Pol¨ªtica de Dios
?ste es un viaje especial. En el que se encuentran el mayor imperio espiritual y el mayor imperio terrestre y sus respectivos emperadores, el sumo pont¨ªfice romano y el presidente de los Estados Unidos de Am¨¦rica. Tiene una dimensi¨®n universal innegable. Por el alcance de las respectivas vocaciones de ambos poderes, pero tambi¨¦n por la agenda de cuestiones internacionales que ocupar¨¢n las conversaciones: el terrorismo en el mundo musulm¨¢n, el hambre en ?frica, la situaci¨®n pol¨ªtica de L¨ªbano, los derechos humanos en el mundo... Pero tiene a la vez una dimensi¨®n particular. Es el viaje de la autoridad religiosa m¨¢s reconocida del planeta a un pa¨ªs que sit¨²a las creencias y la expresi¨®n p¨²blica y abierta de la fe en alguna divinidad en un lugar especial de la vida pol¨ªtica. Y que cuenta al catolicismo como una de sus m¨¢s extensas confesiones religiosas, en la que est¨¢ adscrito uno de cada cuatro ciudadanos.
La comparaci¨®n entre las ideas y actitudes religiosas de los dos emperadores, el terrenal y el espiritual, es un ejercicio sugerente, que aqu¨ª s¨®lo se puede esbozar. Baste con mencionar la s¨ªntesis del bi¨®grafo de uno de ellos, Jacob Weisberg (The Bush Tragedy): "El mejor t¨¦rmino para la fe de Bush es la autoayuda metodista", bien lejos de la s¨®lida fe de Ratzinger, la propia de uno de los mayores catedr¨¢ticos de teolog¨ªa de la universidad alemana. Weisberg a?ade que "si Bush hace proselitismo no es para su confesi¨®n ni siquiera para el cristianismo, sino por el poder de la fe en s¨ª misma". La fe le ayud¨® a abandonar el alcohol y le condujo, como cristiano renacido, a entrar en pol¨ªtica. "Si la teolog¨ªa de Bush est¨¢ vac¨ªa de contenido, su aplicaci¨®n a la pol¨ªtica es h¨¢bil y sofisticada", escribe su bi¨®grafo. Sin esa funci¨®n de la religi¨®n y su impacto, principalmente en el Biblebelt (los estados del llamado cintur¨®n b¨ªblico), no es posible explicar los ¨¦xitos electorales de Bush y el proyecto, ¨¦ste fracasado, de Karl Rove, su asesor electoral, de convertir al Partido Republicano en la fuerza hegem¨®nica para los pr¨®ximos 20 a?os.
Una tercera organizaci¨®n de vocaci¨®n tambi¨¦n universal como Naciones Unidas entrar¨¢ en juego en este viaje, pero en su caso ofreciendo una tribuna al Papa para que desarrolle el argumento mayor de su papado, que consiste en identificar los valores del catolicismo con los de una ley natural v¨¢lida y exigible en todo el mundo. En nombre de ese universalismo, Roma quiere imponer su panoplia de valores conservadores contra el aborto y la contracepci¨®n, la investigaci¨®n con c¨¦lulas madre, o la ayuda a morir dignamente, junto a los m¨¢s progresistas, como su oposici¨®n a la pena de muerte o a la idea de una guerra preventiva, como fue la invasi¨®n de Irak por EE UU. En el primer cap¨ªtulo hay una coincidencia profunda entre las ideas neocon que han marcado la presidencia de George Bush, mientras que en el segundo se produce una seria divergencia, pues el Vaticano funciona con conceptos similares a los Estados europeos, m¨¢s proclives a la acci¨®n diplom¨¢tica y al multilateralismo.
El cap¨ªtulo de coincidencias entre el neocon Bush y el teocon Ratzinger no es en absoluto superficial. La confesi¨®n metodista de Bush descarta, como el catolicismo, la idea de predestinaci¨®n. La universalidad de la fe, como m¨ªnimo en su utilidad, le acerca al antirrelativismo del Papa, incluso como forma de reacci¨®n a sus respectivas experiencias hist¨®ricas: Bush frente a la contracultura norteamericana de los a?os 60 y Ratzinger frente a Mayo del 68. Bush tiene mucho de cat¨®lico en su actitud religiosa. Como lo ten¨ªa Blair, hasta el punto de que se convirti¨®. Tambi¨¦n Ratzinger tiene algo de americano, seg¨²n se desprende de sus propias declaraciones en el avi¨®n antes de pisar Estados Unidos, pues envidia la estrecha vinculaci¨®n entre identidad personal y religi¨®n y la idea "de un Estado secular que abre la posibilidad a todas las confesiones y todas las formas de ejercicio religioso" y es "exactamente lo contrario de la religi¨®n del Estado".
Finalmente, el cuarto v¨¦rtice del viaje es el encuentro entre el pastor y su grey, una de las m¨¢s numerosas y m¨¢s ricas del mundo, y tambi¨¦n una de las m¨¢s desorientadas y desmoralizadas, por causa del esc¨¢ndalo de los curas pederastas. Coincide, adem¨¢s, en a?o electoral con tres candidatos en dura competencia, cada uno de los cuales quiere aprovechar estos d¨ªas para acercarse a un grupo humano de peso decisivo, que tradicionalmente votaba dem¨®crata, pero en la ¨²ltima elecci¨®n presidencial se decant¨® por el candidato republicano. Es dif¨ªcil escrutar los designios divinos que hay en un viaje de tan m¨²ltiples facetas pol¨ªticas. Pero sin duda los hay y tendr¨¢n efectos. Esto es alta pol¨ªtica.
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