Los coletazos del Caim¨¢n
Esta vez el regreso del Caim¨¢n fue sigiloso, con una media sonrisa de arrepentimiento. Empez¨® su campa?a con buenos prop¨®sitos, incluso con algunos contactos con los adversarios, pensando en la gran coalici¨®n alemana o en la apertura a la izquierda de Sarkozy. Las encuestas le daban una ventaja de m¨¢s de veinte puntos respecto a su rival, el ex alcalde de Roma y nuevo secretario general de Partido Democr¨¢tico (PD), Walter Veltroni. Contaba con lo que siempre ha contado, sus tres cadenas de radio y televisi¨®n, sus peri¨®dicos, su fortuna, y un sistema electoral inventado para evitar la llegada de la izquierda al Gobierno o alternativamente para ponerla contra las cuerdas, como ya ha sucedido. Tan sucio, que lleva el apelativo de 1a porcata, la cerdada, acu?ado por el mismo ministro berlusconiano que lo organiz¨®. Pero la mayor ventaja se la da el estado en que se halla Italia despu¨¦s de que el saurio se deslizara desde la orilla de los negocios hasta las aguas de la pol¨ªtica, m¨¢s turbias desde hace 14 a?os, cuando fund¨® Forza Italia y venci¨® por primera vez en unas elecciones.
El nombre de Silvio Berlusconi es indisociable de la destrucci¨®n de la pol¨ªtica
Tres veces presidente del Consejo y jefe de filas electorales de la derecha en cinco ocasiones, el nombre de Berlusconi es indisociable de la destrucci¨®n de la pol¨ªtica en el mismo pa¨ªs donde se invent¨®. Nada indigna m¨¢s a Il Cavaliere que una dichosa man¨ªa de su adversario, Walter Veltroni, que ha consistido en atravesar toda la campa?a electoral sin pronunciar su nombre ni una sola vez. Si en anteriores ocasiones se present¨® para asegurar sus negocios y su monopolio televisivo y eludir los procesos judiciales, ahora su prop¨®sito es consolidar su huella sobre Italia, dejando alg¨²n tipo de legado precisamente en el momento en que es mayor el nihilismo pol¨ªtico de los italianos, el equivalente moral al crecimiento cero que est¨¢ bordeando su econom¨ªa, seg¨²n el ¨²ltimo informe del FMI.
El fil¨®sofo y director de la revista Micromega, Paolo Flores d'Arcais, ha evocado el nombre de Vlad¨ªmir Putin para interpretar el horizonte en el que va a adentrarse Italia si vence Berlusconi. Su maniobra ser¨¢ la inversa de su amigo del Kremlin, que pasa de presidente a primer ministro, mientras que el proyecto del italiano consiste en pasar de primer ministro a presidente de la Rep¨²blica. Pero el prop¨®sito final es similar. Si culminara una operaci¨®n de este tipo dentro de cinco a?os, tendr¨ªa la oportunidad, con la ayuda de una buena salud, de seguir dominando la vida italiana durante siete a?os m¨¢s, hasta llegar a 2020, ya con 83, una edad provecta pero no especialmente extra?a en Italia, pues son los a?os que cumplir¨¢ dentro de pocos meses el actual presidente, Giorgio Napolitano.
La ¨²nica bandera que puede blandir Berlusconi es ¨¦l mismo. Su nombre, su poder, su biograf¨ªa. No puede hablar de cambio alguien que ya ha dado pruebas de lo que puede dar de s¨ª como gobernante. Tampoco de renovaci¨®n, con 71 a?os. Menos todav¨ªa de promesas electorales, malos chistes que ya no hacen gracia a nadie. Si hay alg¨²n vientecillo de cambio es el que ha aportado el Partido Democr¨¢tico, con la designaci¨®n de su candidato, Walter Veltroni, en unas elecciones primarias y la posterior eliminaci¨®n de la sopa de letras de la izquierda, que es la que ha arruinado a todos sus gobiernos en el ¨²ltimo decenio y medio. La nueva configuraci¨®n del partido berlusconiano, el Pueblo de la Libertad, es una respuesta a la creaci¨®n del PD, mimetismo que tambi¨¦n se ha producido en algunos contenidos de los programas electorales, hasta el punto de que se ha acu?ado el veltrusconismo para designar la idea de una incre¨ªble amalgama.
Gane quien gane, Italia va a reducir a la mitad el tama?o de su Gobierno. Tambi¨¦n cambiar¨¢ la ley electoral y se reducir¨¢ el n¨²mero de parlamentarios, moderadamente si vence Berlusconi, m¨¢s radicalmente si es Veltroni. Todo esto pertenece a la agenda del centro izquierda, que por primera vez es la que se ha impuesto en una campa?a electoral desde 1994. El tercer Berlusconi quiere consolidar ahora su inversi¨®n en 14 a?os de pol¨ªtica, pero ya se ha visto obligado a abrir camino al cambio que propugna su adversario. Si vence, contar¨¢ con una fuerte oposici¨®n que le empujar¨¢ a ello. La calidad de esta oposici¨®n es lo que de verdad le diferenciar¨¢ de su amigo Putin. No tendr¨¢ las manos libres. Incluso si vence, empezar¨¢ a perder. De ah¨ª los coletazos y los nervios de ese final de campa?a, y esa sonrisa que se muta en dentellada.
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