El miedo y la esperanza
Berlusconi exige un Gobierno fuerte y la izquierda sue?a con ganar el Senado
Berlusconi es la fatalidad. Se impone como un fen¨®meno de la naturaleza. Cuesta imaginar una Italia sin su sonrisa p¨¦rfida, sus manejos y sus sofismas. Veltroni es la esperanza. No est¨¢ en los augurios ni se percibe en el paisaje pero anida en muchos corazones, m¨¢s de los que se cree. El realismo com¨²n lleva a conformarse una vez m¨¢s con que Il Cavaliere gobierne, es un decir, por tercera vez. Nada suceder¨¢ que no haya sucedido ya, susurra esa voz esc¨¦ptica de la calle. Pero hay otro realismo m¨¢s pol¨ªtico que se echa las manos a la cabeza: esta vez entrar¨¢ a saco en las bases de la Constituci¨®n, tendr¨¢ m¨¢s poder que nunca, hincar¨¢ el diente en la judicatura y los servicios secretos, terminar¨¢ con los valores de la Rep¨²blica. S¨®lo faltaban esos gestos codificados, esas intempestivas reivindicaciones de heroicidad para un mafioso condenado, que ¨²nicamente pueden interpretarse en la peor clave posible. Da miedo.
Aunque pierda, Veltroni se apuntar¨ªa un tanto si logra actuar de contrapeso
Su ministro de Econom¨ªa in p¨¦ctore, Giulio Tremonti, acaba de escribir un vigoroso panfleto pol¨ªtico, dedicado a culpabilizar a la izquierda y a la herencia de Mayo del 68, que lleva por t¨ªtulo El miedo y la esperanza. Pero este miedo, su miedo, es sobre todo a la globalizaci¨®n, a la emergencia de las nuevas superpotencias asi¨¢ticas y a la respuesta insuficiente o claramente equivocada de Europa. Su soluci¨®n, muy neocon, entre Sarkozy y Ratzinger, se resume en un cap¨ªtulo que titula Siete consignas para salvarse de la crisis global, que son los siguientes: valores, familia e identidad, autoridad, orden, responsabilidad y federalismo. En ellos se concentran las ideas de la derecha cat¨®lica, las pulsiones separatistas de la Liga Norte y la ret¨®rica moral del berlusconismo. Y todo esto, dirigido por Berlusconi III, tambi¨¦n da miedo a la otra mitad de Italia.
La reacci¨®n ante cualquier dilema es intentar huir, una tercera v¨ªa, un raro desempate que se deshaga del v¨¦rtigo de optar entre el manique¨ªsmo de dos males, sin que conozcamos cu¨¢l es el menor. ?No hay otra alternativa entre un centro-izquierda demonizado por la derecha y un Berlusconi que es el demonio en persona para la izquierda? ?No queda nada entre el transformismo del comunismo estatalista y la mafia? Pier Ferdinando Casini juega al empate, para erigirse, con su peque?a Uni¨®n de los Democristianos de Centro en una salida incluso como presidente del Consejo de Ministros.
Pero empate no lo habr¨¢, si acaso ingobernabilidad proporcionada por mayor¨ªas distintas en el Senado y en la C¨¢mara de Diputados, donde un voto de ventaja proporciona la mayor¨ªa te¨®ricamente de Gobierno. El juego del equilibrio ha llegado incluso a la racionalizaci¨®n del consejo de voto. El fil¨®sofo pol¨ªtico Giovanni Sartori, en Il Corriere della Sera, ha propuesto a los electores dubitativos una f¨®rmula original que expresa bien la huida del dilema diab¨®lico. Se trata del voto disjunto, que permite rechazar al diablo indeseado sin d¨¢rselo todo a un adversario del que se desconf¨ªa. Este votante tan matizado que no quiere que gane Veltroni votar¨¢ a Berlusconi para la C¨¢mara y al Partido Democr¨¢tico (PD) en el Senado, y lo contrario quien no quiere que gobierne Berlusconi.
En el tironeo entre la realidad y el deseo, el miedo y la esperanza, son muchos los votantes que esperan un resultado matizado, en el que el poderoso multimillonario no tenga las manos libres para coronar sus perturbadores 14 a?os de paso por la pol¨ªtica italiana. Pero el berlusconismo furioso no quiere componendas. Veamos qu¨¦ dice Il Giornale, diario fundado por Indro Montanelli, del que tuvo que huir en 1994 para no verse embarcado en la entrada en pol¨ªtica de su propietario, Silvio Berlusconi.
Su actual director, Mario Giordano, turiferario n¨²mero uno del berlusconismo, rechaza toda matizaci¨®n en su columna de primera p¨¢gina de ayer. "?Empate? No gracias. S¨¦ que en los buenos salones muy chics y muy radicales est¨¢ de moda decantarse por todo cuanto produzca confusi¨®n: el voto disjunto, el Parlamento equilibrado, que nadie gane y lo que sea, con las consecuencias de acuerdos y consensos amplios". Lo que hace falta, concluye y desea, es un Gobierno fuerte.
Veltroni no pide un Gobierno fuerte. Meramente el Gobierno. Si vence, ser¨¢ una victoria doble, porque habr¨¢ convertido a su PD en fuerza de Gobierno y primer partido del pa¨ªs. Si pierde, puede todav¨ªa apuntarse un buen tanto si su formaci¨®n consigue un buen resultado, alrededor del 36% o 37%, que le permita actuar como un contrapeso eficaz ante esas tentaciones autoritarias y populistas que tanto teme el antiberlusconismo. Nadie puede decir, en cambio, que Veltroni d¨¦ miedo. Lo que m¨¢s miedo dar¨ªa ser¨ªa una derrota absoluta del PD, que entregara todo el poder sin oposici¨®n eficaz a ese Caim¨¢n voraz que asalta el Gobierno por tercera vez.
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