Fortalecer la acci¨®n exterior
La r¨¢pida y profunda transformaci¨®n del mundo exige del nuevo Gobierno de Zapatero una actuaci¨®n internacional m¨¢s decidida y dotar a nuestra diplomacia de mayores recursos humanos y materiales
Empieza a ser un lugar com¨²n afirmar que el mundo est¨¢ cambiando con rapidez y que Espa?a tambi¨¦n lo est¨¢ haciendo a similar velocidad. A las profundas transformaciones en la ciencia, la t¨¦cnica, las comunicaciones o el conocimiento lo hemos denominado globalizaci¨®n, quiz¨¢ con la intenci¨®n de resaltar la creciente y veloz interrelaci¨®n de los diferentes procesos en curso a nivel planetario. Esta nueva mundializaci¨®n -como la llaman algunos- afecta de lleno a nuestro pa¨ªs y nos plantea a todos algunos retos estrat¨¦gicos que conviene analizar.
El primero se refiere a c¨®mo abordar la gobernanza de esta nueva situaci¨®n con el fin de que aquello que se "globaliza" sea la paz y no la guerra; el bienestar y no la pobreza; la democracia y no la tiran¨ªa, m¨¢s o menos encubierta; la sostenibilidad y no la destrucci¨®n del planeta tierra. Porque, por lo menos de momento, no est¨¢ nada claro que vaya a prosperar lo uno o lo otro.
La presidencia de la UE en 2010 es una gran ocasi¨®n para relanzar nuestra pol¨ªtica europea
Los grandes problemas de Espa?a ya no tienen soluci¨®n en el ¨¢mbito del Estado-naci¨®n
El segundo reto, m¨¢s nuestro pero no menos importante, es c¨®mo debe de situarse Espa?a -sus ciudadanos, su Estado- en el nuevo reparto del conocimiento, del poder y de la riqueza al que estamos asistiendo, es decir, ante las nuevas oportunidades y los nuevos y viejos retos que esta globalizaci¨®n comporta. Quiz¨¢ fuese conveniente reflexionar algo m¨¢s sobre estas cuestiones. Ha sido verdaderamente singular que en los debates, en la reciente campa?a electoral, hayan brillado por su ausencia los temas de la pol¨ªtica internacional y europea. ?Pero, en qu¨¦ estamos pensando!
Al mismo tiempo Espa?a ha logrado, en estos 30 ¨²ltimos a?os de democracia, los avances m¨¢s importantes de su historia. De un pa¨ªs atrasado, dictatorial y aislado se ha convertido en una naci¨®n democr¨¢tica moderna, octava econom¨ªa del mundo, integrada en Europa y con intereses globales econ¨®micos, pol¨ªticos y culturales. En otro sentido, el Estado espa?ol ha pasado de ser un Estado centralista a transformarse en uno de los m¨¢s descentralizados de Europa, de naturaleza cuasi federal. De esta suerte, la mayor¨ªa de las pol¨ªticas p¨²blicas como la ense?anza, la sanidad y otras est¨¢n transferidas a las Comunidades Aut¨®nomas, con su correspondiente financiaci¨®n, lo que no es ¨®bice para que se sigan produciendo tensiones territoriales ante la insistencia de algunos partidos de que este proceso no es suficiente. Por lo tanto, somos un pa¨ªs que tiene que cuidar con especial atenci¨®n todo lo referente a la cohesi¨®n territorial.
Ahora bien, la globalizaci¨®n ha originado algunos cambios en el planteamiento de la acci¨®n exterior de los Estados ante los que conviene no distraerse, por cuanto los grandes problemas del pa¨ªs ya no tienen soluci¨®n s¨®lo en el ¨¢mbito del Estado-naci¨®n e incluso, en algunos casos, ni tan siquiera en el espacio europeo. Cuestiones como el cambio clim¨¢tico, el terrorismo internacional, el abastecimiento energ¨¦tico, las migraciones, la seguridad, el crecimiento econ¨®mico, son problemas que desbordan el ¨¢mbito de cada pa¨ªs y que requieren una en¨¦rgica, sostenida y coordinada acci¨®n exterior del Estado. Ello conduce a que la conocida visi¨®n de los ejes hist¨®rico-geogr¨¢ficos prioritarios de la pol¨ªtica exterior de Espa?a debe de ser complementada con una visi¨®n m¨¢s compleja e integral de la acci¨®n exterior que comprenda las cuestiones transversales antes mencionadas, que tienen naturaleza global y que pueden tener su origen problem¨¢tico o conflictivo en cualquier lugar del mundo. Adem¨¢s, en este r¨¢pido proceso de cambio no s¨®lo han surgido nuevos actores globales (China, India, Rusia, Brasil) que est¨¢n modificando las relaciones de poder econ¨®mico y pol¨ªtico -s¨®lo hay que pensar que en 1960 los pa¨ªses de la OCDE sumaban el 75% del PIB mundial y hoy alcanzan apenas el 55%-, sino que tambi¨¦n han aparecido nuevos actores no estatales -multinacionales, grupos y movimientos sociales, culturales o religiosos- que influyen en la acci¨®n exterior y que es necesario tener en cuenta. Espa?a, por ¨²ltimo, es un pa¨ªs imbricado en el coraz¨®n de la Uni¨®n Europea, cuyo inter¨¦s nacional coincide, en mi opini¨®n, con el fortalecimiento de Europa y cuyo liderazgo como pa¨ªs, en una serie de temas, debe situarse a partir de ese espacio europeo y como pol¨ªticas europeas.
