La fuerza de Zapatero
Sabemos que no hay mayor debilidad que la ignorancia de la propia fuerza pero tambi¨¦n que el conocimiento de las propias debilidades tiene la virtud de transmutarse en fuerza adicional. Esta segunda ecuaci¨®n es la que ha utilizado con ventaja Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero en sus mejores momentos. Buena prueba de ello ha sido su decisi¨®n de comprometer a toda costa, antes de las elecciones del 9 de marzo, la continuidad de Pedro Solbes como vicepresidente del Gobierno si sal¨ªa victorioso de los comicios. Como en la canci¨®n infantil, el demonio -Jordi Sevilla- le estaba diciendo a la oreja que en dos tardes se pondr¨ªa al tanto de todo lo referente a la Econom¨ªa pero Zapatero rehus¨® el consejo, desconfi¨® de s¨ª mismo, renunci¨® a la comodidad, tuvo la inteligencia de reconocer sus debilidades en la materia y supo calcular el impacto decisivo que tendr¨ªa el efecto Solbes.
Al presidente le toca ahora relevar a quienes todav¨ªa proclaman su vocaci¨®n de servicio
Reconozcamos la frialdad de ZP quien, por encima de los desencuentros con su vicepresidente, objetor a lo largo de la pasada legislatura de muchas de las iniciativas lanzadas desde Moncloa y capaz de disentir de las habilidades opar¨ªsticas [neologismo derivado de OPA] de Miguel Sebasti¨¢n, titular de la Oficina Econ¨®mica de la Presidencia, vislumbr¨® la conveniencia de mantener a su colaborador. Qu¨¦ interesante, llegados aqu¨ª, observar los l¨ªmites de los expertos en comunicaci¨®n, empe?ados en sostener que los fallos del Gobierno se circunscrib¨ªan a esta materia. Porque nadie dir¨ªa que Solbes contaba en su haber con especiales facultades para comparecer ante los medios y pasar el mensaje y, sin embargo, el debate decisivo en televisi¨®n no fue ninguno de los dos cara a cara entre los candidatos Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero y Mariano Rajoy, sino el que d¨ªas antes mantuvieron ese funcionario aburrido al que algunos quieren reducir la figura de Pedro Solbes y Manuel Pizarro, la estrella fulgurante fichada por el PP como si se tratara de uno de esos futbolistas gal¨¢cticos desequilibrantes.
Recordemos que, de pie ante el atril con un ojo averiado, sin levantar la voz ni ampararse en gesticulaci¨®n alguna, Solbes sac¨® limpiamente del plat¨® a su contrincante y lo dej¨® desprovisto de credibilidad alguna hacia una pr¨¦dica estudiada de triunfalismo catastrofista, sobre la que el PP quer¨ªa basar su estrategia electoral. Se trataba de probar en qu¨¦ manos ser¨ªa preferible dejar la Econom¨ªa en los tiempos de turbulencia que asomaban y al final hubo unanimidad favorable al vicepresidente. Con Solbes en la sala de m¨¢quinas todos supieron que la solvencia de la siguiente legislatura quedaba garantizada. Ahora, crucemos los dedos, la cuesti¨®n es que se le reconozcan los m¨¦ritos y tenga la autonom¨ªa precisa para conformar el equipo que deba acompa?arle en los ministerios que se nuclean alrededor de Econom¨ªa y Hacienda sin intromisiones perturbadoras cualquiera que sea su procedencia, bien sea del PSOE o de las comunidades aut¨®nomas que se sientan con derecho a meter la cuchara.
Otro puntal sobre el que se ha apoyado ZP es Jos¨¦ Antonio Alonso. Ministro del Interior en la primera etapa del Gobierno, sin que se le pudiera anotar en su haber chapuza alguna en tan dif¨ªcil cartera. Pas¨® despu¨¦s a Defensa para relevar a Jos¨¦ Bono que impuso su salida del Gabinete para atender mejor a su familia a la que ahora vuelve a sacrificar para encumbrarse a la Presidencia del Congreso de los Diputados en una nueva prueba de su vocaci¨®n de servicio. Entonces el departamento al que llegaba Alonso parec¨ªa sintonizar con las conocidas exaltaciones de ese patriotismo singular, en ocasiones chirriante, de su predecesor. Pero Alonso se puso a la tarea, busc¨® el consenso con el principal partido de la oposici¨®n, evit¨® estridencias, encontr¨® su sitio, form¨® su equipo, gan¨® prestigio en la Alianza Atl¨¢ntica y en los ¨¢mbitos de la Pol¨ªtica Com¨²n de Seguridad y Defensa de la UE. Demostr¨® criterio y se gan¨® el aprecio de los Ej¨¦rcitos sin incidente alguno. Del ministro Alonso se subraya la antigua e invariable amistad con ZP, tal vez por ello ha sabido disentir en ocasiones del presidente aportando sus razones, convencido de que la lealtad pasa por la claridad y no se nutre de sumisiones cerriles.
Con Alonso estamos ante otra excepci¨®n porque sin dedicarse a cultivar jard¨ªn alguno de periodistas bons¨¢is, los medios de comunicaci¨®n le han reconocido sin regateos su acierto, igual que ha sucedido con las encuestas. ZP quer¨ªa proponerle al Grupo Parlamentario Socialista como portavoz y ha tenido que vencer sus resistencias, lo mismo que en el caso de Solbes. Ahora al presidente le toca superar otras dificultades mayores: las de relevar a quienes todav¨ªa proclaman su vocaci¨®n de servicio y las de consolar a los aspirantes para los que no haya sitio a la mesa del Consejo de Ministros. Esperemos que mantenga la lucidez, sin dar paso al aturdimiento de los tiralevitas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.