"No sabemos qu¨¦ sorpresas nos deparar¨¢ el pasado"
Se presta al juego de la entrevista sin ninguna reserva, excepto la de guardar en secreto su domicilio. Hace a?os que Pascal Quignard (Verneuil-sur-Avre 1948) abandon¨® Par¨ªs y su trabajo en una editorial prestigiosa. Ahora vive en una casa de campo, cerca de Sens, dedicado a leer y escribir. Y lee y escribe. Estos d¨ªas se publica en espa?ol la novela Villa Amalia y Las sombras errantes, texto con el que obtuvo el Premio Goncourt en 2002.
PREGUNTA. ?Las sombras errantes es un diario de sus lecturas y reflexiones?
RESPUESTA. No, no, es un proyecto distinto, m¨¢s ambicioso. Es el primer volumen de una serie de diez libros, de Le dernier royaume. Quisiera modificar la percepci¨®n del tiempo. No creo en la existencia de un pasado, un presente y un futuro. San Agust¨ªn hablaba de dos tiempos: el uterino y el posterior al nacimiento. Los revolucionarios franceses, cuando entraron en las casas de los se?ores, destruyeron los clavecines y los violonchelos. Eran instrumentos que identificaban con el viejo orden. Durante el XIX fueron los ingleses quienes los conservaron, as¨ª como el savoir faire artesano. Y ahora, de nuevo, son los franceses quienes los fabrican.
"Cuando escribo una novela me siento como un ciervo que se aleja y busca la paz en el coraz¨®n del bosque"
P. Usted escribe poemas en lat¨ªn...
R. ?El lat¨ªn es un volc¨¢n que no est¨¢ apagado! El actual Papa acaba de reintroducir la misa en lat¨ªn. Durante siglos los estudiantes pudimos estudiar en nuestra lengua al mismo tiempo que aprend¨ªamos el lat¨ªn. Para un franc¨¦s, para un italiano, para un espa?ol, para cualquiera que hable un idioma latino, era excepcional, vivir como adultos y al mismo tiempo asistir a la escena primera, primitiva si usted quiere, de nuestro idioma, a su nacimiento, conocer su origen. No sabemos qu¨¦ sorpresas nos deparar¨¢ el pasado. El siglo XX ha sido extraordinario porque nos ha ofrecido una gran variedad de im¨¢genes, por la multiplicidad de experiencias humanas que etn¨®logos, psiquiatras, historiadores, arque¨®logos o psicoanalistas han puesto a nuestra disposici¨®n. En 1940 a¨²n no se hab¨ªan descubierto las grutas de Lascaux.
P. Pero el descubrimiento de toda esa variedad va aparejado a la uniformizaci¨®n que conlleva la mundializaci¨®n de la econom¨ªa.
R. No creo ni en un movimiento moderno que supon¨ªa hacer tabla rasa del pasado ni en el posmodernismo en cuanto mezcla acr¨ªtica de ese pasado. Creo en la recapitulaci¨®n, en la transmisi¨®n..., qui¨¦n sabe si el mundo antiguo, japon¨¦s o chino, no desmentir¨¢ el aparente ¨¦xito actual de la mundializaci¨®n bajo su forma americana.
P. Usted ha escrito que "la homogeneidad cultural, hist¨®rica, es el destino del hombre...".
R. ...Y que "la heterogeneidad natural, originaria, es el destino del arte" y que "la fragmentaci¨®n es el alma del arte". No soporto los v¨ªnculos, las f¨®rmulas de transici¨®n. Lo m¨¢s importante que ha aportado el cine a la narrativa es esa posibilidad de pasar de una escena a otra, dejando al espectador la posibilidad de reconstruir el tejido. S¨®lo se muestra lo que cuenta...
P. Es una l¨®gica que tambi¨¦n aplica a la cocina.
R. S¨ª. La mejor cocina es la que permite reconocer cada uno de los elementos que integran un plato. Nada menos interesante que esas salsas amorfas que camuflan que una verdura, un pescado o una carne llegan al comensal sin la frescura necesaria o con un grado de cocci¨®n equivocado. Esas salsas son como las explicaciones t¨ªpicas de la novela del XIX.
