Europa, en deuda con George Bush
Su diplomacia habilidosa y paciente ayud¨® a reunificar Europa. Ahora, en cambio, mientras la OTAN se re¨²ne en Bucarest, su hijo llega al fin de su mandato con un fracaso generalizado
Los futuros historiadores escribir¨¢n que Europa tiene una gran deuda con el presidente George Bush. Contar¨¢n c¨®mo, con una labor paciente y digna de estadista, ayud¨® a alumbrar la hist¨®rica unificaci¨®n del este y el oeste de Europa. Su forma de tratar con Rusia fue pr¨¢cticamente una obra maestra. Y al mismo tiempo construy¨® una impresionante coalici¨®n internacional para derrotar a Sadam Husein.
Estoy hablando, por supuesto, de Bush, padre, George H. W. Bush. Qu¨¦ l¨¢stima lo del hijo. Ahora que el presidente George W. Bush acaba de hacer la que seguramente ser¨¢ su ¨²ltima visita oficial a Europa, con la asistencia a una hostil cumbre de la OTAN en el megalomaniaco "palacio del pueblo" de Nicolae Ceausescu en Bucarest, resulta doloroso pensar en cu¨¢nto hizo el padre por Europa en cuatro a?os y qu¨¦ poco (por decirlo suavemente) ha hecho el hijo en ocho.
Creo que la guerra contra Al Qaeda y los talibanes en Afganist¨¢n est¨¢ completamente justificada
No seamos demasiado negativos. Esta cumbre de la OTAN ha servido para traer al redil a Croacia y Albania
En Bucarest han salido a relucir, de manera formal o informal, muchos de los puntos cardinales de su pol¨ªtica europea. La defensa antimisiles, por ejemplo. Bush hizo su primera visita oficial al Viejo Continente en el verano de 2001, decidido a convencer a los europeos de la importancia de la defensa antimisiles; ¨¦l, por lo que parece, sigue convencido todav¨ªa. Por eso sigue empujando este proyecto futurista -hijo, o ya, a estas alturas, nieto de la "guerra de las galaxias" de Ronald Reagan- con la ayuda de unos polacos y unos checos cada vez m¨¢s reacios. Lo malo es que, para hacer frente a los principales problemas de seguridad en el mundo posterior al 11-S, es un instrumento irrelevante. Bush hace la profunda observaci¨®n de que "un misil puede volar hacia el norte igual que puede volar hacia el oeste", con lo que est¨¢ se?alando a Ir¨¢n al mismo tiempo que a Rusia. Pero la idea de que la mejor forma de defenderse a s¨ª mismo y a sus aliados contra un posible Ir¨¢n nuclearizado y otros Estados sin escr¨²pulos, o contra terroristas internacionales dotados de bombas sucias, es crear una versi¨®n actualizada de lo que imagin¨® hace 20 a?os Ronald Reagan como defensa contra la vieja Uni¨®n Sovi¨¦tica y sus armas nucleares, da tanta prueba de inteligencia como sujetar un paraguas sobre la cabeza en una inundaci¨®n, mientras las aguas te llegan a la altura del muslo y las pira?as te mordisquean los talones. Son otros tiempos y se necesitan otras respuestas.
Est¨¢ tambi¨¦n Afganist¨¢n, donde las democracias occidentales corren peligro de perder una guerra que, en un momento dado, cre¨ªamos haber ganado. A diferencia de algunos representantes de la izquierda europea, yo creo que la guerra contra Al Qaeda y los talibanes en Afganist¨¢n est¨¢ completamente justificada. Pero se trata de uno de los lugares m¨¢s inh¨®spitos de la Tierra, y la batalla ten¨ªa forzosamente que ser implacable, por lo que necesitaba gran atenci¨®n, capacidad de resistencia y una coalici¨®n multilateral dirigida con talento y habilidad. Eso es lo que Bush, hijo, no ha sabido hacer.
Recordemos que, despu¨¦s de los atentados del 11-S, la OTAN invoc¨® por primera vez en la historia su famoso art¨ªculo 5 -uno para todos y todos para uno- y ofreci¨® sus servicios en Afganist¨¢n. El entonces secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, despreci¨® aquella oferta de solidaridad de los aliados europeos y canadienses. El cronista de corte de Washington, Bob Woodward, resume la reacci¨®n de Rumsfeld durante una reuni¨®n de altos responsables en la Casa Blanca: "La coalici¨®n ten¨ªa que adaptarse al conflicto, y no a la inversa... A lo mejor no necesitaban ninguna fragata francesa". Siete a?os despu¨¦s, Washington se deshace en ruegos para lograr un millar de soldados franceses que apoyen la valiente lucha de los canadienses contra los talibanes en pleno resurgimiento.
La raz¨®n m¨¢s importante por la que estamos en esta situaci¨®n desesperada es que, antes de que se secara la sangre en las monta?as de Afganist¨¢n, el Gobierno de Bush emprendi¨® una aventura injustificada, mal calculada y, al final, desastrosa, en los desiertos de Irak. Cinco a?os m¨¢s tarde, incluso quienes sostienen que la guerra de Irak estaba justificada, se muestran de acuerdo en que su ejecuci¨®n fue de una incompetencia monstruosa. Un jefe militar retirado estadounidense y un antiguo alto funcionario del Consejo Nacional de Seguridad me han explicado con detalle c¨®mo este rey George (II) no fue capaz de escoger entre las estrategias alternativas que le propon¨ªan sus poderos¨ªsimos barones del Pent¨¢gono, el Departamento de Estado y la oficina del vicepresidente (el bar¨®n Dick). EE UU siempre cont¨® con dos o tres estrategias distintas para Irak y, por tanto, con ninguna.
