Si yo fuera Azdak
Van a asistir ustedes al making of de una cr¨ªtica en riguroso directo. Empiezo por un ayer ret¨®rico y en seguida paso al presente. Ayer vi El c¨ªrculo de tiza caucasiano, de Brecht, dirigida por Oriol Broggi, en el TNC. No recordaba que fuese tan aburrida, pero aparquemos eso de momento. Primera parte narcol¨¦ptica, subid¨®n en la segunda. Porque en la segunda sale el juez Azdak, un personaje de a¨²pa. Mitad Schweyk, mitad Galileo, mitad Falstaff. El pajarraco me trae una pregunta en el pico: ?fue Azdak una ocurrencia tard¨ªa de Brecht? O sea: ?por qu¨¦ se reserva ese rey de oros para la segunda parte, por el amor de Dios? Son las siete de la ma?ana. Desayuno. Releo la obra. Lo mejor de las tramas de Brecht es que nunca sabes por d¨®nde tirar¨¢n. Por la naturaleza misma de la bestia, y porque escrib¨ªa y reescrib¨ªa. Hay dos partes muy distintas que confluyen: la ordal¨ªa de Grusha y el aguafuerte de Azdak. Lucha entre se?ores feudales rusos, revuelta, matanza. La criada Grusha se hace cargo del beb¨¦ de su ama. Huye con ¨¦l, acosada por tirios y troyanos. Se casa con un anciano falsamente moribundo para que el cr¨ªo tenga leche, pero sigue esperando el retorno del hombre de su vida, que est¨¢ guerreando. En la segunda parte aparece Azdak, el rey de la funci¨®n. Un escribiente borracho, elevado a juez por carambola. Un Roy Bean georgiano. P¨ªcaro, libertario, cobarde, marrullero. No tiene moralidad, sino sentido com¨²n. Siempre cobra por los juicios, aunque va en contra de quienes m¨¢s pagan. Es tan imprevisible como el propio Brecht. Azdak juzgar¨¢, entre otras causas, la disputa entre Natela, la madre biol¨®gica, que ha reaparecido sana y salva, y Grusha, la madre adoptiva o "social". La primera abandon¨® al cr¨ªo, la segunda le cuid¨®, le aliment¨®, le educ¨®, y se jug¨® el tipo por ¨¦l.
Con Anna Lizar¨¢n entra la vida en ese escenario tan mono y tan sordo. La verdadera vida. La segunda parte es un verdadero festival Lizar¨¢n
Son las diez. He acabado la relectura. De nuevo la pregunta: ?por qu¨¦ no empieza con Azdak y se mete al p¨²blico en el bolsillo? Intento rastrear el proceso de composici¨®n. Pausa, ahora vuelvo. Ya estoy aqu¨ª. Las doce, se me ha ido media ma?ana. He buceado en varias biograf¨ªas: Esslin, Klaus Volker, Frederic Ewen. Sin ¨¦xito. S¨®lo s¨¦ que BB empez¨® a escribirla en su exilio dan¨¦s, en 1938. La retom¨® en 1940 (exilio sueco) y la complet¨® y estren¨® en Estados Unidos, en 1944. Ni una menci¨®n a la g¨¦nesis de Azdak. Ni siquiera dicen qui¨¦n la interpret¨®. Ella s¨ª, ella era Louise Rainer, casada entonces con Clifford Odets. La primera Grusha que vi fue Mar¨ªa Fernanda d'Oc¨®n, en el montaje de Alonso. Azdak era el enorme B¨®dalo. Octubre de 1974, en el Espa?ol de Barcelona. Yo era un mocete pero perdura el recuerdo de espectaculazo, de fuerza, de poder¨ªo. El siguiente recuerdo es m¨¢s pr¨®ximo, aunque tampoco tanto: abril de 1997. Once a?os hace, a lo tonto. Un montaje de Th¨¦?tre de Complicit¨¦, en el Olivier. Grusha era Juliet Stevenson y el propio Simon McBurney, director de la compa?¨ªa, interpretaba a un Azdak con gafas brechtianas. Reviso mis notas de entonces. Muy largo: "Tres horas y media". Pero no aparecen por ning¨²n lado palabras como "tost¨®n" o "fatiga gorda". Esto me recuerda que hemos de volver ya al montaje de Broggi. ?Ser¨¢ posible que s¨®lo dure dos horas cuarenta y cinco, con intermedio? ?No se me ha parado el reloj?
