Chalets adosados en el fin del mundo
Rafael Chirbes gana el premio de la Cr¨ªtica con una novela desoladora sobre la especulaci¨®n inmobiliaria
A desencanto y carro?a. A eso huele Crematorio (Anagrama), la novela con la que Rafael Chirbes ha obtenido el premio de la Cr¨ªtica. Nacido en Tavernes de la Valldigna en 1949, el escritor valenciano, cuyo prestigio es mayor en Alemania que en Espa?a, se mostraba ayer tan agradecido como sorprendido por el galard¨®n. Sorprendido porque se trata de una obra especialmente dura, un apocalipsis ambientado en la costa mediterr¨¢nea por el que circulan especuladores inmobiliarios, constructores sin escr¨²pulos y proxenetas rusos. Y un escritor desencantado, "que ni soy yo ni dejo de serlo", afirm¨® ayer Chirbes a este peri¨®dico en conversaci¨®n telef¨®nica.
El novelista sabe de lo que habla. Actualmente vive en Beniarbeig (Valencia), rodeado de un paisaje no muy distinto al de su novela, incluido el via crucis de clubs de alterne que jalonan la carretera hacia Alicante: "Desde mi casa no veo m¨¢s que pol¨ªgonos industriales que crecen. ?Los clubs y los inmigrantes? Ten¨ªan que estar. La mitad del dinero del ladrillo se ha ido por el sumidero de esas pobres chicas. Las prostitutas van sufrir las crisis de la construcci¨®n".
"Cuando escribes, los personajes tienen que ser m¨¢s listos que t¨²"
Desde que en 1988 se diera a conocer con Mimoun, Chirbes ha publicado ocho novelas. Obras como En la lucha final, La larga marcha o Los viejos amigos han ido componiendo una descarnada radiograf¨ªa de la Espa?a contempor¨¢nea. Fiel al aforismo balzaquiano de que la novela es la vida privada de las naciones, el autor de Crematorio ha querido conjugar siempre el realismo y la introspecci¨®n: "Si miras dentro ves las contradicciones de fuera". El resultado es un retrato sin concesiones de una generaci¨®n, la suya, que, como dice uno de sus personajes, perdi¨® la memoria en el instante en que gan¨® el poder. Los libros de Chirbes est¨¢n llenos de revolucionarios que quer¨ªan cambiar la Historia y terminaron cambiando de chalet. Si no vendieron su alma es porque no ten¨ªan. "Tenemos el alma de nuestro tiempo. El alma de Balzac, por ejemplo, eran ocho mil libras de renta".
Con todo, el autor de Los disparos del cazador, la historia de un franquista contada en primera persona, huye del manique¨ªsmo: "Me interesan los malos listos. Mir¨¦monos a nosotros, a los de izquierdas que se dedican a especular. Cuando escribes una novela, todos los personajes, hasta el m¨¢s tonto, tienen que ser m¨¢s listos que t¨². En esto Max Aub es ejemplar: saca a un falangista y no es idiota".
Chirbes public¨® en 1992 La buena letra, una historia sobre los vencidos en la Guerra Civil que se adelant¨® a la avalancha de relatos sobre la ¨¦poca. Quitando Los girasoles ciegos, "y alguna que se me olvida", el narrador valenciano, es cr¨ªtico con esa moda: "La literatura de los buenos sentimientos es el opio de la izquierda. Mi familia era republicana y pas¨® por la c¨¢rcel, pero no me interesan los m¨¢rtires. Hay que decirlo todo. Mi madre siempre contaba que el anarquista del pueblo era un chulo que les tocaba el culo para dejarlas entrar en las reuniones". A Chirbes el pasado le interesa "como bumer¨¢n": mirar atr¨¢s para volver al presente. "La buena letra es una novela contra la Ley Boyer de alquileres".
En el fondo, cada novela suya es el mapa de un desahucio. ?Y qu¨¦ viene despu¨¦s? "Nada. No creo mucho en nuestra posibilidad de intervenir", sentencia. "Estamos viviendo un fin del mundo". Crematorio es, seg¨²n su autor, un libro terminal. "No s¨¦ si escribir¨¦ m¨¢s. Todav¨ªa no me he curado de este libro. Han sido tres a?os de t¨²nel. Lo escrib¨ª casi sin corregir. Y eso que si soy algo es buen corrector. Trabaj¨¦ de eso", dice refiri¨¦ndose a sus a?os en la revista gastron¨®mica Sobremesa. Aunque la novela le "hizo trizas", no le quedaba otra: "La literatura es como los amantes. O vas al l¨ªmite o te dejan. Tienes que tener el valor de tocar fondo".
El jurado de los Premios Nacionales de la Cr¨ªtica dio ayer a conocer su fallo en Huelva. Chantal Maillard result¨® galardonada en poes¨ªa por Hilos. En cat¨¢lan, los premiados fueron Manuel Baixauli (narrativa) y Joan Margarit (poes¨ªa), por L'home manuscrit y Casa de Misericordia; en gallego, Luis Rei N¨²?ez (narrativa) y Helena de Carlos (poes¨ªa), por O se?or Lugris e negra sombra y Vigo; y los autores en euskera Jokin Mu?oz (narrativa) y Jon Gerediaga (poes¨ªa) fueron galardonados por Antzararen bidea (El camino de la oca) y Jainkoa harrapatzeko tanpa (Una trampa para cazar a Dios), respectivamente.
Seguir viviendo
De la descomposici¨®n social al desgarro personal. Los premios de la Cr¨ªtica de este a?o han apostado por obras radicales. Crematorio, de Rafael Chirbes, en novela. Hilos (Tusquets), de Chantal Maillard, en poes¨ªa. En 2004, la poeta nacida en Bruselas en 1951 y afincada en M¨¢laga desde los 15 a?os, public¨® Matar a Plat¨®n, un poemario que le vali¨® el Premio Nacional de Literatura. Pocos meses despu¨¦s public¨® una plaquette con un solo texto titulado Para seguir viviendo. No en vano, la escritura de sus dos ¨²ltimos libros hab¨ªa coincidido con un c¨²mulo de experiencias abismales: su propio c¨¢ncer, el suicidio de su hijo.
Nada de eso ha pasado a la obra de Maillard, pensadora y experta en filosof¨ªa oriental, por la v¨ªa de la an¨¦cdota. Recorre, eso s¨ª, de arriba abajo los poemas del libro reci¨¦n galardonado: escu¨¢lidos y fragmentarios, herm¨¦ticos a veces, reflexionando siempre sobre los propios l¨ªmites, sobre la capacidad de las palabras para enfrentarse a la muerte. As¨ª, dice: "Me ped¨ªs palabras que consuelan, / palabras que os confirmen / vuestras ansias profundas / y os libren / de angustias permanentes. / Pero yo ya no tengo / palabras de ese g¨¦nero. / Aceptad mi silencio: lo mejor / de m¨ª. Huid del soplo que pronuncia, / en mi boca, / la amarga condici¨®n de lo humano. / Y, entretanto, dejadme contemplar / el vuelo de la ropa / tendida en las ventanas".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.