Otra restauraci¨®n derrotada
"Si crees que todo es posible, ven a la revuelta popular. Con cabeza y coraz¨®n montaremos est¨¢ revoluci¨®n". Despu¨¦s de haber encontrado gusto a manifestarse en la calle, con o sin obispos, la derecha nacional nos sorprendi¨® con una canci¨®n de campa?a que nos invitaba a la revoluci¨®n. El mundo al rev¨¦s. Naturalmente, a estas alturas, y despu¨¦s de la derrota del PP, est¨¢ canci¨®n ya s¨®lo queda como una de tantas an¨¦cdotas de una intensa contienda electoral. Pero es una se?al que nos permite recordar de qu¨¦ nos hemos librado.
A menudo, las semejanzas nos impiden ver las diferencias. En la medida en que es un l¨ªder ajeno a las viejas querellas ideol¨®gicas del socialismo, Zapatero asume, sin inquietud alguna, el paradigma liberal. Y sus pol¨ªticas econ¨®micas se mueven dentro de los l¨ªmites de la ortodoxia, en clara continuidad con las practicadas por los Gobiernos anteriores. Solbes-Rato-Solbes es una secuencia en que las diferencias no amagan la coincidencia en las opciones b¨¢sicas. Pero esta proximidad entre los dos partidos en las pol¨ªticas econ¨®micas, que es lo que m¨¢s directamente afecta al bienestar del ciudadano, y los buenos deseos expresados desde que se cerraron las urnas para que los dos grandes partidos busquen pactos y acuerdos en algunos temas fundamentales no deben hacernos olvidar que las dos victorias de Zapatero han servido para frenar dos intentos de restauraci¨®n conservadora, o sea, de rectificaci¨®n de la transici¨®n, a partir de un cierto blanqueamiento del franquismo y de una cierta negaci¨®n de la cultura pol¨ªtica de la democracia.
La primera restauraci¨®n la lider¨® Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, especialmente en su segundo mandato. Aznar sintoniz¨® con el entorno neoconservador del presidente Bush y pretendi¨® ser el profeta de aquella revoluci¨®n conservadora en Europa. Nos introdujo el virus de la concepci¨®n de la pol¨ªtica como lucha a muerte entre el bien y el mal, entre los amigos y los enemigos. Y vehicul¨®, aun a riesgo de fracturar Europa, la doctrina del choque de civilizaciones y de la guerra como instrumento principal de la lucha contra el terrorismo. Y como han demostrado documentos posteriores, meti¨® a Espa?a en la guerra de Irak con argumentos falsos a sabiendas de que lo eran. En la guerra encontr¨® su penitencia. Los ciudadanos irritados por el enga?o liquidaron con sus votos los sue?os restauradores de Aznar.
La segunda restauraci¨®n, que la derecha emprendi¨® despu¨¦s de que la revoluci¨®n conservadora perdiera virtualidad por su fracaso en Irak, fue ya en tiempos de Rajoy y cont¨® con una novedad importante: la participaci¨®n de la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica y de algunas de las fuerzas de choque del integrismo cat¨®lico como vanguardia revolucionaria. Aznar so?aba con ser part¨ªcipe de una revoluci¨®n moral de car¨¢cter universal. Rajoy ha tenido que contar con una revuelta de ¨¢mbito nacional, aunque con complicidades for¨¢neas. El advenimiento del cardenal Ratzinger al pontificado desempe?¨® un papel decisivo en este segundo intento restaurador. Benedicto XVI, partidario del retorno de la religi¨®n al espacio pol¨ªtico, aport¨® la coartada ideol¨®gica necesaria para sellar un s¨®lido pacto de movilizaci¨®n entre los obispos espa?oles y la derecha. Rajoy aportaba al proyecto restaurador una visi¨®n unitarista de Espa?a, cuya defensa incitaba a la revuelta; los obispos, la doctrina moral necesaria para salir a la calle cada vez que Zapatero pon¨ªa en marcha una reforma.
Por segunda vez, los ciudadanos se han cargado las pretensiones restauradoras de la derecha. La movilizaci¨®n en torno al PSOE de la gente de cultura laica y democr¨¢tica de izquierdas y de los nacionalistas perif¨¦ricos que tem¨ªan que la derecha cerrara Espa?a explica resultados como los obtenidos por los socialistas en Catalu?a o en el Pa¨ªs Vasco. De alg¨²n modo, el electorado perif¨¦rico ha comprometido a Zapatero a no caer en la trampa de volver al esp¨ªritu de nueva planta que emanaba de la restauraci¨®n pepera.
Una de las caracter¨ªsticas del zapaterismo es que opera como si el ¨¢mbito econ¨®mico y los ¨¢mbitos ideol¨®gicos y simb¨®licos fueran aut¨®nomos. Y en cierto modo, esta idea est¨¢ transferida al conjunto del sistema pol¨ªtico espa?ol. Por esta raz¨®n, PP y PSOE, estando en algunas cosas muy pr¨®ximos (los pactos en materia econ¨®mica, territorial o antiterrorista no son ninguna utop¨ªa), est¨¢n en otros terrenos muy alejados. De ah¨ª que las elecciones tengan una y otra vez la dimensi¨®n dram¨¢tica de enfrentamiento entre dos maneras radicalmente distintas de ver el mundo. Puesto que, como dice Rajoy, la derecha es perfectamente previsible, todo hace pensar que la guerra continuar¨¢. -
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