Comisi¨®n en ruinas
Est¨¢ en el aire la idea de que la Comisi¨®n Nacional de la Energ¨ªa (CNE) debe cerrarse con urgencia, por el m¨¦todo expeditivo de cambiarla de nombre, despedir con los honores y liquidaciones pertinentes a los consejeros inutilizables o in¨²tiles y fabricar otra comisi¨®n reguladora con menos consejeros -dicen que cinco, ahora hay nueve- que sea m¨¢s eficaz o menos funambulesco que el actual. ?sta fue la pr¨¢ctica liquidatoria que ejecut¨® el PP en 1996, poco amigo de ¨®rganos reguladores y hostil a cualquier otro poder que no sea el administrativo que el partido pueda controlar. En aquel tiempo, los tenidos por liberales Rodrigo Rato y Josep Piqu¨¦ descoyuntaron la Comisi¨®n Nacional del Sistema El¨¦ctrico que presid¨ªa Miguel ?ngel Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, una instituci¨®n que se manej¨® con independencia pol¨ªtica y capacidad t¨¦cnica. En su lugar fabricaron la Comisi¨®n Nacional de la Energ¨ªa y la repoblaron con una patulea de subordinados pol¨ªticos de segundo o tercer orden entusiasmados por seguir al dictado las ¨®rdenes de los ministros. Rato y Piqu¨¦, que quede claro, mataron de ra¨ªz el proyecto de una comisi¨®n independiente y lo hicieron conscientemente, como un paso necesario en la destrucci¨®n de cualquier poder institucional aut¨®nomo y con el objetivo de lograr la sumisi¨®n total de todos los resortes pol¨ªticos y empresariales del pa¨ªs.
El Gobierno tiene que decidir si prefiere una Comisi¨®n de la Energ¨ªa independiente o si es m¨¢s rentable prescindir de un regulador
Doce a?os despu¨¦s, hay que reconocer que la CNE reconstruida en 2004 por el Gobierno de Rodr¨ªguez Zapatero es un fracaso. No es necesario recordar sus pecados y errores, porque est¨¢n en la memoria com¨²n y permanece vivo el sonrojo que provocaron en la opini¨®n p¨²blica. Baste decir que este fiasco es imputable a Jos¨¦ Montilla, hoy presidente de la Generalitat, y en menor cuant¨ªa a su disc¨ªpulo en incompetencias, Joan Clos.
El nuevo Gobierno tiene que decidir si prefiere una Comisi¨®n de la Energ¨ªa eficaz e independiente, se llame como se llame, o si, por el contrario, resulta m¨¢s rentable arrojar la idea del regulador energ¨¦tico al desv¨¢n de los trastos viejos, que tampoco ser¨ªa un disparate. Pero en el supuesto de que se prefiera una comisi¨®n responsable que evite rid¨ªculos insoportables a las instituciones pol¨ªticas, como los sufridos a cuenta de Endesa, deber¨ªa respetar tres o cuatro criterios b¨¢sicos, f¨¢ciles de recordar aunque, eso s¨ª, de fatigosa ejecuci¨®n.
Primero y principal: que la composici¨®n del consejo no reproduzca la mixtura pol¨ªtica del Congreso. No son los pol¨ªticos quienes deben seleccionar a los cinco consejeros; deber¨ªa recurrirse a un sistema abierto de recepci¨®n de curr¨ªculos que deber¨ªa cribar una comisi¨®n exclusivamente t¨¦cnica. Los candidatos a consejero deber¨ªan ser capaces de defender sus m¨¦ritos, su trayectoria y su iniciativa ante la comisi¨®n evaluadora. El nombramiento definitivo de los cinco consejeros corresponder¨ªa al Gobierno.
Segundo e imprescindible: las decisiones de la comisi¨®n deber¨ªan ser irrevocables en la v¨ªa administrativa. Basta ya de que los dict¨¢menes del regulador -cierto que muy lamentables en algunos casos; alguno hubo que tirarlo a la papelera- puedan recurrirse ante el Ministerio de Industria. As¨ª acaba decidiendo el ministerio y para semejante viaje no se necesitan comisiones.
Tercero y recomendable: la duraci¨®n del mandato deber¨ªa ser ampliada, quiz¨¢ hasta los siete a?os, pero deber¨ªa ser improrrogable. Un mandato ¨²nico obstaculiza que los consejeros est¨¦n dispuestos a congraciarse con los poderes pol¨ªticos o empresariales mediante favores regulatorios. Contra lo que suele suponerse, la captura del regulador se produce m¨¢s veces desde el lado de las empresas que desde la orilla de los Gobiernos.
Cuarto y poco probable: convendr¨ªa que el ministro conociera el mercado energ¨¦tico; y que el presidente de la nueva comisi¨®n supiera tanto o m¨¢s que los consejeros.
La comparecencia de los reguladores ante el Parlamento entusiasma a los te¨®ricos de la regulaci¨®n. Pero la ruinosa realidad se complace en desmentir los procedimientos mejor intencionados. ?Alguien cree que diputados que responden al patr¨®n vociferante de la oposici¨®n durante los ¨²ltimos cuatro a?os est¨¢n en condiciones de examinar de forma ponderada a un candidato, aunque sea a ujier? Recu¨¦rdese a Mart¨ªnez Pujalte y Arias Ca?ete antes de responder.
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