P. Esa voluntad de fragmentaci¨®n le acerca al cuento.
R. ?Es que Villa Amelia y Las sombras errantes son a su manera recopilaciones de cuentos! El cuento hace funcionar los personajes sin necesidad de explicar o modificar la acci¨®n. Y nos dicen que lo que est¨¢ en el fondo de nuestro pensamiento no es la verdad sino el sue?o, la posibilidad de so?ar lo que nos falta. La frontera entre el deseo y el sue?o es tenue. Y el cine no queda lejos.
P. En su obra la m¨²sica ocupa un lugar importante. En Villa Amelia, ?la protagonista es music¨®loga o compositora?
R. Hace algo que a m¨ª me gusta mucho, que es reducir una composici¨®n a lo esencial, quitarle todos los adornos. Antes, cuando pod¨ªa tocar el viol¨ªn o el violonchelo, era menos sensible a la cuesti¨®n pero, con los a?os y debido al reumatismo, me he refugiado en el piano. Y lograr componer, con unos elementos m¨ªnimos, una m¨²sica que no traicione lo que ha le¨ªdo antes en una partitura, procura una alegr¨ªa intensa. Es la que vive mi protagonista. No hay una pasarela directa entre m¨²sica y literatura sino entre m¨²sica y lectura. Un buen libro, por su entonaci¨®n, su ritmo, es m¨²sica. Cuando se lee, se escucha.
P. Villa Amelia propone tres bloques: en el primero la protagonista rompe con el mundo, corta con todo y todos. En el segundo conoce la felicidad que, por definici¨®n, es breve e intensa. En el tercero se reconcilia con sus or¨ªgenes -el pasado- y une muerte y arte.
R. ?Es un buen resumen! Cuando escribo una novela me siento como un ciervo que se aleja y busca la paz en el coraz¨®n del bosque. Hoy parece dif¨ªcil comprender eso, pero hay un placer muy intenso en el gesto de marchar, de alejarse de cierta cotidianidad. Hace 13 a?os que dej¨¦ la seguridad de un trabajo y cort¨¦ con el mundo editorial. Los primeros meses, el primer a?o, es extra?o: no tienes citas, comidas, cenas, entrevistas organizadas. Nadie te llama. Hay una cierta forma de venganza, que es l¨®gica, porque si t¨² has querido alejarte, los dem¨¢s sienten eso con cierta agresividad. La sociedad tiende a comportarse de manera mafiosa. Mire, en el siglo XVII, un comerciante o un magistrado, cuando cumpl¨ªa los 50, ten¨ªa derecho a consagrar el resto de su vida a Dios. Ahora la obsesi¨®n es mantener los v¨ªnculos sociales hasta el ¨²ltimo minuto, entretener a los jubilados o hacerles trabajar de nuevo. No te dejan escapar hacia una relaci¨®n m¨¢s vertical, como la que pod¨ªan buscar los eremitas o quienes se refugiaban en un convento. Eso permite tener una mirada distinta sobre lo que es tener una vida plena, sobre lo que es la felicidad. Creo que una de las cosas m¨¢s tristes, m¨¢s siniestras que le pueden ocurrir a uno es tener que simular alegr¨ªa y felicidad todo el tiempo, como esas personas que viven de salir en la peque?a pantalla: me suicidar¨ªa si tuviese como oficio el ser feliz por obligaci¨®n. ?Qu¨¦ suplicio!
Villa Amalia. Pascal Quignard. Traducci¨®n de Ascensi¨®n Cuesta. Espasa-Calpe. Madrid, 2007. 216 p¨¢ginas. 19,90 euros. Las sombras errantes. Pascal Quignard. Traducci¨®n de Manuel Arranz. Elipsis. Barcelona, 2007. 18 euros.
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