Mensajes desde el cielo
Como los pasajeros de un avi¨®n comercial sufren incomodidades sin cuento, entre otras los humillantes strip-tease en los controles de seguridad, de vez en cuando reciben como recompensa alguna peque?a y equ¨ªvoca comodidad. La Comisi¨®n Europea acaba de autorizar las llamadas por tel¨¦fono m¨®vil en los aviones en vuelo, por encima de los 3.000 metros; en el despegue y en el aterrizaje seguir¨¢n prohibidos. En cosa de semanas, seguro que varias compa?¨ªas a¨¦reas disponen ya de las conexiones adecuadas para que sus pasajeros puedan usar sus m¨®viles en pleno viaje.
Ahora bien, ?es un hito en la historia de la comodidad de los viajes? Dif¨ªcilmente puede entenderse as¨ª. Hasta ahora, los viajeros empleaban las traves¨ªas a¨¦reas en dormitar, charlar moderadamente con sus compa?eros de viajes y, en los trayectos largos, ver pel¨ªculas, generalmente aburridas, aprovechando que nadie puede abandonar el avi¨®n. Al final del viaje, saltaban los campanillazos de los mensajes retenidos durante la traves¨ªa. Pero en cuanto se liberen las antenas del m¨®vil a 3.000 metros, lo m¨¢s probable es que el fuselaje del Boeing, MacDonnell o Airbus de turno se convierta en una jaula de grillos. M¨¢s o menos como en los tiempos en que las l¨ªneas de autobuses regionales se llenaban de jaulas de gallinas. La contaminaci¨®n ac¨²stica media en los cielos del planeta superar¨¢ con mucho la de cualquier discoteca o concierto de rock. Hasta los m¨¢s optimistas temen que los viajes a¨¦reos en relativa calma y silencio se conviertan en cosa de otra ¨¦poca.
La ¨²nica soluci¨®n es que en los aviones se habiliten zonas libres de m¨®viles. Aunque la propagaci¨®n del sonido no puede evitarse, al menos se oir¨¢n m¨¢s lejos. Varias conversaciones a voz en grito para comunicar asuntos de tanta gravedad y enjundia como "ahora volamos por encima de Palma" o "?qu¨¦ bonito se ve el oc¨¦ano desde el avi¨®n!" pueden causar en el viajero inerme da?os tan graves como el tabaco. Contra esta amenaza, la Comisi¨®n Europea se limita a recomendar "sentido com¨²n". Pero la muy reciente historia del tel¨¦fono m¨®vil muestra una mayor inclinaci¨®n a hablar por hablar que a aplicar el sentido com¨²n.
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