Gestionar resultados electorales
Estos d¨ªas de menor actividad institucional y social pueden facilitar digestiones m¨¢s sosegadas de los resultados electorales en Catalu?a. Sin duda, es m¨¢s f¨¢cil gestionar ¨¦xitos inesperados que fracasos no previstos, pero en ambos casos lo que conviene es prudencia. Surgen voces que extrapolan los resultados del 9 de marzo y que ven a los socialistas como protagonistas casi absolutos de la pol¨ªtica catalana en los a?os venideros. Otros lamen sus heridas y tratan de imaginar nuevos escenarios para el nacionalismo catal¨¢n. Los populares viven sin vivir en ellos, ya que si bien han aumentado su representaci¨®n, la distancia sideral que les separa de sus adversarios directos por el poder en Madrid descalifica su esfuerzo. Y la gente de Iniciativa y compa?¨ªa cuenta y recuenta para llegar a la conclusi¨®n de que su despliegue territorial empieza a ser s¨®lido, pero a costa de sus tradicionales baluartes en los barrios y las localidades de la periferia barcelonesa. Lo cierto es que deber¨ªamos ir todos con cuidado para no lastimarnos. Los escenarios pol¨ªticos y medi¨¢ticos en que se desarrolla la pol¨ªtica espa?ola no han dejado apenas espacio para nada que no fuera la virulenta confrontaci¨®n entre los dos polos magn¨¦ticos que representaban Zapatero y Rajoy. Pero no est¨¢ nada claro que los resultados sean trasladables sin m¨¢s a la escena pol¨ªtica catalana, cuando tenemos suficientes precedentes que sit¨²an al electorado catal¨¢n como experto en el llamado voto dual, o lo que es lo mismo, cantidad de gente que cambia de voto (o deja de votar) dependiendo del tipo de elecci¨®n de que se trate.
No est¨¢ nada claro que los resultados sean trasladables sin m¨¢s a la escena pol¨ªtica catalana
Una primera cuesti¨®n es saber si el PSC quiere cambiar de pareja de baile. Nos hemos acostumbrado en estos ¨²ltimos 30 a?os a que el gran dilema a la hora de escoger qui¨¦n mandaba en Catalu?a estaba planteado entre una opci¨®n de izquierda representada en primer lugar por el PSC y la opci¨®n m¨¢s conservadora, pero "del pa¨ªs", representada por la coalici¨®n de CiU. Despu¨¦s de las ¨²ltimas elecciones, ese dilema, ?ha quedado obsoleto? La pujanza del PSC y su abrumador poder institucional, ?exigen modificar su estrategia, sirviendo de paso a los intereses de Madrid? Si, como dicen algunos, su modelo de desarrollo y de crecimiento del pa¨ªs est¨¢ m¨¢s cerca de CiU que de ERC y de ICV-EUiA, ?deber¨ªa hacer casos a estos cantos de sirena-intereses y avanzar hacia la gran coalici¨®n en Catalu?a? Sus hasta ahora socios prioritarios han pagado y pagan algunos precios significativos por su posici¨®n institucional, aunque es evidente que tambi¨¦n logran muchas ventajas. El PSC tiene ante s¨ª la nada f¨¢cil tarea de convertir sus miles de votos de firmeza anti-PP en capital positivo de proyecto de pa¨ªs. Y no estar¨ªa nada mal que nos dijeran si piensan en un modelo federal, en c¨®mo van a perfilar su relaci¨®n con el PSOE, en qu¨¦ tipo de desarrollo o en qu¨¦ estrategia de recursos est¨¢n pensando. Llega un momento en que el discurso de "?que vienen, que vienen!" puede no lograr mantener cohesionado a un electorado muy disperso y contradictorio. Y eso pasa, en primer lugar, por saber qu¨¦ pol¨ªtica de alianzas van a practicar, evitando una perspectiva de tierra quemada para con sus socios actuales, y qui¨¦n sabe si futuros, de gobierno.
Todo ello depende tambi¨¦n de Zapatero. Por lo que parece, ha perdido votos en las franjas intermedias del electorado que ¨²ltimamente se disputan el PP y el PSOE. El 9 de marzo, esa derrama de votos centristas vino compensada por las ganancias en la periferia, lo que le permite consolidar su proyecto a medio plazo y le da la raz¨®n frente a quienes le acusaban de lanzar por la borda el capital de los ochenta del PSOE. Reforzando su alianza con la periferia nacionalista, consigue evitar mayor¨ªas alternativas y sigue aislando al PP. Pero ahora necesita buscar un acomodo mejor a las tensiones centro-periferia, con mecanismos federalizantes que han de implementarse en esta legislatura, para institucionalizar esa alianza impl¨ªcita y seguir recortando espacios a un PP con claras tendencias regionalistas. En efecto, la salida de la derrota sin paliativos del PP cabe buscarla en ese no explicitado entendimiento entre un Rajoy debilitado y una reforzada periferia regionalista y pepera que ha construido bases s¨®lidas en las que apoyar esos 10 millones de votos que no pueden despreciarse, por mucho que no hayan logrado desplazar a Zapatero.
Esquerra ha recogido mucha abstenci¨®n. Ser¨ªa peor si su gente simplemente hubiera cambiado de caballo. Pero es evidente que es dif¨ªcil mantener como reivindicaci¨®n inmediata la independencia, cuando la sensaci¨®n general era de que lo que nos est¨¢bamos jugando era "?Virgencita, que me quede como estoy!". El problema de ERC es CiU, y el problema de CiU es que no sabe qu¨¦ hacer con el capital pol¨ªtico que atesora y gestiona. La aparente fragilidad de ERC se fundamenta en la enorme ambig¨¹edad de CiU, que, como el perro del hortelano, ni hace ni deja hacer. Tenemos un electorado nacionalista, s¨®lido aunque baqueteado, dispuesto a seguir confiando en quien ilusione y muestre caminos sensatos por los que avanzar, extinguida la v¨ªa del qui dia passa, any empeny. No creo que Iniciativa deba tener miedo a seguir renovando mensajes y personas, evitando cortoplacismos y giros que ahora resultar¨ªan incomprensibles. Debe seguir apostando por otro futuro, otra v¨ªa de crecer y generar calidad de vida e igualdad. Y no puede sentirse atenazada en institucionalismos bloqueadores de su personalidad. No se trata de marcar perfil propio porque s¨ª. Seguramente, se puede apostar por otro futuro, movi¨¦ndose en las contradicciones de un partido de gobierno, pero sin caer en la trampa por la cual la gente acabe pensando que tu ¨²nico objetivo es seguir en el poder sea cual sea el precio. Lo mejor es evitar prisas excesivas. Y seguir pensando que la pol¨ªtica no se acaba en las elecciones ni en las instituciones, y que dentro de unos a?os, el escenario habr¨¢ cambiado. Siempre quedan partidos por jugar y los votantes seguir¨¢n discriminando elecci¨®n tras elecci¨®n.
Joan Subirats es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la UAB.
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