Muere 'Cachao', la gran estrella del mambo
El m¨²sico fallece a los 89 a?os tras sufrir una enfermedad renal
Israel L¨®pez Cachao era un se?or afable pero circunspecto, muy lejos de la exuberancia que se atribuye a las figuras de la m¨²sica cubana. Parec¨ªa un buda de caoba, constantemente sorprendido de que la fama le llegara cuando ya hab¨ªa pasado la edad de jubilarse y la salud le traicionaba. Contrabajista y compositor de 89 a?os, fallec¨ªa ayer en un hospital de Miami, v¨ªctima de una dolencia renal.
Cachao, uno de los ¨²ltimos supervivientes de la edad dorada de la m¨²sica afrocubana, puede ser considerado uno de los inventores del mambo, aparte de popularizador de las descargas, el equivalente latino de las jam sessions jazz¨ªsticas. Sin embargo, nunca alardeaba de sus logros. No tuvo ning¨²n resquemor contra P¨¦rez Prado, al que reconoc¨ªa su habilidad para convertir el mambo en un ritmo aceptado mundialmente. Ni se ve¨ªa como propietario del concepto descarga: "Era algo que hac¨ªamos muchos m¨²sicos habaneros, por puro relajo".
El m¨²sico habanero era el vivo retrato del instrumentista modesto
El esp¨ªritu puritano y autoritario de la Revoluci¨®n le impuls¨® al exilio
Habanero del 14 de septiembre de 1918, pertenec¨ªa a una familia musical, donde todos dominaban al menos un instrumento. Se estren¨® en grupos cuando todav¨ªa llevaba pantalones cortos y recordaba poner m¨²sica a sesiones de cine mudo. Estudi¨® solfeo y, como muchos de los L¨®pez, se inclin¨® hacia el contrabajo, ingresando en la Filarm¨®nica de La Habana.
Corr¨ªan los a?os treinta y Cachao complementaba sus escasos ingresos cl¨¢sicos tocando en orquestas de m¨²sica popular, en teatros y salas de baile. Con su hermano, el pianista Orestes L¨®pez, entr¨® en Arca?o y sus Maravillas y juntos desarrollaron sincopados danzones propios: eran temas como Mambo (1938), que ellos encuadraron modestamente en la categor¨ªa de "ritmo nuevo". Fueron otros m¨²sicos, como P¨¦rez Prado, los que dieron forma comercial al mambo, convirti¨¦ndolo en una de las m¨²sicas m¨¢s salvajes de mediados del siglo XX.
Por temperamento, renunci¨® a dirigir una agrupaci¨®n y prefiri¨® ser un pluriempleado, trabajando en las bandas de Mariano Mercer¨®n, Jos¨¦ Antonio Fajardo o Bebo Vald¨¦s. La m¨²sica afrocubana hab¨ªa integrado el formato de jazz band y Cachao, hombre curioso, se interes¨® por otros hallazgos del jazz. Participaba regularmente en descargas y decidi¨® grabarlas. Convoc¨® a los m¨²sicos tras sus habituales trabajos nocturnos, los reuni¨® en un estudio y realiz¨® varios elep¨¦s que servir¨ªan de inspiraci¨®n a mil discos posteriores.
La llegada de la revoluci¨®n castrista, con su puritanismo y un desmedido af¨¢n regulador de todas las actividades, le impuls¨® al exilio. A finales de 1962, dej¨® a su familia y se subi¨® a un barco rumbo a Espa?a. Instalado en Madrid, toc¨® en La Riviera y otros locales de ocio. Pero aquel no era un buen ambiente para crear: Cachao se alojaba en una pensi¨®n y todos los d¨ªas deb¨ªa aguantar los sermones de otro cliente, un cura fan¨¢tico que le aseguraba que iba por el camino de la perdici¨®n.
En cuanto arregl¨® los papeles, se traslad¨® a EE UU. En Nueva York sab¨ªan qui¨¦n era y encontr¨® trabajo f¨¢cilmente: Machito, Tito Rodr¨ªguez, C¨¢ndido, Tito Puente, Chico O'Farrill, Eddie Palmieri o Lou P¨¦rez fueron sus nuevos jefes. Por su habilidad para improvisar, tuvo m¨¢s oportunidades en el mundo del latin jazz que en el de la entonces pujante salsa, aunque se puede encontrar su nombre en algunas contraportadas de Fania.
En los a?os ochenta, buscando un clima m¨¢s ben¨¦volo, se traslad¨® a Miami. Pero la industria de la m¨²sica latina de Florida no ten¨ªa hueco para un veterano de su categor¨ªa y termin¨® gan¨¢ndose los frijoles en lo que ¨¦l llamaba "un grupito de la BBC, de Bodas, Bautizos y Comuniones". Siempre profesional, hasta se aprendi¨® canciones jud¨ªas, para complacer a la numerosa comunidad hebraica de la ciudad. Incluso renunci¨® al voluminoso contrabajo para tocar instrumentos m¨¢s transportables.
Le rescat¨® de la oscuridad un amante de los viejos sonidos y percusionista aficionado, el actor Andy Garc¨ªa, que le dedic¨® un vibrante documental, Cachao: como su ritmo no hay dos. A trav¨¦s de Garc¨ªa, conect¨® con Gloria y Emilio Estefan, entonces reyes del Miami latino, que le dieron bola en Mi tierra, el primer disco retro de m¨²sica cubana pensado para el gran p¨²blico, y que continuaron recurriendo a sus servicios. Cachao aglutin¨® entonces unos deslumbrantes discos estelares, los vol¨²menes de Master Sessions, que le dieron un reconocimiento tard¨ªo. Pudo recorrer todo el mundo, d¨¢ndose el capricho de volver a actuar en La Riviera madrile?a, pero como primera figura.
Con una excepci¨®n. Aunque gan¨® el premio Grammy, en Cuba sigui¨® en el ostracismo. Incluso en los medios musicales, donde le confund¨ªan: all¨ª existe otra generaci¨®n de contrabajistas con su mismo apellido, como su sobrino Orlando Cacha¨ªto L¨®pez.
Babelia
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