"La hegemon¨ªa nacionalista era artificial y exagerada"
"S¨ª har¨ªa falta una renovaci¨®n personal en el caso de Ibarretxe"
Santiago de Pablo (Tabuenca, Zaragoza, 1959), catedr¨¢tico de Historia Contempor¨¢nea de la UPV, es coautor de El p¨¦ndulo patri¨®tico. Historia del Partido Nacionalista Vasco.
Pregunta. ?Le est¨¢ pasando algo hist¨®ricamente nuevo al nacionalismo?
Respuesta. Con perspectiva hist¨®rica, no es un momento ¨²nico. Estas crisis han existido m¨¢s de una vez en la historia, sobre todo en la del PNV.
P. No cree, pues, que se trate de una encrucijada.
R. Es una encrucijada importante, pero no tanto como hist¨®rica. Si en las auton¨®micas el PNV pierde el poder, s¨ª estaremos ante un cambio hist¨®rico, iniciado no en estas elecciones, sino hace ya un tiempo.
P. ?Hay una referencia hist¨®rica para esto?
R. En la Restauraci¨®n y en la Rep¨²blica hubo tambi¨¦n altibajos, dependiendo del tipo de elecciones y de la coyuntura pol¨ªtica. Por ejemplo, tras las elecciones de 1917, el PNV sufre problemas internos y en 1919 acusa un baj¨®n muy potente. Lo mismo le ocurre en 1936, despu¨¦s de haber sido el partido m¨¢s votado tres a?os antes.
"La salida para el nacionalismo est¨¢ en la vuelta a la transversalidad"
"La unificaci¨®n no resolver¨ªa sus problemas y es imposible"
"S¨ª har¨ªa falta una renovaci¨®n personal en el caso de Ibarretxe"
P. Pero ahora hay treinta a?os de democracia y de ejercicio ininterrumpido del poder por medio. ?Por qu¨¦, en tan buenas condiciones, el nacionalismo no crece, sino al rev¨¦s?
R. S¨ª, eso es muy diferente. Los anteriores periodos democr¨¢ticos fueron muy cortos, y es cierto que la tendencia a bajar se mantiene desde 1986. Puede haber una necesidad de cambio, ah¨ª est¨¢ el ejemplo de Catalu?a. Treinta a?os permiten construir muchas redes sociales, pero tambi¨¦n queman a mucha gente. Parece l¨®gico que tras tantos a?os de gobernar el mismo partido se vea como bueno un cambio. Las pr¨®ximas auton¨®micas van a ser m¨¢s decisivas que ¨¦stas.
P. ?Es importante la divisi¨®n en cuatro partidos? ?La unificaci¨®n resolver¨ªa sus problemas?
R. No, y es imposible. Hay proyectos muy distintos. El del PNV y Batasuna para empezar. Aguirre o Irujo ya vieron a ETA como un c¨¢ncer y el PNV deber¨ªa tener en cuenta que ya han salido escaldados de algunas experiencias. El caso de EA, que tiene su propio problema de encaje, es distinto, pero no creo que su existencia sea sustancial. Entiendo que Urkullu quiera ver que eso es lo que le ha hecho perder, pero tiene que ir m¨¢s al fondo.
P. ?La aproximaci¨®n electoral indica un fin del ciclo de la hegemon¨ªa nacionalista?
R. Eso s¨ª, y a la larga ser¨¢ hist¨®rico. Creo que esa hegemon¨ªa nacionalista tan exagerada de hace veinte a?os era artificial. El terrorismo influy¨®, a ras de pueblo, en eso. Ahora, y a pesar de que ETA siga matando, se ha perdido miedo y eso permite una recuperaci¨®n de espacios sociales por parte de los no nacionalistas. Est¨¢ habiendo un cambio a m¨¢s pluralidad y a un mapa m¨¢s real. El anterior no lo era del todo.
P. A lo mejor la sociedad vasca est¨¢ en realidad muy normalizada, y la normalizaci¨®n de la que hablan los nacionalistas no le importa tanto.
R. Algo de eso hay. En la Restauraci¨®n se acu?¨® la expresi¨®n de la Espa?a real frente a la oficial. Eso est¨¢ pasando en Euskadi. Yo lo veo en las aulas. Entre las representaciones pol¨ªticas y lo que hay en ellas, entre la Euskadi oficial y la Euskadi real. Hay mayor normalidad de la que los pol¨ªticos creen.
P. ?D¨®nde puede encontrar el nacionalismo las referencias hist¨®ricas para reubicarse?
R. Su salida est¨¢ en la vuelta a la integraci¨®n y la transversalidad. Eso hicieron Jos¨¦ Antonio Aguirre y Manuel de Irujo, que tambi¨¦n tuvieron, al final de la guerra y en el exilio, sus etapas de exclusivismo, radicalidad y soberanismo puro.
P. Pero no hay guerra ni exilio. ?Es posible en democracia, cuando todo ocurre ante los ojos de todos, que el mismo l¨ªder pueda hacer una cosa y su contraria? ?Ve a Ibarretxe liderando la transversalidad?.
R. Pienso que no. Ah¨ª s¨ª har¨ªa falta una renovaci¨®n personal, aunque ¨¦l tambi¨¦n ha tenido su propio p¨¦ndulo. Recordemos el primer Gobierno de Aznar, cuando protagoniz¨® importantes acuerdos, hasta el punto de que Rato le cit¨® como un posible buen ministro cuando barajaban la entrada de un nacionalista en el Gobierno.
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