La realidad en blanco y negro
Fotograf¨ªas in¨¦ditas del maestro Francesc Catal¨¤-Roca retratan la Espa?a de los a?os cincuenta
"Yo pens¨¦ que hab¨ªa nacido en un momento inoportuno; ahora veo que no. Era la plenitud del blanco y negro, y el inicio de las miles de posibilidades del color. Fueron unos momentos en que nos hab¨ªamos acostumbrado a ver la realidad en blanco y negro. Hasta entonces todo hab¨ªa sido color en los cuadros, en los retablos, pero la fotograf¨ªa nos dio una realidad crom¨¢tica diferente con la que hac¨ªamos lo que los pintores: retratos. Y hasta la II Guerra Mundial nosotros hac¨ªamos lo que los pintores", as¨ª se explicaba Francesc Catal¨¤-Roca (1922-1998), uno de los fot¨®grafos esenciales de un tiempo y un pa¨ªs en el que han surgido un importante n¨²mero de extraordinarios fot¨®grafos.
Una parte in¨¦dita de esa plenitud en blanco y negro podr¨¢ verse a partir del martes en la galer¨ªa Tiempos Modernos de Madrid. Procede de su ingente archivo -180.000 fotograf¨ªas y 17.000 hojas de contacto- que sus herederos han cedido temporalmente al Colegio de Arquitectos de Catalu?a para clasificar, conservar, restaurar y difundir. A ello habr¨¢ que a?adir que la Espa?a que refleja, la de los a?os cincuenta, era tambi¨¦n un pa¨ªs de blancos y negros, con pocos o ning¨²n matiz de color.
Su archivo cuenta con 18.000 fotograf¨ªas y 17.000 hojas de contacto
Es el pa¨ªs de los tranv¨ªas, los guardias urbanos y las gentes de Las Ventas
"Yo ve¨ªa una escena en la calle y en mi cabeza surg¨ªa la fotograf¨ªa", dijo
Su concepto y su estilo est¨¢n muy cerca de lo que hizo Cartier-Bresson
Los caf¨¦s acog¨ªan a los que buscaban calor hogare?o en tiempos de pobreza
Una Espa?a que sal¨ªa lentamente de la autarqu¨ªa, que a¨²n no hab¨ªa recibido un turismo internacional que tanto cambiar¨ªa la vida cotidiana, con sabor a pobreza y represi¨®n por m¨¢s que algunos se?oritos consideraran que era una ¨¦poca dorada: "Ya no quedan aquellos camareros maravillosos que ten¨ªamos, que les ped¨ªamos un cortado, un no s¨¦ qu¨¦, mi tostada con crema, la m¨ªa con manteca colorada, cerdo, y a m¨ª uno de boquerones en vinagre y ven¨ªan y te lo tra¨ªan r¨¢pidamente y con una enorme eficacia", coment¨® recientemente el ex ministro del PP Miguel Arias Ca?ete sobre una comanda que, dicho sea de paso, equival¨ªa al men¨² de fin de semana de una familia sin tantos posibles, por ejemplo la del maravilloso camarero.
Catal¨¤-Roca muestra en estas fotograf¨ªas aquella Espa?a de los segadores, de las hogazas de pan y las vendedoras ambulantes con la dignidad de los delantales blancos, la de los artesanos de los caballos de madera y los toros de entrenamiento, la de las bicicletas y los peatones con bolsas en las manos, una Espa?a sombr¨ªa que tambi¨¦n vio, entre otros muchos, William Klein: la de los tranv¨ªas, los guardias urbanos y las gentes en los alrededores de Las Ventas. La de las calificaciones eclesi¨¢stico-morales de las pel¨ªculas ("gravemente peligrosa", anunciaban con frecuencia estimulando, naturalmente, la imaginaci¨®n morbosa de quienes hac¨ªan todo lo posible por verlas), la Espa?a que Arias Ca?ete no debi¨® de ver nunca deslumbrado como estaba por la eficacia de los camareros y que coincid¨ªa cronol¨®gicamente con la Italia del neorrealismo.
