?Amanecer cubano?
La eliminaci¨®n de algunas prohibiciones irracionales, la posibilidad de comprar tel¨¦fonos m¨®viles y la promesa de reformas econ¨®micas permiten vislumbrar con cierta esperanza una apertura en el r¨¦gimen castrista
Las posibilidades del comienzo de un proceso de cambios en Cuba se reforzaron con el ascenso del general Ra¨²l Castro a presidente de los consejos de Estado y de Ministros en la sesi¨®n constitutiva de la VII Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el 24 de febrero pasado. El general recibi¨® un pa¨ªs casi en bancarrota, fragmentado y pr¨¢cticamente paralizado en el tiempo. Y esto ocurr¨ªa cuando la ciudadan¨ªa mostraba apreciables signos de descontento, incluidos segmentos obreros y estudiantiles constituidos por personas pol¨ªticamente seleccionadas. As¨ª que Ra¨²l Castro, un hombre con credenciales de racional y pragm¨¢tico, est¨¢ obligado por las circunstancias a iniciar un proceso de cambios econ¨®micos que detenga el constante deterioro de la sociedad e impulse su recuperaci¨®n y progreso.
Ra¨²l Castro recibi¨® un pa¨ªs casi en bancarrota, fragmentado y paralizado en el tiempo
Cuba importa el 84% de los alimentos, y m¨¢s del 50% de la tierra cultivable est¨¢ ociosa o subutilizada
Los discursos pronunciados por ¨¦l desde mediados de 2006, en particular el 26 de julio pasado, crearon esperanzas en la poblaci¨®n sobre una apertura que ayude a finalizar gradualmente las penurias diarias y saque al pa¨ªs del marasmo en que se encuentra. Su intervenci¨®n en la Asamblea confirm¨® esa tendencia, al anunciar una radical reforma de la disfuncional estructura institucional del pa¨ªs mediante la reducci¨®n de los organismos de la administraci¨®n central del Estado y una mejor distribuci¨®n de sus funciones. Esto deber¨ªa disminuir los enormes gastos burocr¨¢ticos actuales y propiciar una m¨¢s eficiente gesti¨®n, si las transformaciones redujeran la apreciable intromisi¨®n de los ¨®rganos del Estado en los asuntos de las empresas y la vida de los ciudadanos; una descentralizaci¨®n que contribuya a la soluci¨®n de muchos problemas a nivel de municipios e instancias inferiores.
El 24 de febrero, el nuevo presidente se pronunci¨® por eliminar las muchas prohibiciones impuestas al pueblo, empezando por las m¨¢s sencillas. En las semanas posteriores se han tomado medidas acordes con esa promesa que, aunque insuficientes, podr¨ªan significar el comienzo de un proceso de apertura econ¨®mica. En tal sentido, se autoriz¨® la venta libre de computadoras, DVD, bicicletas y ollas el¨¦ctricas, y otros equipos electr¨®nicos; el acceso a la telefon¨ªa m¨®vil, el alojamiento en hoteles y el alquiler de autom¨®viles, as¨ª como la creaci¨®n de algunas tiendas especializadas para herramientas agr¨ªcolas.
El gran inconveniente de esas medidas es que se ejecutar¨¢n en pesos convertibles, llamados CUC, muy dif¨ªciles de obtener por la mayor¨ªa de la poblaci¨®n, aunque llama la atenci¨®n que en La Habana y algunas zonas del pa¨ªs se observen significativas ventas de determinados equipos como DVD y ollas el¨¦ctricas entre otros.
Como cuesti¨®n adicional, se permitir¨¢ la adquisici¨®n en cualquier farmacia de los medicamentos recetados, que anteriormente ten¨ªan que comprarse en las asignadas a cada m¨¦dico, usualmente pr¨®ximas a los hospitales o consultorios.
Con la excepci¨®n del t¨¦rmino de la prohibici¨®n para tener tel¨¦fonos m¨®viles, el resto de las medidas no fueron anunciadas por la prensa nacional. Se han ejecutado sin mediar informaci¨®n alguna, quiz¨¢s por no querer reconocer p¨²blicamente la existencia durante a?os de imposiciones absurdas.
Por otra parte, altos cargos del Gobierno han anunciado la entrega masiva en usufructo de tierras ociosas a los campesinos para su explotaci¨®n, lo cual s¨ª constituir¨ªa una reforma sustancial. Por supuesto, habr¨¢ que esperar explicaciones oficiales adicionales para conocer su alcance. Se ha sabido que a nivel municipal se est¨¢n creando dependencias encargadas de su ejecuci¨®n, lo cual denota el prop¨®sito de descentralizar las gestiones gubernamentales.
Estas medidas podr¨ªan ser muy importantes, ya que Cuba importa actualmente el 84,0% de los alimentos, aunque m¨¢s del 50,0% de las tierras cultivables est¨¦n ociosas o altamente subutilizadas, mientras los campesinos individuales que s¨®lo poseen el 18,0% de las tierras cultivables producen cerca del 60,0% de los productos agropecuarios, a pesar de todas las limitaciones a que est¨¢n sujetos.
