?Renovaci¨®n?
Renovarse o morir. ?sa parece la receta prescrita para superar los peores efectos de la resaca electoral que acucia a nuestra clase pol¨ªtica. Renovaci¨®n de personas, de discursos y de estrategias. En cuanto a la oposici¨®n, la se?al la dio el desenvuelto Zaplana, cuando dimiti¨® de su portavoc¨ªa en el Congreso para dar ejemplo de renovaci¨®n asumiendo el precio de la derrota. Pero su jefe de filas no se dio por aludido y, tras una espantada t¨¢ctica, opt¨® por aferrarse al cargo mientras amaga con renovar a los que aspiren a desbancarle. Por lo dem¨¢s, no s¨®lo toca renovarse a la oposici¨®n, pues tambi¨¦n hay que hacerlo con el Gobierno y las Mesas de las Cortes. De ah¨ª que toda la clase medi¨¢tica se entretenga con las quinielas que apuestan al reparto de cargos. El problema es la falta de banquillo, pues dado el cierre de nuestra clase pol¨ªtica, no abundan las vocaciones entre la gente valiosa. Y la prueba est¨¢ en el partido vencedor, cuyo l¨ªder hizo valer en su d¨ªa el dictado de la renovaci¨®n generacional. Pero a la hora de la verdad, cuando tiene que renovar su Gobierno, Zapatero debe recurrir de nuevo a la vieja guardia heredada de la cantera de Gonz¨¢lez.
La gran renovaci¨®n no es la de equipos y personas sino la de discursos y estrategias
Ahora bien, si estos d¨ªas se habla tanto de renovaci¨®n no es por el recambio del personal sino por la gran duda con que se abre esta legislatura: ?continuar¨¢ en vigor el mismo clima de confrontaci¨®n o se abrir¨¢ una nueva etapa basada en el entendimiento? ?sta es la gran renovaci¨®n que anhelamos los ciudadanos como agua de mayo: no la de equipos ni personas sino la de discursos y estrategias. ?Obtendremos satisfacci¨®n? Si s¨®lo fuera por las declaraciones p¨²blicas, cabr¨ªa ser optimistas, pues todas las partes dicen apostar por la pacificaci¨®n y el consenso en los grandes asuntos de Estado. Pero no hay que hacer caso a sus dichos sino a sus hechos, pues a estas alturas todos estamos ya demasiado escarmentados por la experiencia previa.
Y a juzgar por lo que est¨¢ pasando con la negociaci¨®n para la Mesa del Congreso, cabe temerse lo peor. Al final, parece que se va a reeditar un acuerdo entre socialistas y nacionalistas con exclusi¨®n del PP, que no est¨¢ dispuesto a asumirlo y por eso cuestiona un reparto que interpreta como reedici¨®n a peque?a escala del pacto del Tinell (la exclusi¨®n del PP sobre la que se fund¨® el tripartito catal¨¢n). Lo cual sienta un p¨¦simo precedente de cara a la nueva legislatura como pr¨®logo antes de su apertura. ?Estamos ante un error o ante una astucia del Gobierno, que ten¨ªa la iniciativa en tanto que vencedor? Como le tocaba abrir el juego, hubiera debido iniciar la ronda invitando a cooperar a su adversario para no provocar conflictos (seg¨²n prescribe la teor¨ªa de juegos). Pero no lo hizo as¨ª pues opt¨® por negociar antes con los nacionalistas a sus espaldas, enviando al PP una p¨¦sima se?al.
Por ese camino, mal empezamos, pues de seguir as¨ª no habr¨¢ renovaci¨®n que valga. Puede que, de momento, Gobierno y oposici¨®n renueven su discurso para moderarlo en las formas, renunciando de boquilla a la crispaci¨®n en pago del tributo que el vicio le rinde a la virtud. Pero en la pr¨¢ctica, me temo que insistir¨¢n en su habitual aunque solapada estrategia de polarizaci¨®n, a la que ser¨ªa irracional renunciar ya que tan buenos r¨¦ditos electorales les acaba de procurar. Una estrategia que consiste en silenciar al debate entre derecha e izquierda (para lo que se copian los programas clonando cheques regalo y rebajas fiscales) para sustituirlo por un airado enfrentamiento entre Gobierno y oposici¨®n, donde ambas partes se inculpan con recriminaciones mutuas a fin de disputarle al rival los votantes m¨¢s vol¨¢tiles.
Y una vez m¨¢s, la estrategia de la polarizaci¨®n les ha funcionado a las dos partes. El PP ha logrado recaudar casi toda la crecida del voto de castigo contra Zapatero (culpable de ceder ante Esquerra y ante ETA), que ha barrido en toda la que podemos llamar zona nacional al sur del Ebro. Y a pesar de esa grave p¨¦rdida por su flanco derecho, el PSOE ha logrado contrarrestarla con creces gracias a la marea del voto del miedo al PP (cuyo posible regreso al poder resulta aterrador), que tambi¨¦n ha barrido en toda la zona republicana al norte del Ebro. Por eso es de temer que sigan persistiendo en su estrategia polarizadora, pues todav¨ªa tienen ambos abundantes caladeros en los que pescar. Pero no hay mal que por bien no venga. La mejor noticia salida de estas elecciones es que a los nacionalistas, en cambio, la estrategia de la crispaci¨®n no les ha funcionado. Tambi¨¦n ellos buscaban anular el eje derecha-izquierda para sustituirlo por el eje Estado-nacionalidades. Pero el tiro les ha salido por la culata, pues sus electores han respondido saliendo en defensa del Estado al votar masivamente al partido del Gobierno central. Y este resultado agrava el declive de un nacionalismo que s¨ª parece estar obligado a renovarse.
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