'Carnaval' en el Bellas Artes: me lo creo todo
En la cola de las entradas atrapas retazos de conversaciones. Una chica le dice a su novio: "Me han dicho que es de suspense y que est¨¢ muy bien". Dos se?oras: "Creo que pasa en una comisar¨ªa y que secuestran a un ni?o". Un se?or: "Y que pasa en tiempo real". Perfecto, no hace falta saber m¨¢s. Resulta rar¨ªsimo, y maravilloso, que en estos tiempos de megainformaci¨®n, en que los tr¨¢ileres te cuentan la pel¨ªcula entera y el periodista (que, obviamente, no se ha le¨ªdo el texto) le pregunta siempre al autor "de qu¨¦ va", y a ser posible resumido en cuatro frases, el p¨²blico acuda al Bellas Artes tan formidablemente virgen. Un grupo dice que va porque les encant¨® El m¨¦todo Gronholm, y repiten. Eso todav¨ªa es mejor. Como quien va a ver "una de Hitchcock" o como iba a ver antes "una de Mihura", fuera Ninette o fuera Carlota: el g¨¦nero es lo de menos. Bueno, seg¨²n como se mire, porque a m¨ª me parece estupendo que Carnaval sea un thriller. ?Cu¨¢nto tiempo hac¨ªa que no sent¨ªamos esa concret¨ªsima emoci¨®n en teatro? ?Desde Sola en la oscuridad, desde La huella? Siglos hace.
Me encanta que un autor tenga la humildad y la inteligencia de modificar su obra a partir de las reacciones del p¨²blico
Ahora es un g¨¦nero destronado por la televisi¨®n y el cine. Carnaval es un thriller con "diagn¨®stico social" muy bien tra¨ªdo (o sea, que no se sentir¨¢n culpables por pas¨¢rselo bien) y tambi¨¦n reaviva otra tradici¨®n casi extinguida: el team drama, inaugurado por Sidney Kingsley con Detective Story (aqu¨ª, Brigada 21). S¨ª, eso ha "quedado" para el cine, para la tele (la gloriosa The Wire) y para las novelas, de Ed McBain a Mankell: el grupo de polis, el equipo que intenta, contra reloj, frenar la embestida del mal sin el menor hilo del que tirar. Sigo con el cat¨¢logo de placeres: volver a ver una funci¨®n que te sabes de memoria junto a unos espectadores que la desconocen por completo. Te sientes padre adoptivo de la criatura. Casi autor, casi director, casi el que puso la pasta. Contienes la respiraci¨®n. ?Funcionar¨¢ aquel giro, aquella r¨¦plica? A ver si en este momento tambi¨¦n se r¨ªen. Le dices, calladito, a la parroquia: vosotros ir riendo, que pronto vais a acojonaros. No sab¨¦is la que se os viene encima. Y a los actores: ojo al parche, que no se os caiga ahora. Buf. Vale, perfecto. A ver ese timing... Lo est¨¢is llevando de co?a, no afloj¨¦is. Ol¨¦, muy bien resuelto eso. ?Qu¨¦ bien, qu¨¦ bien, qu¨¦ bien! Y as¨ª todo el rato. Tambi¨¦n es curioso (y otro gustazo: ya llevo media docena) constatar que con Carnaval pasa lo mismo que con Gronholm. Los montajes "originales", en catal¨¢n, dirigidos por Belbel, me gustaron mucho, pero todav¨ªa me gustan m¨¢s las producciones madrile?as de Tamzin Townsend. La puesta de Carnaval es, a mi juicio, muy superior. Por la direcci¨®n, por el reparto, y porque Galcer¨¢n ha pulido y ajustado la funci¨®n. Me vuelvo a quitar el sombrero ante ese texto. Porque es esencialmente teatral. Y porque Galcer¨¢n sabe un huevo. Cuando est¨¢ en forma construye "a la americana": "entra" en las escenas lo m¨¢s tarde posible, y sale a escape para dar paso a la siguiente, sin el menor apalanque. Se dice lo justo, lo