Ellos tienen apellidos; ella es Soraya
El trato a S¨¢enz de Santamar¨ªa confirma tics sexistas en el mundo pol¨ªtico y medi¨¢tico - Las mujeres en el poder sufren un trato paternalista
?Por qu¨¦ al presidente del Congreso de los Diputados se le llama Bono y la nueva portavoz del Partido Popular es Soraya? ?Por qu¨¦ se ha escrito de ella que es "curva, muelle y blandita"? Por sexismo. Por la misma raz¨®n que una mujer es siempre mujer antes que profesional en el ¨¢mbito p¨²blico y se utiliza para denominarla su nombre de pila. Muchos hablan de que todav¨ªa hoy existe un doble rasero para medir la val¨ªa de hombres y mujeres.
Desde los 26 a?os Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa es abogada del Estado. Algo que ya quisieran muchos de sus compa?eros. Sin embargo, en los ¨²ltimos d¨ªas se ha hablado de su juventud y muchos analistas pol¨ªticos y tertulianos de toda ¨ªndole han destacado su aspecto f¨ªsico y su ropa por encima de su capacidad profesional.
"A¨²n queda mucho sexismo en pol¨ªtica", asegura Fern¨¢ndez de la Vega
?Por qu¨¦ nos chirr¨ªa hablar de Jos¨¦ Luis y no de Mar¨ªa Teresa?
Zaplana reproch¨® a la vicepresidenta su "afici¨®n a disfrazarse"
A las l¨ªderes internacionales se las muestra como hijas o esposas
Es el ¨²ltimo ejemplo. Muchas mujeres se enfrentan a diario a comentarios como esos que subrayan sus caracter¨ªsticas femeninas y dejan en segundo plano su val¨ªa, lo que les obliga a poner sobre la mesa sus habilidades de manera incesante. Esto lo sabe muy bien la vicepresidenta del Gobierno en funciones Mar¨ªa Teresa Fern¨¢ndez de la Vega: "Vivimos en una sociedad patriarcal y en pol¨ªtica a las mujeres todav¨ªa se nos juzga con un baremo distinto al de los hombres", asegura la mujer con mayor poder pol¨ªtico en Espa?a desde 2004.
Las mujeres han alcanzado determinadas cuotas de poder. Han ocupado espacios p¨²blicos donde ya no se les cuestiona por estar pero s¨ª se les se?ala con formas m¨¢s sutiles. "Esta chica...", "Soraya...", "en una puesta de largo que visti¨® con una levita color crema...". Frases como ¨¦sta han aparecido en la prensa en los ¨²ltimos d¨ªas. Incluso en este peri¨®dico. Tambi¨¦n en la radio y en la televisi¨®n S¨¢enz de Santamar¨ªa ha sido cien veces Soraya.
Lo mismo que la candidata dem¨®crata a luchar por la presidencia de Estados Unidos Hillary Clinton ha sido Hillary o la presidenta de Argentina Cristina Fern¨¢ndez, Cristina. Tambi¨¦n a S¨¦gol¨¨ne Royal se le llamaba casi siempre por el nombre de pila. Algo que s¨®lo se emplea en las distancias cortas, que implica intimidad, cercan¨ªa. "Un s¨ªntoma de que se trata a las mujeres como invitadas toleradas en el espacio p¨²blico y no como ciudadanas de pleno derecho", asegura Soledad Murillo, secretaria general de Pol¨ªticas de Igualdad del Gobierno. "Una forma de intentar restar autoridad. Podr¨ªa querer decir que hay una mayor proximidad pero resulta un poco sospechoso porque no se hace con los hombres", dice la ex ministra de Cultura Carmen Alborch.
Fern¨¢ndez de la Vega asegura que todav¨ªa hay mucha discriminaci¨®n de g¨¦nero en la pol¨ªtica. "Las parlamentarias padecemos el mismo sexismo que muchas otras mujeres. Sin embargo es cierto que estamos en mejores condiciones. Estamos aqu¨ª para conseguir que todas las mujeres consigan cotas de igualdad", dice. De opini¨®n similar es la soci¨®loga In¨¦s Alberdi, para quien "el sexismo se usa para poner a las mujeres en inferioridad de condiciones. Cuanta m¨¢s competencia hay -y en la pol¨ªtica y en el mundo de la empresa la hay, y mucha- m¨¢s se utiliza para se?alar una debilidad. Para menospreciar y minusvalorar".
A¨²n hoy, en el siglo XXI, la idea de autoridad y poder est¨¢ vinculada al estereotipo masculino. El hecho de emplear el nombre de pila para hablar de una mujer o mencionar su aspecto es s¨®lo una muestra. "La mirada que se dirige a las mujeres pol¨ªticas no es la misma con que se observa a los hombres. Las expresiones tampoco son las mismas. No hay comentarios sobre c¨®mo visten los hombres o como se peinan", argumenta Fern¨¢ndez de la Vega. Esta mirada diferenciadora es, para Susana Camarero "un reflejo de que todav¨ªa existe un ramalazo de sexismo".
