Jacqueline escapa del purgatorio
Un libro reivindica la discutida figura de la esposa de Picasso y causa revuelo en Francia
Seguramente porque hubo un pleito muy largo y porque hab¨ªa tanto dinero en juego, algunos de los herederos de Picasso han ido publicando libros sobre su relaci¨®n con el pintor: los unos, como Marina (hija de Paulo, a su vez hijo de Olga Kokhlova), hablando de la inhumanidad del genio; los otros, como Olivier Widmaier (hijo de Maya, a su vez hija de Marie Th¨¦r¨¨se Walther, y consejero jur¨ªdico de la Picasso Administration), rehabilitando la figura de su abuelo. Ahora acaba de aparecer otro libro sobre el entorno del gran artista del siglo XX que no ha causado tanto esc¨¢ndalo como Vivir con Picasso de Fran?oise Gilot... pero casi.
La verdad sobre Jacqueline Picasso es obra de Pepita Dupont, periodista de Paris Match y gran amiga de Jacqueline Roque, la ultima mujer del pintor malague?o. El libro quiere recuperar la memoria de quien fue calificada por muchos como la cancerbera de Picasso, y que muri¨® el 15 de octubre de 1986, 13 a?os despu¨¦s de la muerte de su marido, dispar¨¢ndose un tiro en la cabeza.
La obra da cuenta de las aventuras sentimentales del personaje
Seg¨²n la autora, nadie agradeci¨® a Jacqueline su dedicaci¨®n a Picasso
El argumento de Pepita Dupont contra esta opini¨®n tan negativa es que Jacqueline no hizo m¨¢s que seguir la voluntad del artista. Acusada de no haber dejado asistir a los hijos de Picasso, salvo Paulo, al entierro de su padre, Pepita recuerda que ellos hab¨ªan iniciado anteriormente un pleito para estar seguros de heredar su fortuna, lo que indign¨® sobremanera al pintor. La verdad es que, siendo supersticioso como buen andaluz que era, Picasso no hab¨ªa hecho testamento: Me morir¨ªa al d¨ªa siguiente si lo hago, le dijo al cr¨ªtico de arte John Richardson.
De acuerdo a la ley francesa, s¨®lo heredar¨ªan a su muerte su mujer legal y su ¨²nico hijo leg¨ªtimo, Paulo, hijo de la bailarina Olga Kokhlova. Pero en l959, Picasso solicit¨® que sus hijos ileg¨ªtimos llevaran su nombre, lo que consigui¨® en l961. Y al final, como se sabe, todos heredaron, y mucho. En cuanto a la acusaci¨®n de que Jacqueline no dejaba entrar a Pablito, hijo de Paulo, Pepita explica que, en realidad, era un toxic¨®mano que hab¨ªa intentado robar en N?tre-Dame-de-Vie.
Jacqueline nos es descrita por su amiga como sincera, honesta y desprendida, as¨ª como alguien a quien no se le ha agradecido suficientemente ni su entera dedicaci¨®n a Picasso ni su generosidad con los museos (cabe decir aqu¨ª que el Ayuntamiento de Barcelona le dio la Medalla de Oro de la ciudad en l983 tres a?os antes de morir y le hizo una exposici¨®n en su honor, en l990, es decir, cuatro a?os despu¨¦s de su suicidio).
Jacqueline Roque hab¨ªa nacido en l926 en Par¨ªs, de padre electricista y de una madre costurera que se vio obligada a hacer de portera en un lujoso inmueble del barrio XVI. Cuando Jacqueline ten¨ªa tan s¨®lo dos a?os, su padre las abandon¨®. Al decir de Pepita, una figura influyente en su vida fue la de su t¨ªo el abad Bardet, quien le ense?¨® la importancia de la modestia, la renuncia y la humildad. Virtudes que, sin duda, habr¨ªan de serle ¨²tiles en su pugna por lograr el coraz¨®n de Picasso frente a las otras aspirantes a principios de los a?os cincuenta.