"Yo no soy un fot¨®grafo -explicaba Catal¨¤-Roca- de estos que van con la c¨¢mara pegada al hombro y disparan muchas fotograf¨ªas. No. Yo ve¨ªa una escena en la calle y en mi cabeza surg¨ªa la fotograf¨ªa. Luego iba con mi c¨¢mara, en aquellos a?os una Rollinflex, y recuperaba esa fracci¨®n de la realidad. Hac¨ªa muchachos tocando el ¨®rgano, escenas de toros, ni?os, ancianas, todo aquello que llamara mi atenci¨®n y que fuera algo que yo viera a punto de desaparecer". Hac¨ªa eso y mucho m¨¢s, como esa fant¨¢stica foto, El piropo, en la que el exultante joven que dice alg¨²n elogio o alguna barbaridad a dos modosas damas divide la escena callejera: a la izquierda tres sacerdotes y un polic¨ªa nacional; a la derecha, las impert¨¦rritas damas y la poblaci¨®n civil. Una instant¨¢nea que contiene un mundo.
Su concepto de la fotograf¨ªa, su estilo, est¨¢n muy cerca del de Cartier-Bresson, uno de los grandes maestros de todos los tiempos que, curiosamente, tambi¨¦n fotografi¨® la Espa?a marginal, la de los ilegales que tanto molestan a quienes desayunan copiosamente: "Tanto Bresson como yo reaccionamos casi violentamente contra la fotograf¨ªa manipulada que hac¨ªan Man Ray o mi mismo padre. Luego he comprendido que en su momento deb¨ªan hacerlo as¨ª, pero entonces me parec¨ªa horrible". Eran los tiempos de El cochecito y El pisito, a?os en los que los caf¨¦s acog¨ªan d¨ªa tras d¨ªa a todos aquellos que buscaban el calor humano, escasos como estaban de calefacci¨®n hogare?a, en los que los soldados paseaban por la Gran V¨ªa madrile?a sin otra cosa que hacer que mirar los escaparates o contemplar a las se?oras en los ratos de ocio que les dejaba el "Todo por la Patria".
En los a?os cincuenta todav¨ªa no hab¨ªan desembarcado en el poder los del Opus Dei. Fraga Iribarne ya era Consejero Nacional del Movimiento y Procurador en Cortes. Poco despu¨¦s ocupar¨ªa el ministerio de Informaci¨®n y Turismo. Curiosamente, una parte importante de la campa?a de imagen de Espa?a se la encarg¨® al fot¨®grafo serbio Josip Ciganovic aunque fot¨®grafos espa?oles como Catal¨¤-Roca, Pom¨¦s, Miserachs, Rivas, Su¨¢rez o Centelles ya hab¨ªan demostrado su excelente oficio. Paradojas de los conservadores: Espa?a y Fraga Iribarne eran diferentes. Quiz¨¢ una fotograf¨ªa como la de los gitanos en la falda de Montju?c no era oportuna. Ah¨ª est¨¢ representada la Espa?a que, suponemos, tanto molesta a Arias Ca?ete: madres con ni?os en brazos, descampados con aguas residuales, perros callejeros, espectadores con boina y un cuadro flamenco al que no le falta de nada salvo un lugar decente donde mostrar su arte. Seguro que no lejos de all¨ª hac¨ªa lo propio Carmen Amaya, prepar¨¢ndose con su gente para triunfar en Nueva York y asar sardinas en los somieres del Waldorf Astoria.
Sirvan, pues, estas fotograf¨ªas de homenaje a uno de los grandes cronistas gr¨¢ficos de una Espa?a que fue y afortunadamente ya no es cuando se acaban de cumplir los diez a?os de su muerte.
Babelia
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