La defensa de El Cabanyal
La sentencia cuyo fallo hizo p¨²blico el pasado 13 de marzo el Tribunal Supremo despeja a favor del Ayuntamiento el camino legal del proyecto, tras una d¨¦cada de pleito con los afectados. Sin embargo, esa resoluci¨®n est¨¢ lejos de convertir la prolongaci¨®n de la avenida de Blasco Ib¨¢?ez por El Cabanyal en una opci¨®n urban¨ªstica indiscutible. Parecer¨ªa superfluo recordarlo si no reinara en Valencia ese clima de descalificaci¨®n sumaria del discrepante que aviv¨® una vez m¨¢s la alcaldesa Rita Barber¨¢ al arrojar con desparpajo a las tinieblas de la "izquierda radical" a quienes han luchado contra la expropiaci¨®n y, de rebote, a todos los que no est¨¢n de acuerdo con su en¨¦rgico plan.
Derribar 450 inmuebles, en los que hay m¨¢s de 1.600 viviendas, para que la vieja aspiraci¨®n de la "avenida de Valencia al mar" se consume en una rotonda gigantesca junto a la playa, no es ilegal (lo ha dicho el tribunal, aunque todav¨ªa no haya hecho p¨²blicos sus argumentos), pero ha de poderse discutir con criterios urban¨ªsticos, sociales y patrimoniales si es que no hemos decidido dimitir como sociedad civil. En la Escuela de Arquitectura de Valencia se ha planteado a los estudiantes decenas de veces como ejercicio la sutura de la gran avenida y el viejo tejido urbano del Mar¨ªtimo. ?Por qu¨¦ no puede acabar la avenida de Blasco Ib¨¢?ez en una rotonda unos cientos de metros antes de llegar al mar, donde hoy se topa con la delicada trama de El Cabanyal? ?De verdad es necesario partir el barrio en dos? Parece mentira que, hoy, todav¨ªa haya que reivindicar el valor democr¨¢tico de decir que no.
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