"Siniestro"
"En el cine de Villaronga el mal es contagioso, no como ideolog¨ªa sino como enfermedad". La sentencia, tan ajustada como profunda, tan cruel como desasosegante, es de Pilar Pedraza, profesora de Historia del Arte en la Universidad de Valencia, y est¨¢ incluida en su excelente estudio reci¨¦n publicado sobre la obra del director mallorqu¨ªn. A lo largo de su carrera, Agust¨ª Villaronga (Palma de Mallorca, 1953) ha sido calificado por la cr¨ªtica como "bicho raro", "rara avis", "transgresor", "marginal", "radical", "sadomasoquista" y hasta "catal¨¢n", pero Pedraza acierta de pleno al encontrar el mejor atributo para el director de pel¨ªculas como Tras el cristal (1986) o El mar (2000): "Siniestro". Un adjetivo que, al momento, queda completado por una precisa aclaraci¨®n: "No en el sentido peyorativo de macabro, sino en el freudiano que se refiere a la inquietante extra?eza, al retorno de lo reprimido". El ensayo de Pedraza (el primero editado en nuestro pa¨ªs sobre Villaronga) explora su obra sin m¨¢s apoyo que el de sus propias, y acertadas, conclusiones. No hay entrevista ad hoc con el director que ayude a conformar el ideario. S¨®lo un recorrido sistem¨¢tico, empezando por sus primeros cortometrajes, escrito con una ins¨®lita mezcla de altura intelectual y sencillez expositiva. Desde Tras el cristal, su primer largo, Villaronga se ha acercado al cine de g¨¦nero (el terror, el fant¨¢stico) de forma tangencial, para acabar trasladando sus historias a terreno propio, donde, como dice Pedraza, la venganza se confunde con la entrega mientras los verdugos y las v¨ªctimas participan del goce de la crueldad.
Agust¨ª Villaronga
Pilar Pedraza
Ediciones Akal. Madrid, 2007
119 p¨¢ginas. 9 euros
Desde La Habana, en conversaci¨®n telef¨®nica, Villaronga no se ve como un cineasta transgresor, al menos de forma consciente; como mucho, admite que la forma de tocar los temas resulta un tanto especial respecto de la ordinaria en el cine espa?ol. Unos modos a contracorriente que quiz¨¢ le han llevado a tener m¨¢s dificultades de las previstas en un hombre de su prestigio para financiar sus proyectos: "Mis pel¨ªculas miran al mundo de otra forma, quiz¨¢ cl¨ªnicamente, sin juzgar el bien y el mal del modo habitual, y sin juzgar moralmente a los personajes". Con tan s¨®lo seis pel¨ªculas en 22 a?os, Villaronga ha visto en repetidas ocasiones c¨®mo sus proyectos se ca¨ªan antes de empezar a rodarse, despu¨¦s de a?os de trabajo (el ¨²ltimo, su filme sobre la figura del poeta Jaime Gil de Biedma, protagonizado por Guillermo Toledo, que esperaba filmar en breve y que est¨¢ en barbecho tras la suspensi¨®n de pagos de su productor): "Puede que yo haya sido testarudo, en el sentido de querer hacer las pel¨ªculas siempre a mi modo, pero el hecho es que el cine espa?ol parece incapaz de asimilar proyectos m¨¢s arriesgados, de los que no crean beneficios exclusivamente econ¨®micos, algo que en otros pa¨ªses del mundo no ocurre".
Desorden amoroso. Turbiedad del deseo. Violencia obscena, cercana. Moral ambigua. Poes¨ªa de la crueldad. Im¨¢genes inadmisibles. El cine de Villaronga explora territorios poco frecuentados. Y, aunque a un paso un tanto renqueante, lo seguir¨¢ haciendo. El realizador prepara Pan negro, adaptaci¨®n de la novela del barcelon¨¦s Emili Teixidor, ambientada en la Catalu?a rural de los a?os cuarenta, y protagonizada una vez m¨¢s por ni?os. Unos cr¨ªos que, con toda seguridad, como los de Tras el cristal, El ni?o de la luna (1989), El mar o Aro Tolbukhin (2002), no mirar¨¢n, hablar¨¢n, pensar¨¢n y sentir¨¢n como los de la mayor¨ªa de las pel¨ªculas. "Los ni?os de Villaronga son personas y est¨¢n en la l¨ªnea dura rosselliniana m¨¢s que en la blanda de De Sica", afirma Pedraza en su estudio. "El ni?o ve. No es un imb¨¦cil", zanja el director. Directo, al grano. -
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