"Habr¨ªa que preguntarse por qu¨¦ suena mal decir Jos¨¦ Luis para referirse al presidente del Gobierno y no nos chirr¨ªa escuchar Mar¨ªa Teresa, para hablar de la vicepresidenta primera", dice Pilar L¨®pez D¨ªez, profesora de Ciencias de la Informaci¨®n e investigadora de pol¨ªticas de g¨¦nero y medios de comunicaci¨®n. "El problema con el nombre propio es que s¨®lo se usa en el caso de las mujeres, es una falta de respeto", dice. Muchos aseguran, sin embargo, que llaman Soraya a S¨¢enz de Santamar¨ªa porque su nombre es m¨¢s sonoro o utilizan el nombre de pila para referirse a Hillary Clinton para diferenciarla de su marido. ?Qu¨¦ sucede sin embargo con Cristina Fern¨¢ndez o con S¨¦gol¨¨ne Royal? O m¨¢s en la esfera local ?por qu¨¦ P¨ªo (Garc¨ªa Escudero, portavoz popular en el Senado) no se ve reflejado en los medios con toda la sonoridad de su nombre de pila?
Sean ¨¦stos, como dice Camarero -o no- los ¨²ltimos coletazos de sexismo, a¨²n siguen corriendo r¨ªos de tinta sobre la ropa que llevan algunas mujeres del mundo de la pol¨ªtica. Se ha hablado mucho sobre la extensi¨®n de las faldas de Royal o de la altura de sus tacones. Del cuidado aspecto de la presidenta de Argentina, que tuvo que esforzarse para que la llamasen por su apellido y no por el de su marido, el ex presidente Kirchner, y que se vio tambi¨¦n obligada a explicar en la campa?a electoral todos los detalles de su cosm¨¦tica facial, ante la insistencia de muchos periodistas. La apariencia de la vicepresidenta Fern¨¢ndez de la Vega contin¨²a siendo analizada minuciosamente.
Muchos recuerdan el d¨ªa en que varias diputadas salieron del Congreso en protesta por unas palabras de Eduardo Zaplana, ex portavoz del PP en el Congreso, tras una cumbre internacional en Nairobi en la que Mar¨ªa Teresa Fern¨¢ndez de la Vega se visti¨® con los trajes tradicionales y ¨¦l la defini¨® como "aficionada a disfrazarse".
La pol¨¦mica tras las fotograf¨ªas de las ministras en una revista de moda; o el d¨ªa que Jos¨¦ Mar¨ªa Lassalle, diputado del PP por Cantabria, espet¨® a la ex ministra de Cultura, Carmen Calvo: "Se?ora ministra, a usted que le gustan tanto las declaraciones intempestivas y las sesiones fotogr¨¢ficas; a usted que, como dec¨ªa ayer mismo no s¨®lo nos obliga a aguantarnos a ver sus fotos en el Vogue, sino incluso a verla luciendo unos vaqueros y una camisa muy mona...".
Carmen Alborch todav¨ªa bromea sobre el alboroto que se mont¨® en 1993 cuando lleg¨® por primera vez al Congreso. La acababan de nombrar ministra de Cultura. "Se organiz¨® cierto jaleo. Yo nunca pens¨¦ que fuera por m¨ª. Luego una periodista me pregunt¨® y ca¨ª en la cuenta". Su negra melena, de la que sobresal¨ªa una mecha roja, llam¨® la atenci¨®n de diputados y periodistas. "Siempre la apariencia f¨ªsica... desde entonces siempre digo como ejemplo que los cent¨ªmetros de mi falda no tienen que ver con mi capacidad", dice Alborch.
Frases y comportamientos como los anteriores podr¨ªan quedar en la simple an¨¦cdota. Sin embargo, no hacen m¨¢s que demostrar el hecho de que todav¨ªa hoy la mujer es primero mujer y despu¨¦s profesional, no s¨®lo en el ¨¢mbito de la pol¨ªtica. Se suele decir que una mujer que ha triunfado siempre ser¨¢ una mujer que ha tenido ¨¦xito. En el caso de los hombres s¨®lo es alguien que ha tenido ¨¦xito.
Esa tendencia no es ¨²nica. "La descripci¨®n como la ni?a que se hace de algunas mujeres, y si son j¨®venes, m¨¢s, como en el caso de Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa, es intolerable. Yo estoy orgullosa de que sea la portavoz de mi grupo, y adem¨¢s abogada del Estado. Nadie cuestiona ni habla en esos t¨¦rminos de un hombre", reclama la diputada Susana Camarero.