A sus 20 a?os, Jacqueline se cas¨® con Andre Hutin, ingeniero, aunque enseguida el matrimonio result¨® un fracaso. En l948 naci¨® su hija Cathy, con quien Jacqueline mantuvo unas relaciones siempre dif¨ªciles. La familia vivi¨® durante un tiempo en ?frica, en el actual Burkina Faso, hasta que Jacqueline abandon¨® a su marido, sospechando que le era infiel. Se separaron y Jacqueline se traslad¨® al sur de Francia, donde hab¨ªa de conocer al pintor malague?o a trav¨¦s del matrimonio Rami¨¦.
El libro dice que no quiere entrar en detalles escabrosos, pero los hay, y muchos. As¨ª, el lector se entera de que Fran?oise era llamada por Picasso Julot en lugar de Gilot (tener un Jules, en franc¨¦s, es tener un amante) y de sus m¨²ltiples relaciones amorosas: con el escritor Claude Roy, con el fil¨®sofo Costas Axelos y con el pintor Luc Simon, con quien Fran?oise llegar¨¢ a casarse y a tener una hija.
Jacqueline dej¨® leer a Pepita las cartas que Fran?oise envi¨® a Picasso cuando estaba en su viaje de novios con Luc Simon, aunque en ellas, sorprendentemente, Fran?oise le dec¨ªa que quer¨ªa recomponer su vida con ¨¦l. Para muchos, la relaci¨®n de Fran?oise fue la m¨¢s fr¨ªa e interesada: Pepita cita a Genevi¨¨ve Laporte (otra amante ocasional de Picasso) afirmando que Fran?oise se hab¨ªa hecho presentar a Picasso a trav¨¦s del actor Alain Cuny, desmontando as¨ª la idea de un encuentro fortuito.
?Y por qu¨¦ no public¨® esta correspondencia?, le pregunt¨® como es natural Pepita a Jacqueline: Nunca hay que rebajarse o justificarse, le respondi¨® Jacqueline. Una vez que te han manchado, eso ya es para toda la vida.
Esperemos que ahora no le pase lo mismo a Cathy Hutin, quien sale m¨¢s que malparada de este libro. Cathy no debi¨® de tener la atenci¨®n suficiente de parte de Jacqueline, quien decidi¨® dedicarse en cuerpo y alma al genio malague?o. Lo que se desprende del libro es una gran antipat¨ªa mutua ente ella y Pepita, a quien Jacqueline llevaba a las recepciones oficiales y en quien confiaba.
Cathy est¨¢ vista aqu¨ª como alguien fr¨ªo e interesado ¨²nicamente en el dinero, y como una hija que hace caso de las ultimas voluntades de su madre. La pol¨¦mica tras la publicaci¨®n del sulfuroso libro en Francia no se ha hecho esperar: Catherine Hutin-Blay ha presentado ya hasta tres denuncias contra Pepita Dupont por algunas de las revelaciones de la obra.
Con Gonz¨¢lez y Mitterrand como presidentes respectivos de Francia y Espa?a, se devolvieron a Espa?a dos lienzos del artista malague?o muy significativos para nuestro pa¨ªs: Aux espagnols morts pour la France (hoy en el Reina Sof¨ªa) y Los tejados de Barcelona (hoy en el Museo Picasso de Barcelona). Y hace tan s¨®lo pocos meses, la propia Catherine Hutin-Blay dej¨® en dep¨®sito en el Museo Nacional de Arte de Catalu?a (MNAC) de Barcelona ocho piezas de su colecci¨®n, aunque tan s¨®lo por un a?o.
Por otra parte, el libro ofrece muchos episodios de inter¨¦s, desde la propia boda de Jacqueline y Pablo Picasso (el 2 de marzo de l961), con dos ¨²nicos testigos y una se?ora de la limpieza como ¨²nico p¨²blico, hasta la an¨¦cdota de Pasqual Maragall pidiendo cinta adhesiva para embalar una obra que Jacqueline regal¨® al museo de Barcelona.
O el propio episodio de la muerte de Jacqueline, que har¨ªa las delicias del mejor escritor de thrillers del mundo. En su pol¨¦mico escrito, Pepita Dupont no niega ni el alcoholismo final de Jacqueline, ni su debilidad psicol¨®gica ni su soledad, aunque tambi¨¦n rememora felices escenas cotidianas.
En resumen: lean el libro, se hablar¨¢ de ¨¦l. Hay materia para rato.
Babelia
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