Fallece la editora Isabel Polanco
La consejera delegada de Santillana ha sido una figura clave para la cultura en espa?ol
Era una mujer extraordinaria, apasionada, noble, una infatigable trabajadora que hasta el final de sus d¨ªas estuvo pendiente de su trabajo, pero sobre todo de los dem¨¢s. Su larga lucha contra la enfermedad, un c¨¢ncer al que present¨® batalla con enorme gallard¨ªa, termin¨® ayer, a mediod¨ªa. Isabel Polanco Moreno muri¨® en la cl¨ªnica Ruber Internacional, en Madrid, a los 51 a?os. Estaba casada con Alfonso L¨®pez Casas, abogado y secretario general de Uni¨®n Radio, el grupo radiof¨®nico de PRISA, y deja un hijo y tres hijas.
Impuls¨® el premio Alfaguara de Novela, s¨ªmbolo de su ambici¨®n editorial
Su pasi¨®n era dedicarse a los dem¨¢s con nobleza de ¨¢nimo
Fue pedagoga, editora; siempre ligada al Grupo PRISA, que fund¨® su padre, Jes¨²s de Polanco, fallecido en julio pasado. Era consejera delegada del Grupo Santillana desde el a?o 2000. Su aportaci¨®n a la edici¨®n literaria en espa?ol y a la consolidaci¨®n de Santillana como una de las grandes marcas del mundo educativo iberoamericano no son los ¨²nicos factores que hacen admirable la trayectoria que ahora termina. Fue, sobre todo, una extraordinaria mujer, de una sencillez radical.
Cuesta mucho escribir en pasado de Isabel Polanco. Era una mujer de una enorme energ¨ªa. La puso al servicio de su convicci¨®n: el espa?ol es una gran lengua de cultura, ha de fortalecerse para as¨ª fortalecer su porvenir. Y ese porvenir se basa, cre¨ªa ella, en el idioma de ida y vuelta, un viaje que ha de hacerse con generosidad y con amplitud de miras. Lo que quiso hacer, e hizo, se parece a ella, una mujer firme, generosa, una fortaleza al servicio de una idea: editar es servir a los otros, ayudar al desarrollo de una lengua, de una cultura, de ese "territorio de La Mancha" del que habla Carlos Fuentes.
Sus primeros a?os al frente del Grupo Santillana los dedic¨® a fortalecer esa relaci¨®n; viaj¨® ella misma a todos los centros que el grupo tiene en Am¨¦rica Latina; impuls¨® iniciativas, como el Premio Alfaguara de Novela, que ella quer¨ªa que fuera s¨ªmbolo de su ambici¨®n editorial; introdujo con pasi¨®n su impronta pedag¨®gica en el universo did¨¢ctico de las divisiones educativas de Santillana en todo el mundo, y a¨²n tuvo tiempo para poner en primer plano la prioridad de todo editor: los autores.
La reacci¨®n que manifestaron ayer muchos de los autores que la conocieron al enterarse del triste desenlace de su vida simboliza bien el vac¨ªo sentimental que deja, porque la relaci¨®n con Isabel Polanco nunca fue, en ning¨²n ¨¢mbito, convencional. Su pasi¨®n era dedicarse a los dem¨¢s; su manera de hacerlo, la nobleza de ¨¢nimo. Le ven¨ªa de su aprendizaje pedag¨®gico y de su personalidad, que en tantos rasgos -arrojo, delicadeza, gentileza- tanto tiene que ver con la de su padre.
Su instrumento m¨¢s notorio, en su relaci¨®n con los otros, con los autores y con su equipo, con los competidores y con los amigos, fue la discreci¨®n. Ese rasgo fue crucial en su car¨¢cter, porque es la espina dorsal del negocio al que dedic¨® su vida. Era una persona ante la cual sus interlocutores siempre sent¨ªan directamente la principal marca de su car¨¢cter: era una persona fiable y profunda, en toda circunstancia.
Para las grandes cosas y tambi¨¦n para las menudas, Isabel Polanco siempre fue mucho m¨¢s que una compa?era de trabajo o de proyecto profesional. Siempre encontr¨® tiempo, tambi¨¦n en los negr¨ªsimos momentos de la zozobra pertinaz de su salud, para estar pendiente de la vida de los otros y de sus propias zozobras; dej¨® en segundo plano sus propias tribulaciones. La muerte de su padre, que fue un duro golpe para todos los que estuvieron cerca de la familia Polanco, fue para ella, en medio precisamente de su larga crisis de salud, una sacudida, pero que sobrellev¨® con la entereza discreta con la que asumi¨® todas las turbulencias de una vida que afront¨® con un extraordinario esp¨ªritu de lucha.
Cuando asumi¨® la direcci¨®n general de Santillana, despu¨¦s de haber sido editora, directora de Recursos Humanos de PRISA y directora de la propia Editorial Santillana, Isabel Polanco se empe?¨® en dotar al grupo de unos supuestos ¨¦ticos, en las relaciones internas y externas, que luego aplic¨® con una mano que era al mismo tiempo suave y decidida.
Consumi¨® los primeros a?os de esa nueva Santillana viajando a Am¨¦rica Latina; una semana en Espa?a, una semana en Am¨¦rica. Sacrific¨® su salud y su descanso para poner en marcha, casi f¨ªsicamente, su idea de unificar la gesti¨®n de esa ambici¨®n que dominaba su figura de editora. Fruto de ese trabajo constante fue uno de los logros que m¨¢s le anim¨® a seguir: el ingreso de Santillana en Brasil, a trav¨¦s de las editoriales Moderna y Objetiva. Pero no se obsesion¨® con lo grande, o con lo grandioso, sino que tuvo ojos siempre para los detalles m¨ªnimos, para hacer de su manera cotidiana de relacionarse con la vida una pasi¨®n permanente, indesmayable. Lo que dec¨ªa ayer Sergio Ram¨ªrez, el ¨²ltimo presidente del jurado del Premio Alfaguara, que ella promovi¨®: "Su devoci¨®n era la vida".
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