Rese?ar esa caracter¨ªstica femenina es para In¨¦s Alberdi una forma m¨¢s de "se?alar" que la pol¨ªtica no es un "lugar femenino". Una predisposici¨®n a marcar que no es terreno de las mujeres. "Se ve claramente cuando se le da importancia a su aspecto f¨ªsico, a si tienen hijos o a si est¨¢n casadas o no. Y eso se hace constantemente. No hay m¨¢s que recordar el caso de S¨¦gol¨¨ne Royal. No cesaban de preguntarle qui¨¦n iba a cuidar a sus cuatro hijos si ganaba las elecciones a la presidencia francesa. Eso con los hombres no ocurre", reclama la soci¨®loga.
La diputada Camarero rememora varias entrevistas en las que se le ha preguntado a la portavoz de su grupo si est¨¢ casada, si va a ser madre... "?Por qu¨¦ tienen que preguntarle estas cosas...? Nadie habla sobre si Costa est¨¢ casado, o de si lo est¨¢ Manuel Pizarro", dice. "A la vicepresidenta siempre se le ha mirado con lupa. A Solbes no se le ha cuestionado si est¨¢ gordo, delgado o normal...", remata.
Y es que la frivolidad que se usa para describir a las mujeres en pol¨ªtica no se suele emplear con los hombres. "Hay varones que se cuidan much¨ªsimo y sin embargo no despiertan los comentarios que se hacen de las mujeres, a quienes se atribuye ese cuidado como un d¨¦ficit de su capacidad", critica Rosa Mar¨ªa Peris, directora del Instituto de la Mujer. Parte de culpa de ello la tienen, para la profesora Pilar L¨®pez D¨ªez, los medios de comunicaci¨®n, que siempre muestran de la mujer la misma imagen estereotipada: cuidadoras, amas de casa, esposas, madres o hijas de un hombre.
Pero son comportamientos que, seg¨²n la diputada socialista Carmen Hermos¨ªn, est¨¢n muy arraigados. "El machismo est¨¢ muy en el fondo de las personas. Las cosas han cambiado y hay personas que tienen autocontrol. Otros, no", comenta.
Como Hermos¨ªn, la mayor¨ªa de las mujeres coinciden en que se ha avanzado mucho. Fern¨¢ndez de la Vega resalta que esos logros han sido gracias a la conquista de las propias mujeres y de algunos hombres. "Nos queda un enorme trecho", reconoce, sin embargo. La mujer a¨²n no ha terminado de integrarse por completo en todos los ¨¢mbitos de la sociedad. A pesar de la Ley de Igualdad, en las ¨²ltimas elecciones s¨®lo hay 124 diputadas -una menos que en 2004-, cifra que no llega ni al 36%, aunque la normativa no permit¨ªa presentar en las listas electorales a menos de un 40% ni a m¨¢s de un 60% de ninguno de los dos sexos en cada tramo de cinco candidatos. Queda a¨²n mucho por hacer. Las mujeres s¨®lo representan un 6% en los consejos de administraci¨®n de las empresas que cotizan en el Ibex.
Ciertos adjetivos se emplean todav¨ªa de manera distinta para definir a hombres y mujeres. "El hecho de ser ambiciosa, por ejemplo, se utiliza como negativo cuando se habla de una mujer", dice Susana Camarero. El mismo comentario lo hace Carmen Alborch: "Una mujer ambiciosa parece que es algo negativo, pero tener ambiciones en la vida no es nada malo".
Circunstancias como esas obligan a las mujeres a mostrar continuamente sus habilidades y a ganarse cada d¨ªa el puesto. "La labor pol¨ªtica de una mujer se observa desde otra perspectiva. Siempre una mujer tiene que demostrar mucho m¨¢s su val¨ªa que los hombres. A ellos se les da por supuesto", asegura Mar¨ªa Teresa Fern¨¢ndez de la Vega. "Hay una doble vara de medir, un cuestionamiento de por qu¨¦ estamos aqu¨ª", a?ade Alborch.
En ocasiones este examen perpetuo lleva a las mujeres a ponerse una coraza por la que despu¨¦s, muchos las definen como "duras", como destaca Susana Camarero.
A las mujeres l¨ªderes siempre se las ha reflejado de la mano de un hombre. Marido, padre, hermano. "Hillary Clinton de la mano de su marido, Indira Gandhi de la de su padre o la paquistan¨ª asesinada Benazir Bhutto, hija de Al¨ª Bhutto", dice Carmen Alborch. No s¨®lo el sexismo es s¨ªntoma de desigualdad. Tambi¨¦n de paternalismo. "Una de las peores discriminaciones, porque no permite r¨¦plica. Se hace desde el cuidado no solicitado y te sit¨²a como menor", explica Soledad Murillo.
Muchos analistas no s¨®lo destacan la profesi¨®n de abogada del Estado de la nueva portavoz del PP, sino que adem¨¢s dicen que es una persona muy lista, para inmediatamente cuestionar si sabr¨¢ desempe?ar el cargo para el que ha sido llamada, porque la pol¨ªtica es la pol¨ªtica y hay que saberla llevar. ?Se hubiera dicho lo mismo de un hombre con las mismas credenciales?
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