En pocas palabras, la W de George W. Bush quiere decir weak (d¨¦bil). A pesar de toda la chuler¨ªa tejana demostrada -"vuestro hombre [Blair] tiene cojones", y ese tipo de cosas-, este Bush ha sido, en todas las cuestiones que importan al mundo, un presidente d¨¦bil. Mientras que George Bush, padre, con su aspecto educado y modoso, fue, en las cuestiones que importan al mundo, un presidente fuerte; es decir, ejerci¨® en la pr¨¢ctica el papel de hombre de Estado internacional. Seg¨²n dicen, Bush, hijo, tiene una relaci¨®n complicada con su padre, algunos incluso dir¨ªan que tiene alg¨²n complejo paterno. Se puede hablar de Edipo o de lo que se quiera; el caso es que el padre fue mejor.
No es que lo hiciera todo bien. Las virtudes de la realpolitik de Bush, padre, llena de paciencia y voluntad de consenso, fueron tambi¨¦n sus defectos. Al no llegar hasta Bagdad, para mantener intacta la coalici¨®n, dej¨® que se creara un hervidero de problemas para sus sucesores, igual que con su alianza, demasiado "realista", con la Casa de Sa¨²d, mientras sus cl¨¦rigos wahab¨ªes predicaban el odio en las mezquitas ante nuestras narices y financiados con petrod¨®lares. Y su visita a Ucrania en 1991, con su tristemente famoso discurso del "pollo de Kiev", en el que pidi¨® a los ucranianos que no buscaran la independencia -algo que ten¨ªan perfecto derecho a hacer y seguramente iban a hacer de todos modos-, fue un momento poco afortunado.
A pesar de lo que dicen muchos en Europa e incluso, ¨²ltimamente, en Washington, estoy de acuerdo con Bush, hijo, en su cr¨ªtica impl¨ªcita (?podr¨ªamos decir que ed¨ªpico-kantiana?) de la poca visi¨®n que mostr¨® su padre con su supuesto realismo en lugares como Arabia Saud¨ª y Ucrania; en su afirmaci¨®n -como seguidor improbable de los pasos del fil¨®sofo Emmanuel Kant- de que, al final, la expansi¨®n de la democracia liberal es la mejor garant¨ªa de paz, y en su insistencia en que ni Vlad¨ªmir Putin ni su sucesor tienen derecho alguno a dictar a los vecinos de Rusia a qu¨¦ alianzas deben incorporarse. Lo que es desastroso es la ejecuci¨®n, lo que falta por completo es la capacidad de actuar como un estadista.
Comparemos la Alemania de 1990 y la Ucrania de 2008. Se puede leer, en un excelente relato hist¨®rico de dos j¨®venes miembros del Gobierno de George Bush, padre, Philip Zelikow y Condoleezza Rice (la misma), con qu¨¦ habilidad logr¨® aqu¨¦l que varios aliados reacios, como Gran Breta?a y Francia, aceptaran la unificaci¨®n alemana y con qu¨¦ brillantez convenci¨® a Mija¨ªl Gorbachov de que aceptara la presencia de la Alemania unida en la OTAN.
Hoy, Bush, hijo, se enfrenta a una rebeli¨®n p¨²blica de la Alemania unida y Francia por su propuesta de abrir el camino a Ucrania para que acabe entrando en la OTAN, con el llamado Plan de Acci¨®n hacia el Ingreso. No hay duda de que Vlad¨ªmir Putin es m¨¢s dif¨ªcil de persuadir que Gorbachov, de cuyas generosas concesiones est¨¢ a¨²n resinti¨¦ndose Rusia; pero no hay que perder de vista tampoco que el momento escogido por Bush para esta campa?a es especialmente torpe: justo antes de que Putin entregue el poder a su sucesor. Y la mayor¨ªa de los ucranianos ni siquiera quiere que su pa¨ªs entre en la OTAN. Si Bush hubiera aprendido algo de su padre, o al menos de lo que escribi¨® Condi; si hubiera llevado a cabo una labor diplom¨¢tica intensa y privada con sus aliados y con Mosc¨², adem¨¢s de la labor diplom¨¢tica p¨²blica en Ucrania; si se hubiera cobrado favores que le deb¨ªan; si hubiera escogido mejor el momento; si se hubiera preocupado menos por la forma que por el contenido, entonces es posible que Estados Unidos, de aqu¨ª a unos a?os, hubiera logrado el resultado deseado, en colaboraci¨®n con los aliados europeos. Lo que ha conseguido, por el contrario, ha sido volver a crear un l¨ªo unilateral.
Pero no seamos demasiado negativos. Al fin y al cabo, esta cumbre ha servido para traer al redil a Croacia y Albania. Puede que no sea equiparable a lo que consigui¨® el padre con Alemania, pero es algo que figurar¨¢ en los libros de historia, ?verdad? Que digan lo que quieran sobre George W.; a ¨¦l siempre le quedar¨¢ Albania. -
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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