Conspiradores excelentes
La cara oscura de los Gobiernos ejerce sobre nosotros una profunda fascinaci¨®n. Todo lo contrario que la cara visible. Nadie cree que Zapatero (o Bush, o Sarkozy) sea capaz de permanecer mucho tiempo sin meter la pata. Sabemos que son limitados, como nosotros, y s¨®lo confiamos en que no nos abochornen demasiado. Sobre la cara oscura proyectamos, sin embargo, una fantas¨ªa irracional: lo que no vemos posee una eficiencia suprema.
La cara oscura, lo que no vemos, son los servicios secretos. De vez en cuando asoma a la luz alg¨²n detalle chapucero. Da igual. Nos empe?amos en pensar que en alguna parte hay alguien que traza planes diab¨®licos y es capaz de ejecutarlos a la perfecci¨®n, sin dejar rastro.
Es un fen¨®meno universal y los ejemplos son abundantes. En Espa?a, sin ir m¨¢s lejos, un diario y una emisora de radio vienen sosteniendo que los dirigentes socialistas apenas saben atarse los cordones de los zapatos y, a la vez, que esos mismos dirigentes, con un prodigioso y maquiav¨¦lico control de los resortes del Estado y la judicatura, propiciaron, encubrieron, manipularon, etc¨¦tera, el atentado m¨¢s atroz de la historia de Espa?a.
El accidente de tr¨¢fico que caus¨® la muerte a la princesa Diana y a su novio, Dodi al Fayed, suscit¨®, a escala planetaria, la misma enajenaci¨®n en miles de mentes. El padre del novio, el empresario Mohamed al Fayed, fue el tenaz abanderado de la conspiraci¨®n. Seg¨²n su teor¨ªa, los servicios secretos brit¨¢nicos, compinchados con los de Francia y dirigidos por el duque de Edimburgo, asesinaron a la pareja e hicieron que pareciera un accidente. El juez lord Scott Baker ha concluido finalmente que no existe ninguna prueba de que el accidente fuera otra cosa que un accidente.
Un jurado debe decidir ahora si el choque contra un pilar del t¨²nel del Alma en Par¨ªs se debi¨® a que el ch¨®fer de Diana estaba borracho y circulaba al doble de la velocidad permitida, o a la persecuci¨®n de los paparazzi. La decisi¨®n judicial no impedir¨¢ que quienes cre¨ªan en la conspiraci¨®n sigan creyendo. Resulta hasta cierto punto hermoso que exista gente con tanta fe en las capacidades del funcionariado, sector secreto.
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