En el a?o 2010 Espa?a presidir¨¢ la Uni¨®n Europea. Una inmejorable ocasi¨®n para relanzar nuestra pol¨ªtica europea, necesitada de nuevos impulsos que sit¨²en a nuestro pa¨ªs en el coliderazgo de la Uni¨®n y a Europa en la atenci¨®n de los espa?oles y de sus pol¨ªticos. Una presidencia distinta a las anteriores, pues existir¨¢ un Presidente "fijo" del Consejo -Espa?a deber¨ªa apostar por una persona firmemente europe¨ªsta-, con el Tratado de Lisboa en vigor, salvo sorpresa, con un nuevo Presidente de los Estados Unidos y, sobre todo, con la necesidad de que la Uni¨®n juegue, con autonom¨ªa, un papel global. De aqu¨ª a entonces deber¨ªamos seguir muy de cerca la presidencia francesa y las "grandes maniobras" en curso -una fase ha sido la reciente cumbre anglo-francesa- de las que Espa?a no deber¨ªa estar ausente. En este empe?o convendr¨ªa apostar por una agenda pol¨ªtica con visi¨®n europea que propicie consensos y facilite liderazgos, pues ¨¦ste se sustenta en la capacidad de propuesta. Cuestiones como la Europa de la ciudadan¨ªa social, de la energ¨ªa, de la lucha contra el cambio clim¨¢tico, de la ordenaci¨®n de las migraciones, de la ciencia y la t¨¦cnica, de la seguridad y la defensa son algunas de las grandes cuestiones a las que tiene que hacer frente Europa, desde sus valores e intereses.
A partir de las anteriores consideraciones, los espa?oles deber¨ªamos sacar las oportunas conclusiones. El actual gobierno ha apostado por un proyecto de pa¨ªs que se esfuerza por la paz, por la extensi¨®n de los derechos civiles y medioambientales, por las artes y las ciencias, por la cohesi¨®n social y territorial, por la pluralidad y la laicidad, por el europe¨ªsmo y la tolerancia, por la cooperaci¨®n al desarrollo. Estas podr¨ªan formar parte de nuestras se?as de identidad para el siglo XXI.
No obstante, para contribuir y participar, desde esta perspectiva, en un liderazgo inteligente compartido con otras naciones europeas, Espa?a tiene que fortalecer, en los pr¨®ximos a?os, su acci¨®n exterior. De entrada, porque un pa¨ªs como el nuestro con la proyecci¨®n y los intereses globales que tiene en lo econ¨®mico, pol¨ªtico o cultural debe contar, urgentemente, con los medios materiales y humanos, con los instrumentos, sistemas y niveles de decisi¨®n acorde con su posici¨®n, intereses y ambiciones. El actual gobierno ha aumentado de manera considerable el presupuesto dedicado a la pol¨ªtica exterior y a la cooperaci¨®n. Pero esto no es suficiente. Es todo el sistema de la acci¨®n exterior el que deber¨ªa ser reformado: medios, coordinaci¨®n, m¨¦todos, visibilidad y conexi¨®n con la sociedad civil e incluso, el propio nivel gubernamental del propio responsable de la acci¨®n exterior.
En un pa¨ªs con el nivel de descentralizaci¨®n pol¨ªtica como el nuestro es imprescindible una potente acci¨®n exterior integral como factor, tambi¨¦n, de cohesi¨®n territorial. Es importante, en esta direcci¨®n, el que todas las Comunidades Aut¨®nomas sientan que el Estado -del que forman parte-, en lo que son sus competencias exclusivas como la acci¨®n exterior, la seguridad y la defensa, desarrolla una acci¨®n potente y eficaz en la defensa de los intereses y valores compartidos, tanto en su posici¨®n en la UE como a nivel global. De lo contrario, surgir¨¢n tendencias a buscarse la vida cada uno por su lado. La demostraci¨®n de la bondad de mantenerse unidos radica, en buena medida, en la capacidad de Espa?a para proyectar y defender, en la globalizaci¨®n, los intereses de todos, con muchos mejores resultados que cada uno por su cuenta. Por todas estas razones y bastantes m¨¢s, estoy convencido de que el pr¨®ximo gobierno deber¨ªa situar en el centro de su actividad y agenda pol¨ªtica las cuestiones relativas a la acci¨®n exterior en todas sus facetas y muy especialmente en la europea. Creo que as¨ª se contribuir¨ªa a mejorar la situaci¨®n concreta de los ciudadanos y a cohesionar a Espa?a como pa¨ªs.
Nicol¨¢s Sartorius es vicepresidente de la Fundaci¨®n Alternativas y director del Observatorio de Pol¨ªtica Exterior Espa?ola.
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