La tradici¨®n insolente
Hace unos d¨ªas pas¨® por Buenos Aires Vargas Llosa. El jefe de Gobierno le otorg¨® el diploma de hu¨¦sped de honor, junto con una medalla recordatoria con el escudo de la ciudad. ?Qu¨¦ inter¨¦s puede tener un escritor en ser recibido por el alcalde? ?Es all¨ª, en el apret¨®n de manos oficial, que el escritor consuma su legitimidad? (el otro punto de consagraci¨®n es novela llevada al cine. Como si la literatura necesitara de un reconocimiento externo a ella misma -el estado o el mercado- para alcanzar su propia legitimidad). A mediados de los ochenta, Cort¨¢zar pas¨® tambi¨¦n por Buenos Aires, proveniente de su residencia parisina. En esa ¨¦poca, la de los primeros a?os de la democracia, el escritor oficial era Ernesto S¨¢bato y el presidente Alfons¨ªn s¨®lo ten¨ªa ojos para el autor del Informe sobre ciegos. Cort¨¢zar busc¨® infructuosamente ser recibido por Alfons¨ªn, y al poco tiempo muri¨® amargado por tama?a desilusi¨®n.
Volviendo a Vargas Llosa (?pero hab¨ªamos dejado de hablar de ¨¦l?) recuerdo una entrevista de televisi¨®n realizada hace cierto tiempo. Vargas Llosa establec¨ªa una especie de divisi¨®n internacional del trabajo intelectual. Seg¨²n dec¨ªa, a Europa le toca La Raz¨®n, la filosof¨ªa racionalista; y a Am¨¦rica Latina, la literatura entendida en su faceta realista y m¨¢gica. En un s¨®lo movimiento dejaba de lado las tradiciones m¨¢s cr¨ªticas y agudas de ambas orillas del oc¨¦ano: la filosof¨ªa europea que pone en cuesti¨®n la raz¨®n instrumental (de Wittgenstein a Adorno) y la literatura latinoamericana que sospecha del pintoresquismo, el realismo rampl¨®n, y la hibridaci¨®n cultural.
Ese olvido tambi¨¦n parece imperar en Reglas para la supervivencia de la novela, el dec¨¢logo que Vicente Verd¨² public¨® en este mismo suplemento en noviembre del a?o pasado. El coraz¨®n del art¨ªculo no est¨¢ centrado en la literatura latinoamericana, sino -seg¨²n me cuentan- ser¨ªa una intervenci¨®n en cuestiones internas de la literatura espa?ola. En verdad, coincido con alg¨²n punto del texto, como cuando se?ala que "la intriga debe considerarse un recurso estereotipado". Tiene raz¨®n: nunca la clave de una novela pasa por su argumento, eso es apenas un detalle. Pero me distancia cierta fascinaci¨®n por la novedad proveniente de la tecnolog¨ªa. Si desconfiamos del Estado y del mercado como fuentes de legitimaci¨®n para la literatura, ?por qu¨¦ suponer que internet, el blog o el MP4 son buenos consejeros? La fascinaci¨®n por la tecnolog¨ªa es tan vieja como la tecnolog¨ªa misma, y no resulta muy alentadora para llevar a cabo un pensamiento cr¨ªtico. En el capitalismo contempor¨¢neo la tecnolog¨ªa nace siempre vieja, siempre hay otro modelo ya listo para reemplazar al anterior. A la literatura debemos demandarle otra relaci¨®n con la temporalidad.
Pero lo que realmente me asombra es el comienzo del manifiesto de Verd¨². Entre fastidiado y decepcionado, se?ala que los ¨²ltimos cinco premios Herralde de novela han reca¨ªdo sin cesar sobre escritores latinoamericanos. Como el cigarrillo a un condenado, un premio literario no se le niega a nadie (m¨¢s all¨¢ de que yo no me presento a premios literarios, la idea de que haya ganadores y perdedores ya me desagrada. Y adem¨¢s estoy intentando dejar de fumar). Para avanzar en sus argumentos, en un tono ir¨®nico m¨¢s bien fallido, Verd¨² escribe: "La novela que todav¨ªa se premia responde al molde tradicional y este producto no se cultiva con la debida dignidad sino en la periferia del sistema (...) La novela con argumento son productos que caducaron en territorios de la Metr¨®poli mucho antes de iniciarse el siglo XXI". Es curioso, pero Verd¨² parece no haber registrado una obviedad del mercado espa?ol. Las editoriales espa?olas vienen publicando con fruici¨®n, desde hace m¨¢s de una d¨¦cada, a autores que encarnan una tradici¨®n absolutamente opuesta a la que describe Verd¨²: de Bola?o a Fogwill, de Aira a Bellatin, de Villoro a Levrero, cada uno con sus diferencias bien marcadas, son sin embargo autores que se salen de la linealidad narrativa, de la idea de que la novela tiene que tener una trama ascendente, personajes bien construidos, comienzos atrapantes y desenlaces inesperados. Al contrario, sus textos son raros, transgresores, eruditos, sofisticados, casi vanguardistas. Y detr¨¢s de ellos, en Espa?a se est¨¢ publicando otra generaci¨®n de escritores latinoamericanos m¨¢s j¨®venes como Carlos Labb¨¦, Mart¨ªn Kohan, Antonio Jos¨¦ Ponte, Israel Centeno, Guadalupe Nettel u Horacio Castellanos Moya, que van en la misma direcci¨®n. Precisamente lo m¨¢s interesante (y a la vez preocupante) es que el mercado espa?ol le ha dado gran lugar, quiz¨¢s como nunca antes, a la m¨¢s insolente tradici¨®n literaria latinoamericana: la que hace de la excentricidad su pasatiempo favorito, del desd¨¦n por los lugares comunes su carta de presentaci¨®n, del malestar frente al estado de las cosas su tema de conversaci¨®n y de la ruptura con las formas establecidas su tarea cotidiana.
Si algo deber¨ªa preocuparnos a los escritores latinoamericanos no es escribir bajo "el molde tradicional", como supone Verd¨², porque eso s¨®lo ocurre con los ganadores del Premio Planeta y con alg¨²n que otro escritor de taller literario, sino el hecho de que esa otra literatura, la m¨¢s radical, la m¨¢s desafiante, ocupe una posici¨®n cada vez m¨¢s central en el mercado. ?Se puede ser exc¨¦ntrico y central a la vez? Supongo que esta pregunta debe ser demasiado compleja para Verd¨², m¨¢s all¨¢ de que ¨¦l use t¨¦rminos parecidos, como "periferia del sistema" y "Metr¨®poli" (as¨ª, con may¨²scula). En fin, todo esto me recuerda una frase de H¨¦ctor Libertella. Libertella, muerto hace un par de a?os, fue el m¨¢s vanguardista, culto, libre, talentoso y genial escritor argentino contempor¨¢neo (?Todav¨ªa no publicado en Espa?a!). Dec¨ªa Libertella: "Si Argentina es un pa¨ªs perif¨¦rico en el mundo, su escritor m¨¢s perif¨¦rico ser¨¢ entonces centralmente argentino. A m¨ª me ha costado mucho sostener esta paradoja... ?Cuanto m¨¢s marginal, m¨¢s central!". -
Dami¨¢n Tabarovsky naci¨® en Buenos Aires en 1967. Sus ¨²ltimas novelas publicadas son La expectativa y Autobiograf¨ªa m¨¦dica, ambas en la editorial Caballo de Troya.
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