Peticiones del elector
Sin ¨¢nimo alguno de ahondar en la herida, posiblemente una de las causas por las que en las pasadas elecciones el PP no lleg¨® (y el PSOE no se sali¨®) fue el haber recurrido a la microeconom¨ªa, a los "problemas reales de los espa?oles", en expresi¨®n de Mariano Rajoy. Un recurso adem¨¢s de tard¨ªo, escasamente cre¨ªble. Ya Manuel Fraga, quien con toda seguridad no hizo la compra ni un s¨®lo d¨ªa en su dilatada vida de servicio p¨²blico, recitaba la lista de precios del garbanzo o de las lentejas en los debates parlamentarios contra Felipe Gonz¨¢lez, con los mismos resultados. Cualquier pol¨ªtico sabe, por mucho que haya bramado lo contrario desde los bancos de la oposici¨®n, que sus posibilidades de influir en la cesta de compra son escasas. Y tanto o m¨¢s lo saben los electores.
El PP deber¨ªa despegarse de movimientos que consideran el gallego como una insolencia del servicio
Lo apunto para intentar evitar lo que se nos avecina en la precampa?a de las auton¨®micas. En Galicia, cualquier debate pol¨ªtico acaba centr¨¢ndose tarde o temprano en "problemas reales" como el santo advenimiento del ferrocarril. Exactamente igual que en tiempos de Curros Enr¨ªquez, aunque ahora el tren se llame AVE o TVA. Desde que se asent¨® la transici¨®n, el ciudadano elector ha sido sujeto pasivo de una rebati?a de infraestructuras. Esenciales autov¨ªas de conexi¨®n entre poblaciones que no generan m¨¢s que un par de miles de veh¨ªculos diarios o imprescindibles instalaciones empresariales que consumen m¨¢s fondos p¨²blicos que presuntos beneficios sociales aportan, entre otras ocurrencias y compromisos varios.
Mientras, cuestiones igual de reales sobre las que s¨ª puede actuar una administraci¨®n auton¨®mica, no se tocan. Como la inexistencia del transporte p¨²blico, en general o como remedio concreto a los cientos de miles de trayectos de veh¨ªculos privados en las entradas o salida de las ciudades y de los extrarradios dise?ados por los promotores inmobiliarios. En casi cuatro a?os de gobierno progresista, el logro a la vista ser¨¢ la implantaci¨®n del billete ¨²nico. Claro que el fruto de los anteriores 16 a?os de gesti¨®n en lo relativo al transporte metropolitano fue dise?ar un bonito logo -una G con piernas- y unas marquesinas muy aparentes para lucirlo.
Ya que los retos que s¨ª podr¨ªa afrontar el Gobierno gallego no se acometen, y que a tenor de las tendencias de voto de las ¨²ltimas convocatorias lo m¨¢s probable es que dentro de un a?o no cambie de manos, creo que el electorado agradecer¨ªa que sus representantes centrasen la legislatura en hacer pol¨ªtica. El PP, despojado de los anteriores compromisos de tener que hacer favores, aprovechar que sigue siendo el partido m¨¢s y mejor enraizado en la sociedad gallega para construir una alternativa de gobierno seria y propia, y no siguiendo estrategias marcadas no ya desde la sede de G¨¦nova -ya bastante esferol¨ªticas de por s¨ª- sino desde las redacciones en las que se creen (o se difunden aunque no se crean) cosas como que el Himno Gallego lo compuso un gaiteiro de Nunca M¨¢is subvencionado sobre una letra de un primo pol¨ªtico de Sabino Arana. Y despeg¨¢ndose de movimientos que parecen considerar la promoci¨®n del idioma gallego como una insolencia del servicio.
El PSdeG podr¨ªa emplear ese tiempo en dar los pasos para emanciparse como partido y ponerse en disposici¨®n de aportar, en lugar de seguir al calor (o al fr¨ªo) de ser una franquicia del PSOE. Una se?al externa de que lo va consiguiendo ser¨¢ cuando pesedeg¨¢ sea un t¨¦rmino generalizado, m¨¢s all¨¢ del uso lit¨²rgico entre periodistas y parte de la militancia que tiene ahora. Subir la autoestima les permitir¨ªa olvidar los intentos de ganar en un juego de suma cero o en el dilema del prisionero (o sea, cooperar es siempre mejor que competir) como es compartir gobierno.
El BNG, en su faceta doble de organizaci¨®n y planeta propio, adelantar¨ªa mucho si abandonase esas apasionantes disquisiciones internas sobre el grado de renuncia al izquierdismo del grupo dirigente, se pusiese a la par de sus votantes, (como mucho dos pasos por delante, como en el protocolo de la familia real brit¨¢nica) y asumiese que estar en el gobierno no suprime, sino que refuerza la necesidad de acometer los procesos con argumentos y no present¨¢ndolos como la verdad revelada.
Aunque quiz¨¢s me equivoque y el electorado prefiera que les sigan prometiendo lavaderos p¨²blicos, o lo que ahora se lleve en obra civil. "Los pol¨ªticos son siempre lo mismo. Prometen construir un puente aunque no haya r¨ªo", dec¨ªa alguien tan experto en pol¨ªtica, aunque no en electores, como Nikita Jruschov.
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