Europa acepta el escudo
Sin discusi¨®n p¨²blica, los gobiernos europeos, incluido el espa?ol, han dejado de ver el despliegue del sistema antimisiles bal¨ªsticos de EE UU en Polonia y la Rep¨²blica Checa como un elemento desestabilizador o de divisi¨®n para considerarlo, seg¨²n el comunicado de la Cumbre de Bucarest de la OTAN del pasado 3 de abril, una "contribuci¨®n sustancial a la protecci¨®n de los aliados". ?Qu¨¦ ha pasado para este viraje?
En primer lugar, la proliferaci¨®n de misiles bal¨ªsticos, con o sin cabezas nucleares, se apunta como una de las amenazas crecientes. Segundo, EE UU estaba negociando bilateralmente con Varsovia y Praga. Es decir, esos componentes del escudo global iban a instalarse en cualquier caso. Lo que ahora buscan los aliados europeos es que este sistema sirva para proteger a toda Europa (el sureste se quedaba al margen frente a un hipot¨¦tico ataque iran¨ª, por ejemplo) y, de alg¨²n modo, se engarce con ¨¦l la defensa frente a misiles de m¨¢s corto alcance, que est¨¢ desarrollando la propia Alianza y en el que los rusos est¨¢n interesados. En tercer lugar, las conversaciones entre EE UU y Rusia -que rechaza este programa- parecen haber avanzado con propuestas para que los rusos puedan participar en el proyecto.
Poco despu¨¦s de la cumbre, algunas alarmas se han disparado ante los comentarios de un senador americano, Wayne Allard, para quien el pr¨®ximo estadio en la defensa contra misiles bal¨ªsticos tendr¨ªa que basarse en el espacio, con lo que el escudo ser¨ªa m¨¢s efectivo que con cohetes lanzados desde tierra. Pero implicar¨ªa una nueva carrera en la que ya est¨¢n metidos EE UU, Rusia y China con pruebas contra sat¨¦lites, sin los cuales casi nada ya es posible. Aunque la defensa contra misiles disuada a potencias medias como Ir¨¢n, la militarizaci¨®n del espacio es costosa, peligrosa y preocupante. Hay que evitarla.
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