Catalanes (des)informados
Unas 15.000 personas salieron de nuevo a la calle el pasado domingo en Girona para manifestarse contra la l¨ªnea el¨¦ctrica de muy alta tensi¨®n (la llamada MAT) entre Espa?a y Francia. Algunos estaban contra cualquiera MAT, pase por donde pase. Otros ven su necesidad, pero reclaman que se entierre para minimizar su impacto sobre el medio ambiente.
La MAT es un buen exponente de un conflicto social y pol¨ªtico m¨¢s amplio, entre la necesidad de contar con nuevas infraestructuras industriales y de movilidad (autopistas, t¨²neles, l¨ªneas f¨¦rreas, trasvases, aeropuertos, parques e¨®licos, instalaciones el¨¦ctricas, grandes superficies comerciales e industriales), y la preservaci¨®n del medio ambiente; un conflicto que tiene consecuencias importantes para el crecimiento, el empleo y el bienestar.
Hace falta un modelo que tenga m¨¢s en cuenta las necesidades futuras y sus costes
Catalu?a es la comunidad espa?ola donde es m¨¢s dif¨ªcil y engorroso llevar a cabo nuevas inversiones industriales y construir infraestructuras. Tanto que, si he de creer lo que oigo, muchos empresarios tienden a deslocalizar sus inversiones hacia otras comunidades.
No tengo datos a mano para comprobarlo, pero s¨ª puedo afirmar que es una opini¨®n cada vez m¨¢s extendida, no s¨®lo en el mundo empresarial, sino tambi¨¦n entre t¨¦cnicos y responsables p¨²blicos de infraestructuras.
?C¨®mo explicar esta mayor dificultad? Lo m¨¢s habitual es que los mismos que expresan esa opini¨®n afirmen que la causa est¨¢ en la falta de liderazgo social de nuestros pol¨ªticos y en el hecho de que ponen sus propios intereses o los de su partido (mantener el cargo o el n¨²mero de diputados o concejales) por delante del inter¨¦s general.
Pero, si fuera as¨ª, ?por qu¨¦ nuestros pol¨ªticos, tanto los auton¨®micos como los locales, son m¨¢s incapaces y ego¨ªstas?
Hay dos posibles explicaciones. Una tiene que ver con la pol¨ªtica; la otra, con los valores y actitudes predominantes en la sociedad en el tema del medio ambiente. No son excluyentes.
La pol¨ªtica catalana est¨¢ en una nueva transici¨®n en la que a¨²n no ha cuajado una nueva correlaci¨®n estable de fuerzas pol¨ªticas que permita liderazgos fuertes. Eso favorece el dominio de los particularismos, geogr¨¢ficos o de partido, frente al inter¨¦s general.
Pero bajo esta debilidad hay una causa social. Sectores amplios e influyentes de la sociedad quieren mayor bienestar personal, pero rechazan las consecuencias que ¨¦ste comporta para el medio ambiente. Es la versi¨®n catalana del conocido NIMBY anglosaj¨®n, el acr¨®nimo de "not in my back yard"; es decir, s¨ª a las infraestructuras, pero no en mi patio trasero.
He vuelto a leer un documento que me llam¨® la atenci¨®n. Se trata de 'L'estat de la societat', publicado en el L'informe de tardor 2005, de la Fundaci¨®n Catalunya Oberta, una encuesta para conocer el estado de opini¨®n y los criterios de los catalanes en relaci¨®n con cinco temas importantes: inmigraci¨®n, medio ambiente e infraestructuras, representaci¨®n pol¨ªtica, ense?anza y Espa?a y el mundo.
Lo interesante es que la encuesta preguntaba s¨®lo a las "personas informadas de Catalu?a (EPIC)". Por lo que se ve, hay una cierta esquizofrenia de los catalanes cultos e informados en relaci¨®n con las infraestructuras y el medio ambiente.
Como se?ala ir¨®nicamente Salvador Giner al comentar la encuesta, resulta sorprendente que el 42,7% est¨¦ en desacuerdo con la idea de que el bienestar depende del aumento del consumo de energ¨ªa el¨¦ctrica. Una hip¨®tesis ser¨ªa que casi la mitad de la gente informada y culta se ha convertido a una visi¨®n austera de la vida moderna. Pero es demasiado optimista hasta para los ecologistas y ambientalistas. Naturalmente, hay otra hip¨®tesis: los encuestados no son conscientes de la dependencia de su "bienestar" material de la energ¨ªa el¨¦ctrica (ordenadores, televisi¨®n, neveras y otros electrodom¨¦sticos, luz, fuerza industrial, etc¨¦tera).
Esa sospecha se confirma en la respuesta a una pregunta trampa de los encuestadores: el 70% asume que su bienestar depende de un incremento de la movilidad (m¨¢s vacaciones, viajes a¨¦reos, autopistas, t¨²neles, trenes) y el 93% expresa el piadoso deseo de que los efectos medioambientales negativos del consumo ilimitado de energ¨ªa han de hacerse compatibles con el incremento del bienestar. Vamos, un "pensamiento ecologista superficial", bienintencionado, pero incoherente.
Si esto es lo que piensan las personas inteligentes y cultas de Catalu?a, hay que concluir que son personas desinformadas.
Tenemos un problema. Pero los pol¨ªticos no pueden resolver lo que la sociedad a¨²n no comprende y rechaza.
?A qu¨¦ se debe? Hay un d¨¦ficit de capacidad de an¨¢lisis en la sociedad. Pero la raz¨®n no es, a mi juicio, como afirma Joan Guitar en la citada publicaci¨®n, el sometimiento del pa¨ªs a "d¨¦cadas de dictadura antidemocr¨¢tica y antiliberal". Ya llevamos d¨¦cadas de democracia, tantas que los que salen a la calle no conocieron la dictadura.
La causa est¨¢ en que las d¨¦cadas de democracia no han cambiado el viejo modelo dictatorial en infraestructuras, consistente en enviar al territorio a los t¨¦cnicos y a las m¨¢quinas para hacer la obra, acompa?ados, eso s¨ª, de una pareja de la Guardia Civil.
Una sociedad democr¨¢tica, libre y reivindicativa necesita un modelo m¨¢s deliberativo, un modelo con mucha informaci¨®n sobre las necesidades futuras de infraestructuras, las alternativas para cubrir esas necesidades y los costes de cada una de ellas. Ese nuevo modelo, adem¨¢s de informaci¨®n fiable, exige tiempo, transparencia y paciencia para escuchar todas las voces. S¨®lo as¨ª el inter¨¦s general acabar¨¢ sobreponi¨¦ndose a los intereses particularistas.
Y despu¨¦s de todo eso, s¨ª que es necesario que surja un liderazgo pol¨ªtico para llevar a cabo sin m¨¢s dilaciones lo que sea m¨¢s conveniente para el inter¨¦s general. Pero ¨¦se es otro cantar.
Ant¨®n Costas es catedr¨¢tico de Pol¨ªtica Econ¨®mica de la Universidad de Barcelona.
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