La perversi¨®n de los ideales / 1
A los efectos de esta reflexi¨®n el ideal es un conjunto de principios, valores y propuestas a cuya realizaci¨®n aspiran los seres humanos en un ¨¢mbito determinado o en la totalidad de sus existencias. Las grandes formaciones pol¨ªticas, los cuerpos doctrinales que las sustentan y los marcos referenciales que las enmarcan sufren transformaciones con el paso del tiempo, y, en ocasiones, desembocan en contrafiguras que pervierten sus valores iniciales y son una dram¨¢tica caricatura de su versi¨®n inicial.
Ese ha sido el destino de los principales movimientos pol¨ªticos -liberalismo, socialismo, comunismo, anarquismo, conservadurismo y fascismo- a la par que de las fuerzas que los han apoyado, que durante los ¨²ltimos dos siglos han ocupado, sin soluci¨®n de continuidad, el espacio pol¨ªtico.
En su surgimiento, el liberalismo aparece como un movimiento de andadura rupturista
De entre ellos, hoy, en la perspectiva democr¨¢tica del mundo occidental, los m¨¢s en pie son el liberalismo y las versiones atenuadas del socialismo, a las que conocemos como social-democr¨¢ticas y, m¨¢s conservadoramente, social-liberales.
En su surgimiento, el liberalismo aparece como un movimiento de andadura rupturista, en claro antagonismo con el Antiguo R¨¦gimen, en su doble dimensi¨®n pol¨ªtica y religiosa, a las que se opone y que quiere sustituir. Su impugnaci¨®n del absolutismo religioso y la batalla por la secularizaci¨®n, que entronca con el planteamiento b¨¢sico de la ideolog¨ªa de la Ilustraci¨®n, supone un enfrentamiento frontal con las posiciones de la Iglesia cat¨®lica alineada con las opciones de la Monarqu¨ªa y estrechamente asociada a las pr¨¢cticas absolutistas del poder real.
La conjunci¨®n de estos dos absolutismos hace de la lucha liberal contra ellos uno de los primeros movimientos de liberaci¨®n pol¨ªtica en Europa occidental. El impulso hacia la democracia que lo subtiende, constituye, como se?ala Pierre Manent, en Histoire intellectuelle du lib¨¦ralisme, Calmann-Levy 1987, una determinaci¨®n democr¨¢tica permanente que volveremos a encontrar en su acci¨®n contra los poderosos por herencia, la descalificaci¨®n del Estado y su oposici¨®n a la dominaci¨®n de las masas.
Esa pulsi¨®n inagotable acabar¨¢ produciendo la convergencia de liberalismo y democracia en una de las figuras dominantes de la contemporaneidad pol¨ªtica: el liberalismo democr¨¢tico o demoliberalismo. Sus pilares fundamentales son los intereses y los individuos, o m¨¢s precisamente los intereses individuales ¨²nicos capaces de organizar una comunidad libre y aut¨®noma, susceptibles de cubrir sus necesidades naturales, sin que las opiniones ni las pasiones vengan a interferir en esa satisfacci¨®n, lo que es su primer derecho natural b¨¢sico, al que nadie puede oponerse.
Matriz que se declina en tres grandes bloques: derecho a la vida y a la integridad f¨ªsica; derecho a la propiedad y al trabajo, que es el que nos asegura nuestra subsistencia, y derecho a la libertad y a la cr¨ªtica, que son los que nos garantizan el poder elegir lo que m¨¢s nos conviene. La organizaci¨®n y el poder pol¨ªtico no tienen m¨¢s raz¨®n de ser que la de afianzar y proteger esos derechos.
La conjunci¨®n entre fines del individuo y cumplimiento social se realiza en el intercambio de bienes y servicios cuya eficacia igualitaria reposa en la eliminaci¨®n de grupos y clases dominantes hereditarias que falsean el intercambio y perpet¨²an la injusticia. El intercambio se opera en un espacio privilegiado de la sociedad, el mercado, que no necesita de ning¨²n poder ni reglas ajenas a ¨¦l, porque dispone de disposiciones reguladoras propias, las leyes del mercado que adem¨¢s est¨¢n presididas por "una mano invisible" que opera por s¨ª sola desde dentro, afianzando y preservando su articulaci¨®n.
Los padres fundadores, John Locke, Adam Smith, Edmund Burke, Thomas Paine, Fran?ois Guizot y Jean-Baptiste Say, y nuestros m¨¢s pr¨®ximos, Tocqueville, Stuart Mill, Von Mises, Von Hayek, Jouvenel y Aron han construido un impresionante corpus doctrinal que representa una muy digna propuesta filos¨®fica y pol¨ªtico-econ¨®mica, que yo inevitablemente he trivializado y que el lamentable quehacer de los pol¨ªticos y la voracidad del beneficio han transformado en un mundo de horrores.
Dany-Robert Dufour acaba de publicar -en Le divin march¨¦. La r¨¦volution culturelle lib¨¦rale- un inventario de los mismos en forma de mandamientos: "S¨®lo te dejar¨¢s guiar por tu ego¨ªsmo", "Los otros s¨®lo ser¨¢n instrumentos para lograr tus objetivos", "Combatir¨¢s todos los Estados y todos los gobiernos", "Violar¨¢s las leyes sin que te condenen", y as¨ª hasta diez.
Ilustrando la m¨¢xima de Mandeville, "los vicios privados son los que producen la riqueza p¨²blica" que reduce el ideal liberal a una abominable caricatura.
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