'Come ¨¨ possibile?'
Esta tarde-noche deber¨ªan conocerse los resultados de las elecciones generales italianas. La cuesti¨®n que causa cierto desasosiego e incredulidad fuera de Italia y, seg¨²n los sondeos, a casi una mitad de los italianos (una sociedad pol¨ªticamente dividida, como casi todas), es la de que c¨®mo es siquiera posible, y hasta probable, que Silvio Berlusconi pueda volver a convertirse por tercera vez en presidente del Gobierno, volviendo a unir en su persona la caracter¨ªstica de ser el hombre m¨¢s rico y el pol¨ªticamente m¨¢s poderoso. Ser¨ªa la corrupci¨®n personificada en el coraz¨®n del Estado, la influencia directa del dinero y de los medios de comunicaci¨®n en la pol¨ªtica. ?sa es la base de su populismo, ante el que se plantean no s¨®lo objeciones pol¨ªticas sino morales, e incluso est¨¦ticas, pues este personaje es muy vulgar.
Para Berlusconi, si el Estado te pide demasiado es leg¨ªtimo evadir los impuestos
Italia puso su sistema pol¨ªtico patas arriba con la campa?a de Manos Limpias de jueces y fiscales que acab¨® con el dominio de la Democracia Cristiana. El desencanallamiento de la pol¨ªtica italiana que buscaba esa operaci¨®n se ha reproducido, y el mayor beneficiario ha sido Sua Emitenza, que ha subvertido la justicia para protegerse de los cargos de corrupci¨®n. Gracias a los cambios de leyes que impuls¨®, llega a estas elecciones libre de preocupaciones de condenas y c¨¢rceles. Y si, a sus 71 a?os, las gana, puede aspirar a situarse como referente moral en la Presidencia de la Rep¨²blica, empujando a Napolitano a dimitir para tomar acto, si se confirma su victoria, de lo que llama "la nueva fase pol¨ªtica italiana".
Los italianos tienen ese arte de no tomarse en serio ni la pol¨ªtica ni a sus pol¨ªticos. La mejor explicaci¨®n que he escuchado, de boca de un amigo romano, es que la ¨²ltima vez que los italianos se tomaron realmente en serio a un dirigente pol¨ªtico, fue con Benito Mussolini, y el tiro les sali¨® por la culata. Este descreimiento es el que hace posible que pueda ganar un personaje como Berlusconi.
Pero podr¨ªan pararse a pensar qu¨¦ ha hecho por Italia, y la verdad es que bien poco. Ha hecho m¨¢s por ¨¦l y por la defensa de sus intereses, mezclando los suyos privados y p¨²blicos. Pero, claro, ¨¦l mismo lo explica: "Si yo, velando por los intereses de todos, tambi¨¦n cuido los m¨ªos, entonces no se puede hablar de conflicto de intereses".
?l mismo hace una apelaci¨®n constante a la ilegalidad. Para Berlusconi, que promete reducciones fiscales, si el Estado te pide demasiado es leg¨ªtimo evadir los impuestos. Lo dijo una vez, recuerda otro amigo italiano, cuando era primer ministro, nada menos que en la ceremonia de graduaci¨®n de los Finanzieri, la polic¨ªa fiscal. Y lo ha repetido en la campa?a. Otra vez afirm¨® que "hay leyes que los italianos no perciben como tales". Ahora bien, a?ade el amigo, no son s¨®lo los italianos ricos, sino tambi¨¦n los menos ricos, los que violan las normas para evadir impuestos, subsidios a los que no se tiene derecho, a construir contra las normas municipales, a cobrar en negro por actividades no declaradas, o a tener una ilegal como asistenta. Esto no es propio ¨²nicamente de Italia.
La diferencia es que Berlusconi les dice descaradamente a los italianos que no se preocupen, que no les va a pasar nada. Les confirma en su descreimiento del Estado. Y si Italia anda bloqueada, ¨¦l no la va a desbloquear. No es un reformista.
La izquierda tiene tambi¨¦n una parte de la responsabilidad de que Berlusconi pueda volver al mando pol¨ªtico. Pues aunque el Gobierno de Prodi cay¨® por Mastella, un democristiano, de picador actu¨® la izquierda radical. En cuanto a Walter Veltroni y su Partido Dem¨®crata (PD), representa algo nuevo y el empuje de una nueva generaci¨®n (la siguiente a la del propio dirigente). Pero su pol¨ªtica se ha vuelto tan moderada, tan realista, que frustra muchas de las ilusiones que hab¨ªa despertado. El PD no quiere que se le recuerde su pasado comunista, y hasta tiene miedo de aparecer como socialdem¨®crata.
Por si no bastara, recuerda el citado amigo, est¨¢ la cuesti¨®n religiosa, sumamente artificial en un pa¨ªs donde son cada vez menos los que siguen los preceptos de la Iglesia cat¨®lica a los que, sin embargo, los cuatro l¨ªderes de los partidos de derechas rinden homenaje diario, aunque todos tienen algo en com¨²n: Berlusconi, Casini, Fini y Bossi son todos divorciados y vueltos a casar. Forman parte de los llamados atei devoti (ateos devotos), no cristianos sino cristianistas, en el sentido de que est¨¢n convencidos que para oponerse a lo que ven como el monstruo isl¨¢mico hay que seguir fielmente el diktat del Papa alem¨¢n con quien mantienen una alianza nefasta.
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