La traducci¨®n de Feliu Formosa, espl¨¦ndida. Bueno, lo que alcanc¨¦ a o¨ªr. Y estaba en la fila cinco. Y los actores llevaban micros. A algunos se les entend¨ªa -Marta Marco (Grusha), ?scar Mu?oz (Simon), Marissa Josa, M¨¤rcia Cister¨® (no enumero, porque hacen un mont¨®n de personajes)- pero predominaba el griter¨ªo y el farfulleo. ?Razones? Se me ocurre una. Broggi le ha encargado la escenograf¨ªa a Jean-Guy Lecat, el mago de los espacios vac¨ªos. Y el mago ha tenido una idea harto peregrina. ?Que la sala grande del Nacional tiene problemas de ac¨²stica? Pues duplicamos el escenario, hombre. ?branme ustedes la cosa hasta el fondo, hasta la puerta de entrada de decorados. Ya pondremos unas telitas por aqu¨ª y por all¨¢. Algunas de las telitas permiten efectos estupendos, no digo que no: la guerra quintaesenciada en sombras de estandartes sobre una gasa roja. Y hay arena. Y marionetas. Y unas m¨¢scaras. Y canciones, me olvidaba de las canciones de Paul Dessau. Quitando un par, el resto te cuentan lo que acabas de ver o lo que ver¨¢s acto seguido. El cantante se llama V¨ªctor Est¨¦vez y lo canta todo igual. Cuando la banda no le tapa, percibimos el inconfundible modelo "balada de rock catal¨¢n": voz de monaguillo que monta un Vespino y finge conducir una Harley. Llegamos al intermedio muy identificados con Grusha. O sea, con aspecto de haber cruzado medio C¨¢ucaso con un cr¨ªo al hombro. Si yo fuera Azdak, ese salom¨®nico canalla, en vez de ser un caballero espa?ol, les dir¨ªa: "Dividan en dos a esta criatura. Ah¨®rrense la letargia y s¨¢ltense tan guapamente la primera parte. Si se le ha escapado a Oriol Broggi, bien pueden dejarla escapar ustedes". Ya le han o¨ªdo, as¨ª es el p¨¢jaro. Y la p¨¢jara que lo encarna es de altos vuelos: la descomunal Anna Lizar¨¢n. Hace tiempo que se solt¨® el pelo: justo ah¨ª al lado, en Escenas de una ejecuci¨®n. La actriz se pasa veinte pueblos, remasca las palabras, subraya los gestos, es excesiva. Como Azdak, claro. Pero con ella entra la vida en ese escenario tan mono y tan sordo. La verdadera vida, ca¨®tica, turbulenta. La segunda parte es un verdadero festival Lizar¨¢n. Al se?or Brecht, que quer¨ªa a Ethel Merman como protagonista de Madre Coraje, le habr¨ªa encantado. Tambi¨¦n hay que decir que esa segunda parte ofrece un soberbio mano a mano con Marta Marco. Ah¨ª s¨ª que la vemos, y la o¨ªmos, y sentimos la fuerza de Grusha, en la escena del juicio. Cuando le canta la ca?a a Azdak. Escena antol¨®gica, pura emoci¨®n. Toda la intensidad que se esfum¨® antes, como el sonido, por los laterales. Por cierto, anticipo: hay emoci¨®n y talento y mucha risa y fenomenal juego de actores y actrices en Germanes, lo ¨²ltimo de Carol L¨®pez, en la Villarroel. Puede ser uno de los grandes ¨¦xitos de la temporada. Est¨¢ llenando, as¨ª que compren ya. Se lo cuento a la vuelta.
El c¨ªrculo de tiza caucasiano. Teatro Nacional de Catalu?a. Barcelona. Hasta el 6 de abril.
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