Se destaca el llamamiento de Ra¨²l Castro, en su toma de posesi¨®n, a trabajar hasta lograr que el salario recupere su papel y el nivel de vida de cada cual est¨¦ esencialmente en relaci¨®n directa con los ingresos percibidos por el esfuerzo laboral. Todo esto evidentemente est¨¢ vinculado a la reevaluaci¨®n del peso cubano y la eliminaci¨®n de la doble circulaci¨®n monetaria, que tanto da?o causa a la econom¨ªa cubana. Esos objetivos ser¨ªan alcanzables con una visi¨®n econ¨®mica integral, como ¨¦l se?al¨®, donde entre otros aspectos se acometan reformas estructurales y de conceptos liberadoras del hoy encadenado potencial productivo, con la debida adecuaci¨®n de los sistemas salarial y de precios.
Esto deber¨ªa acompa?arse de una racional pol¨ªtica de subsidios, a fin de elevar la riqueza a distribuir mediante el incremento de la pobre productividad y la baja eficiencia econ¨®mica existentes, en un marco de control efectivo de la masa financiera circulante para hacerla corresponder con la oferta de bienes y servicios.
La poblaci¨®n ha reaccionado con optimismo cauteloso, aunque algunos ciudadanos muestran escepticismo. Es l¨®gico, debido a las muchas ocasiones en que se levantaron expectativas de cambios, luego frenados y revertidos. Objetan que las ventas de art¨ªculos se realicen en moneda convertible, pues limita las compras y el acceso a los hoteles fundamentalmente a quienes reciben remesas del exterior, trabajan en el sector emergente constituido por empresas de capital mixto, embajadas y el turismo o negocian en el mercado negro, y a campesinos relacionados con productos generadores de altos dividendos. Adem¨¢s, critican que hayan existido esas prohibiciones irracionales durante tantos a?os.
No obstante, las opiniones son generalmente positivas, y se esperan medidas adicionales como, entre otras, la flexibilizaci¨®n de los complicados mecanismos existentes para recibir permiso de viajes al exterior, la liberalizaci¨®n del acceso a Internet y el fin del racionamiento de los alimentos presente desde hace 46 a?os, para sustituirlo por un mecanismo de ayuda a las personas verdaderamente necesitadas.
Paralelamente, la propuesta del nuevo presidente, aprobada por la Asamblea, de que se le permita consultar con Fidel Castro las decisiones de especial trascendencia para el futuro de la naci¨®n, sobre todo las vinculadas con la defensa, la pol¨ªtica exterior y el desarrollo econ¨®mico del pa¨ªs, ha despertado suspicacias, pues podr¨ªa servir como elemento de injerencia, cuesti¨®n que habr¨¢ que seguir con cuidado, considerando las caracter¨ªsticas personales del anterior presidente. No obstante, para Ra¨²l Castro ser¨¢ sumamente dif¨ªcil desconocer a Fidel y su legado mientras ¨¦ste viva, y a¨²n despu¨¦s de fallecer, pues dirigi¨® durante casi 50 a?os al detalle el destino de Cuba, envuelto en una aureola m¨ªstica, adem¨¢s de ser el hermano a quien ha acompa?ado inseparablemente.
La tarea que enfrentar¨¢ el general Ra¨²l Castro con su equipo, formado mayoritariamente por personas cercanas, entre las que se distinguen antiguos compa?eros de armas del Segundo Frente Oriental Frank Pa¨ªs, es inmensa y necesitar¨¢ la aceptaci¨®n de la comunidad internacional, objetivo dif¨ªcil de lograr si, a la vez, el r¨¦gimen no mejora su actual imagen de violador contumaz de los derechos humanos. Para ello, ser¨ªa indispensable que el nuevo Gobierno diera se?ales positivas. En primer lugar, con gestos como la liberaci¨®n de los presos de conciencia y pol¨ªticos pac¨ªficos, que cumplen sus condenas en condiciones infrahumanas por haber se?alado males ahora reconocidos oficialmente.
Ciertamente, no podr¨¢n esperarse soluciones m¨¢gicas ante la magnitud de los problemas acumulados durante tantos a?os. Para ser efectivas, las medidas deber¨¢n aplicarse gradualmente y procurarse los menores costos sociales, aunque est¨¢ claro que la peor variante ser¨ªa continuar el inmovilismo con su carga de sufrimientos para todos los cubanos. El fracaso de la esperanza en una apertura, pudiera provocar un peligroso sentimiento de frustraci¨®n popular. Las posibilidades de un amanecer hacia un futuro de prosperidad y avance social, en un esp¨ªritu de reconciliaci¨®n nacional, tienen bases reales. Esta hist¨®rica oportunidad por ning¨²n concepto debe perderse.
?scar Espinosa Chepe es economista y periodista independiente cubano.
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