El ladrillo del miedo
El ajuste inmobiliario destruir¨¢ m¨¢s empleo, pero no debe combatirse con ayudas fiscales
Los ¨²ltimos indicadores de vivienda y construcci¨®n dibujan un empeoramiento muy intenso del mercado inmobiliario que empieza a asustar a los inversores y a los propietarios de viviendas. La compraventa de pisos cay¨® nada menos que el 27% en enero de este a?o respecto a enero de 2007, seg¨²n las estad¨ªsticas difundidas por el INE; el n¨²mero de hipotecas sigue bajando y tambi¨¦n el volumen medio de los cr¨¦ditos, y, por si fuera poco, los promotores inmobiliarios prev¨¦n una ca¨ªda del precio de la vivienda del 8% durante este a?o.
La primera consecuencia de esta ca¨ªda inmobiliaria ser¨¢ un aumento del desempleo, que probablemente ser¨¢ m¨¢s grave a partir del segundo semestre del a?o, cuando se confirme el par¨®n en la construcci¨®n. Tambi¨¦n quebrar¨¢n o har¨¢n suspensi¨®n de pagos buen n¨²mero de empresas inmobiliarias; los casos m¨¢s recientes son los de Cosmani o Prasi. Y, si se confirma la ca¨ªda del precio de la vivienda, se producir¨¢ una p¨¦rdida del valor patrimonial de los inmuebles, muchos de ellos pagados con cr¨¦ditos no amortizados, cuyos intereses no dejan de subir.
Asistimos al final de la burbuja inmobiliaria creada durante los gobiernos del PP y que empez¨® a desinflarse a principios de 2006, cuando el BCE reanud¨® la subida de tipos. Est¨¢ por ver si esta depresi¨®n inmobiliaria afectar¨¢ al sistema financiero; es m¨¢s que probable que las instituciones bancarias hayan provisionado sobradamente los cr¨¦ditos que tienen con particulares y empresas. En cualquier caso, lo que de ning¨²n modo debe hacer el Gobierno es atender las hist¨¦ricas peticiones para aumentar las deducciones fiscales en vivienda. Ser¨ªa un error, porque la subvenci¨®n fiscal ha contribuido poderosamente a hinchar la burbuja cuyo final empezamos ahora a padecer. Las empresas promotoras e inmobiliarias han vivido un largo y pr¨®spero auge en el que se han beneficiado de una espectacular sobrevaloraci¨®n de los activos y del dinero barato. Las reglas del mercado exigen que ahora se paguen los errores de gesti¨®n. Los contribuyentes no tienen la culpa de que en los periodos de vacas gordas algunas empresas no se preocuparan de aumentar sus reservas.
El mercado de la vivienda debe depurar el exceso de oferta, asimilar el par¨®n que se viene encima y prepararse para una recuperaci¨®n lenta a partir de mediados de 2009 en el mejor de los casos. Debe evitarse, eso s¨ª, que el frenazo inmobiliario y la inevitable destrucci¨®n de empleo tenga efectos irreparables sobre el crecimiento y el bienestar. En repetidas ocasiones se ha reclamado un aumento de la inversi¨®n en obra p¨²blica, para reabsorber parte del empleo perdido. Ser¨ªa aconsejable abordar tambi¨¦n otras pol¨ªticas de est¨ªmulo del empleo y deflactar la tarifa del IRPF para que el est¨ªmulo econ¨®mico impl¨ªcito en la reducci¨®n del impuesto no desaparezca con la inflaci¨®n. Y el nuevo Gobierno deber¨ªa explicar con claridad hasta d¨®nde llega la desaceleraci¨®n y c¨®mo piensa aliviarla.
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