El barrio de la infancia, entre la nostalgia y la recuperaci¨®n

El alcalde de Vitoria, Patxi Lazcoz (Pamplona, 1965) se maneja con desenvoltura por las calles del Casco Viejo de Vitoria. No en vano, desde que lleg¨® a la capital alavesa con ocho a?os, siguiendo a sus padres que buscaban un futuro mejor para la familia, residi¨® en la almendra medieval. "En concreto, viv¨ªamos en la calle Abrevadero y asist¨ªa a clases en el colegio Fray Zacar¨ªas Mart¨ªnez, cerca del Centro Montehermoso", explica el primer alcalde socialista de la historia de la capital alavesa.

Mientras asciende por la calle Correr¨ªa, despu¨¦s de degustar un aperitivo en La Malquerida, un bar de tapas de reciente apertura que causa furor los fines de semana, Lazcoz reflexiona sobre la evoluci¨®n del barrio de su infancia. "El cambio en estos a?os, hay que reconocerlo, ha sido en negativo. Es decir, se han invertido numerosos recursos econ¨®micos por parte de todos los consistorios de la democracia, con la mejor voluntad y el mayor consenso, pero no se consiguen ver resultados a la altura de ese empe?o".

"Es el mejor del mundo en su especialidad", dice del Museo de Naipes

El paseo se detiene a la altura de las rampas mec¨¢nicas del cant¨®n de la Soledad, obra del equipo de arquitectos Ercilla & Campo, de reconocimiento internacional y que se plantean como la avanzadilla en la mejora de los accesos al casco antiguo. "Aprovechad, ahora que funcionan", comenta, bromeando, a los periodistas, sabedor de que los sabotajes de una minor¨ªa suelo paralizar su funcionamiento de vez en cuando. "Un sinsentido propio de v¨¢ndalos", apunta. "Que el barrio medieval se encuentre en una colina se ha convertido en una de las trabas para el acceso de sus vecinos, as¨ª como del resto de los ciudadanos de Vitoria y de los visitantes, que tienen dificultades para disfrutar de sus atractivos, que los tiene".

Esta es una de las reivindicaciones del alcalde de Vitoria, el patrimonio de la vieja ciudad. Su enumeraci¨®n no se olvida de la catedral de Santa Mar¨ªa, pero tambi¨¦n incluye el imponente palacio de Escoriaza-Esquivel, el de Villa Suso o la Casa del Cord¨®n. Y, por supuesto, el Museo de Naipes. "El mejor museo del mundo [de la especialidad [tiene su sede en la capital de Euskadi", apostilla, con esa contundencia que denota sus or¨ªgenes navarros, siempre m¨¢s resueltos que los bilba¨ªnos, por mucho que se diga.

Hay que hacer un alto en el camino. El segundo aperitivo llega en el Jard¨ªn de Falerina, el bar del Montehermoso, "que se est¨¢ convirtiendo en el referente para la gente joven", comenta. Llega el momento de las nostalgias divertidas que funden aquella infancia en el Casco Viejo con su ascendencia navarra. "Manten¨ªa una buena relaci¨®n con el clan gitano de los C¨®rdoba, que tambi¨¦n viv¨ªa en el barrio. La gente no lo entend¨ªa, pero es que verane¨¢bamos en el mismo pueblo, en Lodosa, en la Ribera, donde desde hace siglos, ha habido una poblaci¨®n estable de gitanos". Patxi Lazcoz se refiere a su inter¨¦s por la integraci¨®n de las minor¨ªas en la vida de la ciudad. Entonces, eran los gitanos, ahora el Casco Viejo se ha convertido en el barrio m¨¢s cosmopolita de Vitoria. "Y en su recuperaci¨®n, hay que contar con todos", subraya.

Mientras el alcalde barrunta sobre esa resurrecci¨®n de un barrio "popular, orgulloso de s¨ª mismo", surge el gusanillo del apetito. Las propuestas son m¨²ltiples y el alcalde no quiere mojarse. "Eso s¨ª, para la digesti¨®n aconsejo un paseo por la descubierta muralla de la ciudad, una maravilla". De copas, Patxi Lazcoz, con la paternidad de su tercer hijo reci¨¦n estrenada, ni habla.