"En casa, Jomeini era amable"
Ser la nieta de Jomeini debe de pesar, pero Zahra Eshragh¨ª no se las da de niet¨ªsima. Ella misma abre la puerta de la Asociaci¨®n de Defensores de las Mujeres, un modesto piso en el centro de Teher¨¢n. "Nuestra actividad se ha hecho m¨¢s dif¨ªcil por la represi¨®n de los fundamentalistas", se?ala para explicar la salita vac¨ªa.
"No creen en la participaci¨®n de las mujeres en la sociedad y tratan de cerrarnos el acceso, pero hasta ahora no lo han conseguido". No es una queja gen¨¦rica. El Consejo de Guardianes, en manos de los conservadores, vet¨® su candidatura en las legislativas de 2004 y la de su hermano Ali en las del pasado 14 de marzo. Ambos son reformistas hasta la m¨¦dula, una opci¨®n pol¨ªtica y personal que parece chocar con su linaje. Sin embargo, Eshragh¨ª, casada con el l¨ªder reformista Mohamed Reza Jatam¨ª (hermano del ex presidente del mismo apellido), sostiene que la sociedad cambia y que si su abuelo viviera, apoyar¨ªa sus ideas.
La nieta del l¨ªder de la revoluci¨®n iran¨ª lucha por la libertad de las mujeres
"En su ¨¦poca exist¨ªan el Movimiento por la Libertad y otros partidos que participaron en el Gobierno transitorio, y Jomeini no actu¨® contra ellos. La revoluci¨®n defend¨ªa una democracia isl¨¢mica basada en elecciones libres, pero ahora tenemos un sistema que no permite elegir", afirma esta licenciada en filosof¨ªa de 45 a?os. Pero su abuelo fue quien implant¨® en Ir¨¢n el velayat-e faqih (gobierno de los ulemas) tras la revoluci¨®n isl¨¢mica que destron¨® al sah en 1979.
Sus recuerdos de entonces son m¨¢s familiares que pol¨ªticos. "En casa era un hombre amable y sensible, que se preocupaba por las cosas cotidianas, en absoluto le asocio con la imagen violenta [que algunos tienen de ¨¦l]".
"La mayor¨ªa de los conservadores quieren mostrar proximidad a Jomeini, pero [lo que hace] este Gobierno es muy diferente de las ideas de mi abuelo", declara ante sendos t¨¦s que ha preparado con un hervidor el¨¦ctrico y no con el tradicional samovar iran¨ª. Eshragh¨ª declin¨® celebrar la conversaci¨®n en una cafeter¨ªa por el mismo motivo por el que se cubre con un chador: respeto a su familia.
Su abuelo hizo de esa pieza de tela negra "la bandera de la revoluci¨®n", pero la ropa que lleva debajo es toda una declaraci¨®n de intenciones. Frente a las largas batas oscuras como de luto permanente de la est¨¦tica de las fundamentalistas, la nieta de Jomeini se presenta con una sonrisa luminosa, ligeramente maquillada, con un elegante traje pantal¨®n, blusa y botas de tac¨®n. Un pa?uelo con un mapamundi cubre su cabeza. El pa?uelo es obligatorio en Ir¨¢n para todas las mujeres, incluso no musulmanas y extranjeras.
Ya no dice en p¨²blico que ¨¦sa deber¨ªa ser una opci¨®n personal. "Es la ley que tenemos y debemos respetarla", resume. Expresar otra opini¨®n le caus¨® problemas en el pasado. "Las iran¨ªes tenemos asuntos m¨¢s importantes que el hiyab", a?ade, y enumera la larga lista de derechos por los que luchan entre crecientes dificultades.
"Carecemos de protecci¨®n tras el matrimonio, necesitamos permiso del marido para viajar, operarnos, casi hasta para respirar; las leyes nos discriminan en el divorcio, la custodia, la herencia y los salarios", explica esta madre de dos hijos. Por eso apoya la Campa?a por el Mill¨®n de Firmas, que ha llevado a numerosas feministas a la c¨¢rcel. "Me entristece m¨¢s ver a las iran¨ªes sin ninguna protecci¨®n legal; al menos las activistas son mujeres independientes que luchan por sus derechos".
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