Obama, ante la guerra de Petraeus
El nuevo escenario iraqu¨ª parece beneficiar a McCain
El paso del general David Petraeus por Washington, donde fue interrogado por cuatro comit¨¦s del Congreso a lo largo de m¨¢s de 10 horas de comparecencia, dej¨® dibujado en gran medida el terreno en el que se disputar¨¢ desde ahora la campa?a presidencial en relaci¨®n con Irak, la mayor preocupaci¨®n nacional despu¨¦s de la crisis econ¨®mica.
Dej¨® establecido, primero, que habr¨¢ un elevado n¨²mero de tropas estadounidenses combatiendo en el pa¨ªs ¨¢rabe (alrededor de 140.000) cuando los electores acudan a las urnas el 4 de noviembre. El presidente George W. Bush, que hace meses entreg¨® al general Petraeus los derechos de autor de esa guerra, ha respaldado la solicitud del jefe militar en Irak de suspender a partir de julio la salida progresiva de tropas. Probablemente, esta ser¨¢ la ¨²ltima decisi¨®n de cierta trascendencia que Bush tome sobre Irak.
La posici¨®n de los candidatos dem¨®cratas empieza a sonar derrotista
La guerra queda ya en manos de su sucesor. Los tres aspirantes al cargo, Barack Obama, John McCain y Hillary Clinton, estuvieron esta semana entre el panel de senadores ante el que Petraeus rindi¨® cuentas. Ha sido, por tanto, una buena ocasi¨®n de observar con qu¨¦ argumentos afrontar¨¢ cada uno de ellos una guerra oficialmente sin un final previsto.
Y lo que se ha visto despierta mayores dudas sobre el futuro de los candidatos dem¨®cratas, especialmente de Obama, que sobre el aspirante republicano. ?ste no est¨¢ exento de riesgos, ni mucho menos. El mero y brutal reconocimiento por parte de Petraeus de que "no hemos pasado ninguna esquina, no vemos ninguna luz al final del t¨²nel, tenemos que dejar el champ¨¢n al fondo del refrigerador", representa una gran amenaza para McCain. Los norteamericanos est¨¢n hartos de guerra y no va a ser f¨¢cil pedirles m¨¢s paciencia.
Pero, con todo su fr¨ªo an¨¢lisis, Petraeus es una gran ayuda para McCain. No s¨®lo por su prestigio personal, milagrosamente intacto despu¨¦s de un a?o en el primer plano, sino por lo que Petraeus ofrece: la victoria. Es verdad que el jefe militar en Irak ha advertido que los progresos conseguidos en los ¨²ltimos meses son "fr¨¢giles y reversibles". Pero son progresos, al fin y al cabo. "Progresos que nos demuestran que el ¨¦xito est¨¢ al alcance", como dijo McCain.
La pareja McCain-Petraeus (un improbable pero seductivo ticket electoral) tiene un plan de futuro para Irak, un plan basado, probablemente, en una ilusi¨®n vana, pero un plan que contiene las palabras triunfo y honor. "No permitamos que el alto precio pagado hasta ahora en Irak sea en vano", pide McCain.
Frente a eso, la posici¨®n de los dos candidatos dem¨®cratas, aunque todav¨ªa identificada con el sentimiento mayoritario a favor de la retirada de tropas, empieza a sonar derrotista y un poco del pasado.
Los principales argumentos de Obama en este debate son: que ¨¦l siempre estuvo contra la guerra, que se ocup¨® Irak con razones falsas y que ahora se combate s¨®lo para mantener "un ca¨®tico y cenagoso status quo". Bien, de acuerdo. Ya sabemos todo eso. Pero, ?qu¨¦ m¨¢s? ?Qu¨¦ hacer a partir de ahora? Retirarse y r¨¢pidamente, propone Obama. ?Dejando atr¨¢s esa ca¨®tica y cenagosa situaci¨®n? ?Retirarse derrotados? ?Existe alguna forma de retirarse con dignidad?
Da la impresi¨®n de que Barack Obama va a necesitar responder a estas dudas en los pr¨®ximos meses. Va a tener que poner al d¨ªa su argumentario sobre Irak para hacer frente a este nuevo hilo de esperanza que McCain-Petraeus han ofrecido al optimista electorado norteamericano, al que le duele aceptar una derrota en Irak tanto como el sufrimiento que esa guerra conlleva. "La filosof¨ªa nacional es la de que podemos conseguir cualquier cosa si nos lo proponemos con la fuerza necesaria", recuerda la columnista Margaret Carlson.
Contradecir ese optimismo ancestral es siempre un gran riesgo. Y, en una campa?a electoral, puede significar el fracaso. Cuando los norteamericanos elijan un nuevo presidente en noviembre de este a?o el pa¨ªs estar¨¢ en guerra. Obama necesita demostrar a los ciudadanos que sabr¨¢ gestionarla, a¨²n siendo para ponerle fin.
En noviembre de 2006, los dem¨®cratas obtuvieron un resonante triunfo en las elecciones para el Congreso gracias, fundamentalmente, a su oposici¨®n a la guerra. Fue un voto apasionado contra una pol¨ªtica que en ese momento hac¨ªa agua por los cuatro costados. Las cosas han cambiado un poco ahora. La situaci¨®n en Irak permite decidir con menos pasi¨®n, con m¨¢s serenidad. Y no se eligen congresistas sino un comandante en jefe.
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