De la alfombra al saco
Ronaldinho se ha roto de tal manera que hay serias dudas de que vuelva a jugar con el Barcelona a pesar de que su contrato no acaba hasta 2010. La lesi¨®n tardar¨¢ en curar el mismo tiempo m¨¢s o menos que queda para acabar la temporada. Aunque no lo sea, parece una baja a la carta, ocurrida aposta, como la mayor¨ªa de las cosas que rodean al futbolista, que nunca admiten interpretaciones ingenuas, sino que son expresiones de su grandeza o miseria. As¨ª se midi¨® siempre a los mejores futbolistas, que son protagonistas de las historias m¨¢s bellas y tambi¨¦n de las m¨¢s crueles y, consecuentemente, magos en la bonanza y brujos en la desgracia.
Ronaldinho funciona ¨²ltimamente como culpable de la desdicha o, si se quiere, representa al becerro de oro cuyo culto ha llevado a la ruina al barcelonismo. El Gaucho es ante todo el responsable de su deterioro personal y por extensi¨®n de la parte que le toca del equipo. Ronnie dimiti¨® como futbolista el d¨ªa en que se borr¨® del campo y de la cancha en vigilias de recibir al Recreativo, cuando traicion¨® al oficio y pas¨® a ser un don nadie. Y tampoco hay constancia de que haya ejercido en calidad de segundo capit¨¢n, sino que se le tiene por aut¨®nomo, circunstancia que compromete igualmente a quienes le eligieron.
Atacable como jugador, el brasile?o se manifest¨® como un ciudadano corriente y, por tanto, vulnerable el d¨ªa en que un pino cay¨® en su jard¨ªn a causa del viento y tuvo que pedir ayuda a la polic¨ªa local y a los bomberos. V¨ªctima de la soledad, Ronaldinho se retrat¨® con sus salvadores como muestra de agradecimiento, un gesto que le dignific¨® al tiempo que obligaba a preguntar por sus familiares, que han edificado su propio hogar con la fortuna del chico, desprotegido ante un accidente dom¨¦stico que acostumbra a pasar desapercibido cuando ocurre en casa de las figuras del deporte. Ronnie tiene m¨¢s compa?¨ªa fuera que en su propia casa.
Fr¨¢gil como persona y aborrecible como futbolista, a Ronaldinho s¨®lo le falt¨® el tiro de gracia de Johan Cruyff para quedar a merced de la cr¨ªtica. Hay impunidad desde entonces para meterse con el jugador, hasta tal punto que el entrenador tuvo serias dudas para explicar qu¨¦ pierna le dol¨ªa a su delantero. Aunque se hab¨ªa alineado contra el Villarreal, el gol de Ronaldinho en el Calder¨®n fue el canto del cisne: el Barcelona pas¨® en un santiam¨¦n de ser col¨ªder a quedar descolgado de un Madrid que remontaba en Huelva. En cuanto dej¨® de respetarse a s¨ª mismo y a su oficio, Ronaldinho perdi¨® su raz¨®n de ser.
Seg¨²n el dicho, se juega como se entrena y se entrena como se vive. Ronnie se rompi¨® en la ¨²ltima pr¨¢ctica y su reaparici¨®n se antoja complicada porque, despu¨¦s de borrarse ¨¦l, le ha borrado el club. El pen¨²ltimo parte m¨¦dico publicado para delatar que el jugador no ten¨ªa lesi¨®n alguna es consecuencia de cuantos se omitieron para cubrirle de otras no manifiestas, de manera que ambas partes tienen su cuota de negligencia. Una vez rota la baraja, valen todas las trampas y se impone el linchamiento. Un asunto tan malo como manido en el Bar?a.
Ronnie ya tiene bastante con su condena como para cargar con la del equipo y la del club. No se puede pasar de la alfombra de Gaspart al saco de Ronaldinho, donde cabe toda la porquer¨ªa, para explicar cuanto ha ocurrido en lo ¨²ltimos cinco a?os presididos por Laporta, porque reventar¨ªa el barcelonismo. Habr¨¢ que delimitar las responsabilidades.
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