemente.
No es nada anacr¨®nico pensar que necesitamos una declaraci¨®n m¨¢s rotunda de los derechos y deberes de los ciudadanos brit¨¢nicos que refuerce el sentimiento de pertenencia y mutua obligaci¨®n. Goldsmith hace una labor muy ¨²til al enumerar cu¨¢les son esos derechos y deberes con arreglo a las leyes brit¨¢nicas actuales. Afirma, con raz¨®n, que lo que necesitamos no es un nuevo intento de codificar unos derechos y deberes legalmente vinculantes y "justiciables", sino una carta explicativa y, por as¨ª decir, did¨¢ctica, en ingl¨¦s comprensible. Me gustar¨ªa a?adir que la declaraci¨®n de valores que se propone deber¨ªa ser el pre¨¢mbulo a esa carta de derechos y deberes, y no un documento aparte. De todas formas, no deber¨ªa consistir m¨¢s que en unos cuantos p¨¢rrafos. Al fin y al cabo, dos de nuestros m¨¢s queridos valores brit¨¢nicos son la lucidez y la brevedad.
Ese documento b¨¢sico de lo que representa la ciudadan¨ªa brit¨¢nica deber¨ªa ser objeto de estudio para todo el mundo antes de poder ser ciudadano de pleno derecho: especialmente en el colegio, para la mayor¨ªa de la gente, y adem¨¢s para los que llegan a este pa¨ªs cuando son ya adultos o crecen aqu¨ª sin tener la nacionalidad. Deber¨ªa ir acompa?ado del requisito de ser capaz de desenvolverse en ingl¨¦s y los medios para hacerlo, unas clases de ciudadan¨ªa obligatorias (que el Gobierno ya ha instituido y est¨¢ tratando de mejorar) y ceremonias de nacionalizaci¨®n para los nuevos ciudadanos, que en algunos lugares ya han demostrado su eficacia. Es fundamental -y este Gobierno, como sus antecesores, lo ha olvidado de forma escandalosa- que todo el mundo tenga unos conocimientos fundamentales de historia de Gran Breta?a, incluida la historia de las naciones que la forman y las comunidades de origen inmigrante; no un mito nacionalista, sino una historia s¨®lida y cr¨ªtica. El informe Goldsmith apoya tambi¨¦n la excelente idea de que personas que tienen ya la ciudadan¨ªa "patrocinen" a los reci¨¦n llegados en su camino hasta conseguirla.
Estas medidas no son complicadas, pero requieren persistencia e imaginaci¨®n para convertirlas en realidad en las zonas en las que m¨¢s se necesitan. Tras 20 a?os de debate sobre lo que es ser ciudadanos activos, quiz¨¢ ha llegado el momento de hablar menos y hacer m¨¢s. Y lo que nos aguarda en Gran Breta?a es lo mismo que aguarda a muchos otros pa¨ªses libres, en un momento en el que todos nos encontramos con el desaf¨ªo que representa una diversidad cada vez mayor. -
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia
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