importante, y pasamos a otra cosa. Y no es telegram¨¢tico. Modula el ritmo como muy pocos. Por cierto, ha cambiado el final. Eso tambi¨¦n es fant¨¢stico, y muy poco frecuente. Me encanta que un autor tenga la humildad y la inteligencia de modificar su obra a partir de las reacciones del p¨²blico. Es un final mucho m¨¢s redondo. Coherente, l¨®gico e imprevisible, como ped¨ªa don Arist¨®teles. Yo, que soy un pu?etero (y, bien se ve, un productor vocacional), a¨²n le dar¨ªa un retoque m¨¢s. Lo dejar¨ªa m¨¢s ambiguo. ?se es mi mensaje cifrado para Galcer¨¢n: coge la caja, suena el tel¨¦fono, duda, tel¨®n. Corto y fuera. Vayamos al principio. En el Bellas Artes pasa algo que no pasaba en el Romea. "Pasa", de entrada, Nuria Gonz¨¢lez en el papel de la inspectora Garralda. Impresionante actriz, con una verdad extraordinaria. Es la primera vez que la veo en teatro. Me hab¨ªa deslumbrado en Mataharis y me cort¨® el hipo haciendo de loca perversa en Para entrar a vivir, el shocker de Balaguer¨®. Aqu¨ª est¨¢ perfecta: el ritmo, el tono, el dibujo del personaje. Est¨¢n requetebi¨¦n todos. V¨ªctor Clavijo, un actor popular por Hermanos y detectives, en el papel de Miralles, el poli joven: desmiente el lugar com¨²n de que las estrellas televisivas son un mero reclamo para el cartel. No siempre, no siempre, est¨¢ claro. Tambi¨¦n en su punto la actriz argentina Noelia Soto en el rol de la experta en inform¨¢tica. Y C¨¦sar S¨¢nchez, un veterano de la CNTC, como el poli maduro. Ya era hora de que vi¨¦ramos a un poli espa?ol "de cierta edad" que ni grita ni lleva bigotito franquista ni pelo grasiento ni encadena tacos: se agradece mucho. Ya era hora de que vi¨¦ramos profesionales, a secas, intentando hacer su trabajo y soportar la presi¨®n. Desde la primera escena est¨¢n "en verdad" esc¨¦nica, es decir, humana. Luego llega Laura, la madre del cr¨ªo. Una perra apaleada, perdida, sin nada a lo que agarrarse. Saltemos ahora al gran momento de la obra, el minuto clave: los cinco ante la pantalla del ordenador, cuando el tiempo se agota. Primero viene el mon¨®logo de la madre y luego ese gran silencio. Cuando vi la escena en la versi¨®n original me puse a llorar como un animal. Eran unos d¨ªas en que estaba yo jodido. Ahora estoy bien y he vuelto a llorar, en el mismo mon¨®logo: la prueba del algod¨®n. En Barcelona, Laura era Mar Ulldemolins, y bordaba ese momento. En Madrid lo hace una actriz que no conoc¨ªa, Violeta P¨¦rez, formada por Corazza, y tambi¨¦n lo clava. Y luego el silencio. Todos los culos al borde de la butaca. Se escuch¨® el crujido, como un trueno. Los buches de l¨¢grimas. La patada en la tripa. ?Conseguido, conseguido! Doblemente: el coraz¨®n estrujado y, al mismo tiempo, la felicidad por el logro teatral, por la comuni¨®n colectiva. Para eso vamos al teatro, amigos. Hay otro bonus track en el que Nuria Gonz¨¢lez llega al do de pecho: la escena de la llamada telef¨®nica. Cuando ya no puede m¨¢s, cuando se rompe. Tienen que verla y aplaudirla. ?Qu¨¦ buena eres, condenada! Luego vayan a cenar. Los buenos espect¨¢culos dan hambre. Y la comida sabe much¨ªsimo mejor. -
Carnaval. Teatro Bellas Artes. Marqu¨¦s de Casa Riera, 2. Madrid. Hasta el 4 de mayo.
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