Irse de putas
El individuo tiene una de esas cabezas de bisonte que se unen al torso con un cuello que yo no podr¨ªa abarcar con las manos; eso en el caso hipot¨¦tico de que quisiera ahogarle. Lamentablemente se plantear¨ªa como meta imposible, porque es uno de esos t¨ªos que, antes de olerte las intenciones, ya te han dado un cabezazo que te deja la cara como una moneda. Le est¨¢n haciendo una entrevista en La Primera sobre la prostituci¨®n. ?l es due?o de una casa de putas, y en el momento de la grabaci¨®n est¨¢ en un jard¨ªn con piscina y estatuas de esas de la antig¨¹edad que se compran en las autopistas. No s¨¦ si est¨¢ en la casa de su se?ora o en la casa de putas, pero lo mismo da. A m¨ª los jardines con estatuas (y he tenido que ver muchos, desgraciadamente, en mi turbio pasado en la sierra de Madrid) siempre me han olido a putiferio. Pero volvamos al meubl¨¦. El hombre, ese t¨ªpico due?o de puticlub que esconde en su interior el coraz¨®n de un fil¨®sofo, afirma que las putas siempre han existido y siempre existir¨¢n. El reportero le dice entonces que si lo ve como algo tan natural, no le importar¨ªa que su hija se dedicara a la prostituci¨®n. Por cierto, no s¨¦ si recuerdan algo que los ni?os o¨ªamos decir a los mayores: "la hija le sali¨® puta", o "el hijo le sali¨® un golfo", o "le sali¨® drogadicto", como si fueran defectos de f¨¢brica que marcaran a la gente con destinos inexorables. Entonces nadie se planteaba c¨®mo encajaban los ni?os los comentarios de los mayores, era un tiempo anterior a la sobreprotecci¨®n infantil. El caso es que en mi mente de ni?a fantasiosa y tremendamente aprensiva se encend¨ªa una alarma: "Mira que si he salido puta", me dec¨ªa, y andaba durante unos d¨ªas cabizbaja, atormentada, pensando que a lo mejor me ver¨ªa abocada a vivir en una de esas casas misteriosas que ve¨ªamos al pasar en las llanuras de La Mancha. Con lo poco que me gustaba a m¨ª el campo ya por entonces. Pero no nos perdamos en entra?ables recuerdos. La cosa es que, ante la mal¨¦vola pregunta del periodista, el hombre prostibular no se arredra, y dice: "Esta posibilidad ya me la han planteado en otros programas". De sus palabras deduzco que hay una tertulia televisiva a la que van tambi¨¦n due?os de puticlubs. Lo cual, visto lo visto, me parece megal¨®gico. "Y le voy a hablar con total sinceridad", dice nuestro h¨¦roe. "No, no me gustar¨ªa que fuera puta; ahora, como le digo una cosa, le digo la otra: tampoco me gustar¨ªa que fuera una feminista que trabajara en una ONG". No hay que ser muy perspicaz para entender que si ese padre tuviera que inclinarse por una de esas dos profesiones, puta o feminista (de ONG), el hombre se decidir¨ªa por puta. Ah¨ª entendemos que habla su alma de empresario. Si la ni?a fuera puta podr¨ªa ascender a madame, siguiendo los pasos de su padre, lo cual es enternecedor; pero si fuera feminista (de ONG), la muy desagradecida le despreciar¨ªa. Eso si no intentaba cerrarle el negocio. Las hijas... En estas ¨²ltimas dos semanas se ha hablado mucho de hijas que, ay, salieron putas. Ashley Alexandra Dupre, de nombre de guerra Kristen, achacaba a su pasado de hija de familia disfuncional la deriva que tom¨® su vida. Un poco siguiendo la teor¨ªa jeanettiana de "soy rebelde porque el mundo me ha hecho as¨ª". Ella quer¨ªa ser cantante, pero acab¨® en el hotel Mayfair con el cliente n¨²mero 9, el que no quer¨ªa cond¨®n. La maldita curiosidad me ha llevado a buscar su p¨¢gina en Internet a fin de comprobar si la chica ten¨ªa futuro como cantante y la sociedad la arroj¨® al arroyo sin darle siquiera una oportunidad. Bueno, seamos tan sinceros como el due?o del prost¨ªbulo: la muchacha canta que es un horror. Pero bueno, tambi¨¦n son cantantes Victoria Adams y Chikilicuatre. Eso no significa, como ella da a entender en el sentido texto con el que se presenta (y que yo he tenido las narices de leerme), que la ¨²nica salida que le queda a una cuando no cuaja en el mundo de la canci¨®n sea meterse a Kristen. Pero lejos de m¨ª la intenci¨®n de juzgarla. Que el cielo la juzgue. Tambi¨¦n hemos tenido nuestro episodio nacional de sexo, pol¨ªtica y tarjetas bancarias. Pero lo sucedido en Palma es a¨²n m¨¢s cutre porque la tarjeta era del Ayuntamiento, y porque, m¨¢s a¨²n incluso que la estafa econ¨®mica ha estado la estafa ideol¨®gica y la estafa a la familia, que piensa que eres una cosa y eres la contraria. Pero no hay duda de que los americanos siempre se llevan la palma en las situaciones retorcidas. Ya lo han visto y le¨ªdo: el nuevo gobernador de Nueva York, antes de que se le saquen los colores, confiesa que ha vivido, que tuvo un rollo, que su se?ora se enter¨®, que adem¨¢s su se?ora tuvo otro, que ¨¦l se enter¨®, que lo han superado; que, por tanto, est¨¢n bendecidos por esa ret¨®rica b¨ªblica que reconoce m¨¢s m¨¦rito al que ha ca¨ªdo en el pecado, pero ha sabido sobreponerse y retomar el camino de la virtud. Pero lo que yo he encontrado m¨¢s inaudito de la confesi¨®n de este David Paterson es ese dejar claro que sus escarceos sexuales fueron en un hotel modestito, y que los gastos que le ocasionaba la amante en cuesti¨®n corrieron de su bolsillo y no del contribuyente. O sea, que a las se?oras hay que pagarlas; o sea, que es una forma de llamar puta a la se?ora finamente. A ¨¦sa, o a todas, no se sabe.
A m¨ª los jardines con estatuas siempre me han olido a putiferio. Pero volvamos al 'meubl¨¦'
Hemos tenido nuestro episodio nacional de sexo, pol¨ªtica y tarjetas bancarias. Pero lo de Palma es a¨²n m¨¢s cutre
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