Otras v¨ªctimas
Mari Luz. M¨¢s valdr¨ªa contener a ese gent¨ªo que se apresura a esperar al asesino a las puertas de los juzgados con una piedra en la mano y alentar, sin embargo, a esos otros ciudadanos que, sin violencia pero con tozudez, reclamar¨¢n a la justicia el compromiso de que se va a tratar de corregir esta inexcusable sucesi¨®n de torpezas. Los v¨ªdeos dom¨¦sticos en los que aparec¨ªa esa criatura diminuta y llena de gracia se han convertido en el testimonio desolador de un porvenir que ya no suceder¨¢. Pero dejando claro que la v¨ªctima irrecuperable de cualquier historia es quien pierde la vida, en este caso la ni?a Mari Luz, hay otras v¨ªctimas que vivir¨¢n el resto de su existencia marcadas por un siniestro individuo que perpetr¨® sus fechor¨ªas con una inexplicable libertad. Es de suponer que esas otras v¨ªctimas habr¨¢n tenido estos d¨ªas un sabor amargo en la boca. Para empezar, los hijos del asesino -sobre todo la ni?a, de la que el padre abus¨® con la complicidad de la madre- que por fortuna hoy viven en manos de otros padres, pero que van a sufrir de por vida el peso de sus or¨ªgenes, por mucho que sean protegidos por el anonimato que les proporciona la ley; en segundo lugar, aquel profesor de educaci¨®n f¨ªsica al que este sujeto tuvo la sangre fr¨ªa de acusar de haber abusado de su hija para ocultar as¨ª su propio delito. Este pobre hombre estuvo bajo sospecha casi dos a?os y, aunque se haya alegrado de que por fin el p¨¢jaro est¨¢ en la jaula, nadie podr¨¢ compensarle por todo ese tiempo en que fue observado por sus paisanos como autor de un delito que no hab¨ªa cometido. No hay angustia m¨¢s grande que la del que no ha hecho nada y ve puesta en duda su inocencia. Todos ellos deber¨ªan ser compensados. Pero como no ser¨¢ as¨ª, crucemos los dedos para que al menos funcionen los bancos de datos y las funcionarias no est¨¦n de baja.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.