"No hay que so?ar, sino excavar"
El buscador de restos arqueol¨®gicos submarinos franc¨¦s Franck Goddio (Casablanca, 1947) desembarc¨® ayer en Madrid al frente de una impresionante exposici¨®n de 500 objetos, algunos colosales, provenientes de sus excavaciones en la costa de Egipto. Aqu¨¦l al que muchos profesionales han mirado con sospecha tach¨¢ndole de aventurero y cazatesoros y Le Monde lleg¨® a calificar en 1997 de "amateur flamboyant", concita ahora multitudes -la exhibici¨®n, que hoy inauguran los Reyes en el antiguo matadero de Legazpi, ha reunido ya un mill¨®n y medio de visitantes en Berl¨ªn, Bonn y Par¨ªs- y se mueve con todos los parabienes de las autoridades egipcias. Goddio, en fin, pisa fuerte. Centro de atenci¨®n medi¨¢tica, rodeado por las maravillas arrebatadas al mar, faraones de granito, reinas sensuales y esfinges decapitadas, el investigador y buceador est¨¢ en su salsa.
Pregunta. Habla usted con mucho entusiasmo de la estatua de la incestuosa Ars¨ªnoe II. Una estatua digna de ganar el concurso de Miss reina camiseta mojada de la antig¨¹edad.
Respuesta. La sacamos del agua negra y chorreante. ?Llegu¨¦ a pensar que al secarse el vestido no se le pegar¨ªa al cuerpo igual! Era como Afrodita saliendo del mar, y de hecho fue considerada una manifestaci¨®n de la diosa.
P. Esa estatua de divinos pechos nos remite a lo que dice usted de la misi¨®n de devolverle la vida a la antig¨¹edad.
R. S¨ª, ¨¦sa es nuestra misi¨®n, y recordar que podemos aprender cosas del pasado de cara al futuro. Tenemos tres ciudades cosmopolitas, orgullosas y que acabaron debajo del mar: Heraclion, Canopo y una gran zona de Alejandr¨ªa. Hay una advertencia ah¨ª. Aquello ocurri¨® en parte por la soberbia de construir monumentos tan grandes, que se hundieron por su propio peso a causa de la particular configuraci¨®n del terreno.
P. ?Qu¨¦ ha sido del palacio de Cleopatra que dijo haber encontrado en 1997?
R. Hallamos estructuras en una isla sumergida del antiguo puerto de Alejandr¨ªa que s¨®lo puede ser Antirrodos, donde Estrab¨®n, que conoc¨ªa la ciudad, situ¨® uno de los palacios de la reina.
P. ?Pero es un hallazgo incontrovertible? Hasta Zahi Hawass, el responsable de Antig¨¹edades egipcio con el que est¨¢ a partir un pi?¨®n, le coloca en el cat¨¢logo el adverbio "supuestamente".
R. Ah, no. Pero Antirrodos es muy peque?a. S¨®lo puede ser eso, su palacio.
P. Parece que hay por ah¨ª restos de la II Guerra Mundial.
R. Hay un bombardero brit¨¢nico hundido en Antirrodos. No era un buen aeropuerto.
P. ?Qu¨¦ hay de la tumba de Cleopatra? ?Puede estar en alguna de las zonas en que bucean? Hawass la busca fuera de Alejandr¨ªa, en Taposiris.
R. Sabemos que se hizo un mausoleo para ella y Marco Antonio cerca del puerto grande de Alejandr¨ªa. No s¨¦, las fuentes no son precisas.
P. ?Y la de Alejandro Magno? ?Puede estar bajo el agua?
R. No, el Soma, estaba en medio de la ciudad. Desapareci¨® seguramente con el gran cataclismo del 365, un maremoto que envi¨® barcos sobre los tejados.
P. ?Qu¨¦ ha cambiado con sus trabajos en el conocimiento de la zona?
R. Hay mucho m¨¢s bajo el mar de lo que pens¨¢bamos. Hay tierras sumergidas a un kil¨®metro de la costa alejandrina.
P. O sea, que esperan descubrimientos. ?Con qu¨¦ sue?a?
R. No quiero sue?os, eso te lleva por caminos equivocados. No es cient¨ªfico. No hay que so?ar, hay que prospectar y excavar.
P. Que lo diga usted, al que ten¨ªamos por incorregible aventurero, Indiana Jones acu¨¢tico...
R. Soy el anti Indiana Jones. Aquello fue porque tuvimos la suerte de descubrir cosas rom¨¢nticas. Cuando hablas de Alejandr¨ªa no puedes dejar de pensar en Cleopatra y Alejandro.
P. Se le ha objetado que se presente como arque¨®logo sin en puridad serlo.
R. Soy matem¨¢tico y estad¨ªstico, pero tras 22 a?os de excavaciones puedo hacer lo que un estudiante tarda siete en poder.
P. Se le ha llamado cazatesoros.
R. A veces los encontramos, pero no los que la gente cree. En ocasiones son cosas muy humildes pero que arrojan mucha informaci¨®n. Es curioso porque lo de cazatesoros no se dice de los arque¨®logos terrestres. Es al hablar del mar, como un a?adido de romanticismo julesverniano o de Rackman el Rojo.
P. Hubo controversia entre usted y Jean-Yves Empereur, arque¨®logo y compatriota suyo, que asegura haber hallado el Faro de Alejandr¨ªa. Se les presentaba como la cara y la cruz de la arqueolog¨ªa. Usted, la cruz.
R. Yo consideraba fundamental no excavar hasta hacer la topograf¨ªa. Cre¨ªa que antes de eso no se pod¨ªa identificar ning¨²n monumento. Y ten¨ªa raz¨®n. Empereur no excava en el lugar correcto. El Faro no estaba donde se encuentra hoy el fuerte de Quaitbay, sino m¨¢s al este. Es posible que haya hallado materiales del Faro, pero no en su emplazamiento original.
P. Se ha dicho que lo que hall¨® usted en la bah¨ªa de Abukir era ya conocido.
R. ?No, no! Omar Toussun encontr¨® restos de Canopo, pero nosotros descubrimos que era mucho m¨¢s grande, y a Heraclion, que estaba sumergida a siete kil¨®metros de la costa y nunca hab¨ªa sido hallada.
P. ?Y qu¨¦ se siente al descubrir una ciudad bajo el mar?
R. Es emocionante, algo fabuloso.
P. He o¨ªdo que en las fotos submarinas colocaban pececitos. Que estaban trucadas, vamos.
R. Los peces vienen por s¨ª mismos. Lo que s¨ª que hacemos es fotografiar las piezas bajo el agua una vez limpias y restauradas, porque si no, ser¨ªan irreconocibles.
Babelia
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