Victorias y derrotas p¨ªrricas
Es un adagio bien conocido en pol¨ªtica que ning¨²n partido reconoce haber perdido unas elecciones. El ganador trompetea su ¨¦xito; el perdedor afirma haber sacado mejores resultados que los previstos, y as¨ª, al menos en apariencia, todos contentos. Sin embargo, hay ocasiones en que no s¨®lo las derrotas, sino incluso las victorias, cuestan caras.
Es propio de buenos estadistas no cegarse con las cifras y examinar fr¨ªamente la situaci¨®n postelectoral. Tras la victoria del Frente Popular en febrero de 1936, Manuel Aza?a, escrib¨ªa en su diario: "Ya tenemos ah¨ª el poder, para esta misma tarde. Siempre he temido que volvi¨¦semos al Gobierno en malas condiciones. No pueden ser peores". Clarividente como siempre, don Manuel barruntaba lo que se avecinaba. Espa?a, la izquierda y ¨¦l mismo iban a pagar cara su victoria: era una victoria p¨ªrrica.
El PSOE se queda solo y la renovaci¨®n del PP se dificulta con la "dulce derrota"
Pirro fue un reyezuelo del Epiro, en el norte de Grecia, batallador incansable, que en el siglo III a. C. invadi¨® Italia y Sicilia, derrotando varias veces a los ej¨¦rcitos de Roma, pero nunca pudiendo someterla, como era su intenci¨®n, porque perd¨ªa tantos soldados que no pod¨ªa continuar su campa?a. Los romanos llamaron "victorias p¨ªrricas" a aquellas que dejaban al vencedor tan postrado o m¨¢s que al vencido.
Yo creo que en las pasadas elecciones del 9 de marzo han sido p¨ªrricas tanto las victorias como las derrotas: todos han salido en peor situaci¨®n de como entraron, quiz¨¢ con la ¨²nica excepci¨®n de UPyD, aunque en este caso lo p¨ªrrico (o, mejor, escandaloso) es que con m¨¢s votos que los partidos nacionalistas (menos CiU), tenga s¨®lo un esca?o.
Veamos por qu¨¦ me parece a m¨ª p¨ªrrica la victoria del Partido Socialista. En apariencia ha sido brillante, ganando cinco esca?os que le acercan a la mayor¨ªa absoluta. Sin embargo, hay circunstancias que empa?an tal ejecutoria. Lo que le dio la victoria en "Espa?a entera" fue su triunfo aplastante en Catalu?a. Tambi¨¦n venci¨® claramente en Andaluc¨ªa y en el Pa¨ªs Vasco se convirti¨® en la primera fuerza, pero en Andaluc¨ªa retrocediendo algo. Y poco m¨¢s.
Y no es eso lo peor: lo peor es la procedencia de sus nuevos sufragios, que no vinieron del centro izquierda, sino que fueron arrebatados a sus anteriores socios, los nacionalistas catalanes y vascos e Izquierda Unida, cuyo apoyo le hab¨ªa permitido gobernar muy c¨®modamente en la pasada legislatura.
Ahora los nacionalistas e Izquierda Unida no pueden sino pensar que su apoyo al Gobierno de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero les ha costado caro y, naturalmente, se sienten recelosos y nada dispuestos a continuar la pasada asociaci¨®n.
Esto explica la paradoja de que, con m¨¢s esca?os en el Parlamento, el Partido Socialista no haya conseguido mayor¨ªas absolutas en las investiduras de los presidentes del Congreso y del Gobierno, algo que logr¨® f¨¢cilmente hace cuatro a?os.
Estos problemas iniciales tienen todos los visos de persistir a lo largo de esta reci¨¦n estrenada legislatura, lo que, a?adido a la crisis econ¨®mica y al dif¨ªcil encaje de las pretensiones de los gobiernos y partidos en las autonom¨ªas (el actual conflicto de la sequ¨ªa en Catalu?a es un ejemplo paladino), augura unos a?os bastante problem¨¢ticos para el Gobierno que, previsiblemente, Rodr¨ªguez Zapatero anunciar¨¢ este fin de semana.
Podemos ahora preguntarnos: ?puede haber tambi¨¦n derrotas p¨ªrricas? La respuesta afirmativa hace violencia al registro hist¨®rico, pero puede sostenerse que el fracaso del Partido Popular tuvo tambi¨¦n su car¨¢cter p¨ªrrico. A diferencia de los nacionalistas vascos y catalanes, el PP creci¨® considerablemente en votos y, como vimos, aunque por los pelos, gan¨® en el "resto de Espa?a" y avanz¨® en n¨²mero total de esca?os a¨²n m¨¢s que su rival socialista. Incluso su fracaso en Catalu?a estuvo mitigado por el hecho de haber ganado all¨ª dos esca?os.
Fue una derrota muy honrosa, y as¨ª se ha repetido una y otra vez. Tan honrosa que fue p¨ªrrica. Y lo fue porque, de haber sufrido un serio varapalo, la renovaci¨®n de su c¨²pula hubiera sido m¨¢s sencilla y eficaz de lo que est¨¢ siendo. Recordemos que el PSOE, tras la derrota de 2000, llev¨® a cabo una renovaci¨®n radical y bastante democr¨¢tica, con primarias, un congreso abierto y la sorprendente victoria final de Rodr¨ªguez Zapatero. Algo as¨ª es de suponer que estar¨ªa ocurriendo ahora en el PP, con una catarsis m¨¢s o menos larga pero sin duda con una verdadera renovaci¨®n.
Por el contrario, estas elecciones, al haber tenido tantas atenuantes, han dejado la direcci¨®n del partido en la peor situaci¨®n posible: su presidente, dos veces perdedor, se aferra al cargo alegando que la victoria fue honrosa y quiz¨¢ arguyendo que "a la tercera va la vencida". Y lo que en realidad le mantiene en su puesto, en mi modesta opini¨®n, son m¨¢s las rencillas entre barones que el entusiasmo de votantes y afiliados.
Tras su "dulce derrota" el PP parece enfrascado febrilmente en labrarse un tercer fracaso. Si el tan belicoso reyezuelo del Epiro resucitara en Espa?a, se sentir¨ªa como en casa.
Gabriel Tortella es catedr¨¢tico em¨¦rito en la Universidad de Alcal¨¢.
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