Octogenario feliz
Despu¨¦s de una vida entera de poeta casi secreto, oculto tras una apariencia de cr¨ªtico de arte, a Jos¨¦ Corredor-Matheos le lleg¨® la fama literaria cuando ya era septuagenario. "Incluso la gente que antes me conoc¨ªa s¨®lo como autor de obras sobre el arte, me considera ahora lo que ya era, un poeta". Gan¨® el Premio Nacional de 2005 con El don de la ignorancia y ahora acaban de concederle el Ciutat de Barcelona de este a?o por Un pez que va por el jard¨ªn, dos libros que le ha publicado Toni Mar¨ª en la extraordinaria colecci¨®n de poes¨ªa de Tusquets Editores. Todo eso a Pepe Corredor-Matheos le pone muy contento. Ahora le traducen sus versos al italiano, al ingl¨¦s, al macedonio y al japon¨¦s. Te lo cuenta y sonr¨ªe con cara de chiquillo travieso.
A Jos¨¦ Corredor-Matheos le falta un a?o para ser octogenario, pero no le falta nada para ser feliz. "Creo que s¨ª", responde cuando le pregunto si es feliz. "Tal vez porque, siendo moderadamente apocal¨ªptico, sigo siendo optimista".
Se lo pregunto porque es un hombre de sonrisa casi permanente y anch¨ªsima. Una sonrisa tan ancha que casi no le cabe en su peque?o cuerpo. Cuando sonr¨ªe lo hace tanto con los labios como con los ojos. Es tan diminuto y feliz que parece un ni?o, y de hecho, incluso en el estudio donde trabaja rodeado de las docenas de libros que ha escrito y de los cientos de libros que consulta, hay juguetes. "Con este avi¨®n jugu¨¦ de peque?o, con este mismo", me dice, y luego me conduce hacia un min¨²sculo trenecito de hojalata pintada de colores. "Con este tren tambi¨¦n".
Le pregunto sobre la infancia. "Todos conservamos buena parte de nuestra infancia, todos somos del pa¨ªs de la infancia", responde. Entonces, ?qu¨¦ ocurre con esa lucha denodada de los seres humanos por ser adultos? "?Eso me parece lo m¨¢s infantil de todo!". La poes¨ªa consiste en un esfuerzo no tanto por recuperar la infancia como por darte cuenta de que la infancia sigue ocupando su lugar en ti.
Pero el mundo no camina hacia ese reencuentro consigo mismo que ser¨ªa el reconocimiento de la infancia que permanece. El mundo est¨¢ en crisis. "Lo dicen Spengler y Marx y Nietzsche desde hace m¨¢s de un siglo. Y ahora eso ha estallado". ?En qu¨¦ sentido? "Hemos perdido el arte de vivir. La modernidad nos ha hecho tirar por la ventana cosas esenciales. Hemos perdido el tiempo, ya no disponemos de tiempo para no hacer nada. Y con eso hemos perdido tambi¨¦n la soledad y el silencio".
Pepe Corredor-Matheos se ha puesto serio. "Las cosas van a peor, por eso soy apocal¨ªptico. Antes, moderado. Ahora lo soy inmoderadamente. Incluso los cient¨ªficos nos hablan de la crisis cada vez m¨¢s profunda en la que se va metiendo la especie humana. Cargarnos el planeta significa que nos estamos autodestruyendo. Sabemos que cuando una especie animal pierde su medio, desaparece. Pues bien, nosotros, los hombres, nos estamos cargando nuestro medio. Y no en una peque?a zona, sino que ahora el medio que estamos destruyendo es global. As¨ª que est¨¢ en juego la especie. Antes, si dec¨ªas cosas as¨ª, nadie te hac¨ªa caso. Pero ahora lo dicen los cient¨ªficos".
Su obra cr¨ªtica se centra en la b¨²squeda de lo sagrado en el arte. Lo encuentra en el rom¨¢nico y el g¨®tico, pero nota que se va perdiendo en el Renacimiento. Lo sagrado es algo que est¨¢ en la m¨ªstica espa?ola, en el tao¨ªsmo y el budismo, que son religiones poco religiosas. Porque cuando Corredor-Matheos habla de lo sagrado no lo dice en el sentido religioso convencional, sino con otra clase de dimensi¨®n. "Yo creo, pero no s¨¦ en qu¨¦", afirma. "Nuestro mundo tambi¨¦n ha perdido otra cosa, ha perdido el sentido de lo sagrado, la cara m¨¢s profunda de la realidad".
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